Capítulo cinco

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Veo cómo tiembla mientras sube las escaleras. Se sienta en la silla que hay justo a mi lado e intenta cogerme de la mano, pero yo la aparto con brusquedad.

-Eleanor, escúchame, por favor - susurra mi hermana - No podía elegir abnegación. He sido egoísta. Me he dado cuenta de que lo que me importa ante todo es mi felicidad. Llegué a la conclusión de que me daba igual la facción, lo que me importaba era estar contigo. Eleanor, eres la única persona que me comprende, no podía separarme de ti.

Su explicación hace que me den ganas de pegarle, por impotencia. No por ella, sino por mí, por no haberme planteado la dificultad que tendría mi hermana al intentar separarse de mí. Debería haber previsto esto, y lo he pasado por alto.

Ignoro las súplicas de mi hermana e intento concentrarme en lo que queda de ceremonia. Los osados vuelven a gritar cuando un chico de Cordialidad deja caer su sangre sobre las brasas. Es algo nunca visto.

Dirijo la vista hacia mis padres y descubro que ninguno de ellos mira hacia donde nos encontramos mi hermana y yo. Mi madre no levanta la vista del suelo, lo que me provoca cierto rencor. Debería mirarnos y afrontar la realidad: que sus dos hijas han decidido separarse de ella, aunque sólo le importara que Chloe se quedara. Verla así de débil es lo que más odio de ella.

Sigo ignorando a mi hermana cuando la ceremonia finaliza y los osados se ponen en pie. Camino junto a ellos y no miro atrás para ver por última vez a mis padres. Sin embargo, sí lo hace mi hermana. Esto me mosquea, así que le cojo la mano y tiro de ella.

-Compórtate como una de ellos - digo empujándola, justo cuando los osados empiezan a correr.

Pasan de largo los ascensores entre bromas y empujones y se acercan a la puerta que da a las escaleras. La marea negra comienza a descender velozmente y yo me uno a ellos, saltando las escaleras de tres en tres. En todos los años en los que he tenido que vivir en Erudición me han enseñado que correr está mal, y aun así, era algo que siempre deseaba hacer. Por eso aprovecho este momento. Sin embargo, no puedo correr tanto como a mí me gustaría, pues mi hermana se queda de las últimas del grupo. Con un último sprint, alcanzamos a los iniciados cuando llegamos al vestíbulo, y salimos del Centro.

El sol está en lo alto del cielo y nos deslumbra al salir. Los colores de las facciones se mezclan en la entrada del edificio. Cojo a mi hermana de la mano y la obligo a correr más rápido, siguiendo a los jóvenes de negro, que se dirigen hacia las vías del tren. Noto como mi hermana tira de mi brazo hacia atrás, pero la empujo y la obligo a seguir corriendo.

-No te preocupes - tengo que gritar entre el ruido de los osados para que mi hermana me escuche - No es tan difícil.

-¡Es una locura! - exclama.

Me agarro a la escalera de mano y comienzo a escalar hacia las vías justo detrás del resto de osados. Cuando llego arriba, los músculos de mis brazos se han endurecido. Miro hacia abajo y observo a mi hermana a mitad de la escalera, agarrada a los asideros como si le fuera la vida en ello.

-¡Chloe! - exclamo mirando hacia abajo - La idea es subir.

Observo sus manos, que se han vuelto blancas debido a la fuerza con la que se agarra a los asideros. Entonces lo entiendo todo: a mi hermana le aterran las alturas.

-Chloe, escucha. No mires abajo.

Levanta la cabeza, permitiéndome descubrir el terror que refleja.

-No puedo. - entonces suena el tren y las vías comienzan a temblar por su proximidad - Vete, Eleanor.

Pero niego con la cabeza y comienzo a descender rápidamente por la escalera hasta que mi pie derecho se sitúa en el asidero en el que mi hermana está apoyada.

La facción antes que la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora