Dioses de Egipto: Anubis

1. un accidente inesperado

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A veces crees estar bien, crees no necesitar nada, crees poder vivir perfectamente con lo que tienes, pero no es así. Las cosas generalmente cambian cuando crees que no pueden ir mejor o peor. Acababa de salir de mi trabajo, era ya casi media noche pero tengo una vida de oficina bastante ocupada y aburrida pero me da para vivir y uno no debe quejarse.

Tome las llaves de mi auto, era un auto bastante pequeño que había comprado con todos mis ahorros pero apenas tenía 25 años y no mucho tiempo libre que dedicar a escoger un auto nuevo, o cualquier cosa en realidad.

Encendí el radio mientras viajaba dentro de la noche fría, la lluvia fue una sorpresa cuando ataco mi parabrisas y por supuesto la luz del auto frente a mí no hizo más que dejarme absolutamente ciega —El cinturón de seguridad—. Recordé en el momento que supe que el choque era inminente, apenas podía controlar el vehículo mientras giraba sin control por el asfalto mojado —hoy era la cita de aniversario con mi novio— recordé también porque por alguna razón no entendía del todo que estaba en un accidente de tráfico.

Entonces sucedió, la luz desapareció y dio paso a una oscuridad absoluta, la nada, el vacío, la sensación constante de estar escuchando un silbido en tu oreja mientras tu cuerpo se siente pesado.

Desperté curiosamente de pie, sana y salva según creía. Aunque no estaba en un lugar conocido, quizás me habían enviado aquí, realmente no lo sabía, todo parecía árido un gran desierto sin arena y sin luz solar, el cielo era de un azul tan profundo que a veces parecía negro, y el suelo entre rojo y marrón parecía no tener vida alguna.

Delante de mi había una gran fila con personas de todas las edades, quizás de ese lado estaba la salida. Me acerque lo más posible a la persona frente a mí e intente entablar una conversación, me respondió en un dialecto desconocido sin dudas era extranjero, así que me dirijo hacia el lado opuesto a la fila, un hombre asustado venia hacia mi así que intente hablar con él.

— ¿Dónde nos encontramos? — pregunte confundida

—En el Duat camino a la necrópolis, pero antes debemos pasar por el juicio de Anubis ¿traes algo de valor?

Estaba sin duda alguna en alguna clase de conferencia sin sentido, ignore a ese hombre y fue por el siguiente, y el siguiente, y el siguiente. Todos llegaban a la misma conclusión, estábamos en el Duat e íbamos hacia la necrópolis. Pero que era el Duat, y porque estaba yo en el desierto. Empezaba a desesperarme, no traía absolutamente nada conmigo solo la ropa de ese día, todos vestían completamente diferente con túnicas y collares extravagantes. Todos parecían ser de otro lugar completamente diferente del que yo venía y pocos hablaban mi idioma.

— ¿Alguien puede decirme con exactitud dónde estamos? Y ¿Qué es el Duat? — mi grito llamo la atención de algunas personas, una mujer de mediana edad se acercó a mí con una gran sonrisa y por un momento sentí un alivio.

—El Duat es el inframundo, el camino que debemos recorrer hasta la otra vida, pero no debes hacer tanto ruido, el Duat no es la necrópolis, aquí habitan algunos espíritus que querrán lastimarte por eso debes seguir la fila hasta llegar a Anubis, él nos dirá si somos dignos de entrar y luego ofreceremos algo de valor al barquero— su voz era realmente dulce.

Pero todo lo que dijo lejos de hacerme sentir mejor me hizo palidecer

— ¿Estoy muerta?

—Estoy segura que si querida pero no te preocupes todos los egipcios pasamos por esto.

—Estoy muerta!

La mujer se fue y comencé a llorar, había muerto en mi aniversario denovios y no solo eso, estaba en el infierno equivocado, yo no era una egipcia. Mientraslloraba pedía hablar con alguien que me explicara o me sacara de ese lugar,estaba segura de que alguien podía hacerlo.

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Se que prometi no matar a nadie pero no pude cumplirlo, prometo que sera el unico. te quiero hermana