11. Una amenaza

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Los minutos pasaron mientras el silencio ayudaba a agudizar los sentidos del dios, necesitaba oír todo porque así no podrían sorprenderlo, los latidos del corazon de Menet lo relajaban podía sentirlos junto a el, aunque siempre todos lo vieran como muerte lo cierto era que junto a el siempre había más vida que otra cosa.

Cuando escucho las puertas de la pirámide abrirse y el aletear que sin dudas era de Horus se levantó dejando a Menet en la cama, sus piernas se escapaban por la abertura del vestido y por un momento se preguntó que se sentiría tocar sus suaves muslos. No era algo que pudiese descubrir, al menos no ahora. Tomo su casco y una vez colocado en el lugar habitual saco la espada que durante siglos solo había servido para decorar su traje e intimidar a cualquier curioso, pero ahora sabía que Horus venía contra él.

Un golpe en la puerta hizo que Menet saltará de la cama y se colocará detrás del Gran Dios que parecía dispuesto a atacar en cualquier momento, el chirriar de la puerta no era algo que hubiese escuchado antes pero lentamente se fue abriendo hasta mostrar al dios rubio de pie en el marco con las manos en puños y detrás de el Hathor protegiendo a su amado.

— Está es la segunda vez que vengo aquí por una mujer — dijo Horus

— Pero ahora está no es tu mujer— respondió Anubis

— Creo que en eso estás un poco equivocado— la prepotencia en la voz de Horus hizo que el dios gruñera. Aun así Horus no se alejo de la puerta

— Está vez no Horus

Hathor se acercó lentamente hasta estar frente a Horus
— Necesitamos que ella venga con nosotros para aclarar algo es todo— dijo con la voz más calmada que logro conseguir.

— No pienso irme de aqui—respondio al instante Menet

— Pero y tu vida humana?

— ya no la necesito Hathor estoy bien aquí.

—la embrujo— dijo Horus dando un paso hacia adelante alejando a Hathor, de inmediato Anubis levantó su espada haciendo que este retrocediera.

— oh no niño bonito, esto puede cortar tu piel de oro como si fuese simple papel no me retés — amenazó el dios vestido de negro.

Horus frunció el seño pero sabía que la espada de Anubis podía hacer eso, era similar a la que había utilizado Seth para desmembrar a su padre en el pasado.

— Osiris te hará cambiar de opinión— amenazó el rubio.

— tu de verdad crees que el dios que yo resucite me va a hacer cambiar de opinión?— los ojos negros del chacal brillaron — la humana es mía — gruño — si quieres llevártela tendrás que pasar sobre mi y sino yo la llevaré a dónde tú necesites

Horus miro a Hathor sabía que negociar con Anubis era difícil, pero ella siempre lograba tocar su corazón, hacer que entrara en razón.

— vamos a llevarla con Toph le hará un par de pruebas para saber su origen y la tendrás de Vuelta aquí mañana por la noche .

Anubis quería creer en la palabra de la dulce Hathor, pero no confiaba en Horus el se acercó a Hathor y tomo su mano, ella lo miro con devoción tal y como lo había hecho siempre.

— solo permitiré que vaya contigo, no quiero que Horus se le acerque y si no está conmigo al anochecer quemaré todo lo que sea necesario con tal de encontrarla — Hathor asintió sabiendo que eso estaba lejos de ser una amenaza, era una advertencia poderosa, una que no dudaría ni un segundo en cumplir.

Anubis se giró para ver a Menet que parecía confundída, acaricio sus manos ella miro los nudillos rojos de la mano con la que sostenía la espada, su piel fría era porque no era piel sino oro y ella amo sentir su tacto, su olor. El estaba despidiéndose de ella dejaría que ella se fuera con Hathor porque aparentemente era la única que lograba convencerlo.
Los celos la atacaron y quiso saber que otra mujer le había quitado Horus y porque el confiaba tanto en Hathor . Preguntar posiblemente le arrugaria el corazon. Así que solo volvió a acariciar las manos del dios y salió con Hathor de la habitación.

— Ella no te pertenece— dijo Horus mirándolo a los ojos del chacal

— Desde el momento en que la Vi, desde el momento en que su corazón volvió a latir por mí me pertenece y yo soy suyo— respondió Anubis para luego en vainar la espada — Menet no es Hathor y tú no vas a arrebatarmela.

Horus sintió las palabras heladas del dios

— Quizás solo estás equivocado

— quiero que te larges de mis aposentos y no quiero que te le acerques porque entonces ni Ra podrá defenderte.

— Soy el faraón — dijo Horus retandolo, levantándose en altura para mirar directamente a los ojos al chacal pero este seguía siendo más alto e intimidante

— Podrás ser el faraón del antiguo Egipto o del nuevo o de tu unificado Egipto, pero yo soy Anubis y soy el señor del Duat y de la necrópolis y mientras estés en mi lugar serás tratado como un simple dios ahora retirate que no voy a discutir con niños.

Horus se retiró pero sus ojos amenazaron a su tío. Si él se creía poderoso ya le iba a demostrar que no lo era, devolvería a la humana a la tierra tan lejos que jamás pudiera encontrarla

Dioses de Egipto: AnubisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora