4

311 42 2
                                    






Mayte manejó hasta la ubicación que su amigo le había enviado, al llegar ahí estacionó su auto y se adentró en aquel lugar. Era una especie de Bar Restaurant, las luces eran tenues y el habiente agradable, recorrió todo el lugar con la mirada hasta que se topó con el hombre que la esperaba.

— Hola, guapo. —dijo al llegar junto a él.

— Mi amor, que hermosa estás. —se levantó de su asiento y la tomó por la cintura levantándola un poco. Él era mucho más alto que ella, tenia el cuerpo atlético, la piel bronceada y era un par de años menor.

— ¿Cuando llegaste? Me sorprendió mucho tu llamada. —se sentó junto a él, y este le tomó la mano dejando un beso.

— Hace algunas horas, lo primero que hice después de dejar mis maletas fue llamarte. Moria por verte. —Mayte sonrió con las mejillas coloradas, aun no se acostumbraba a que él le hablara así. Ellos no tenían una relación, simplemente se veían para pasarla bien y a ninguno de los dos le molestaba porque desde un principio habían dejado en claro como sería. Alejandro era extranjero, se habían conocido hace poco mas de un año en uno de sus tanto viajes, y desde ese momento cada vez que él estaba en México le marcaba para verse.  — Cada vez que vengo, te encuentro más bella.

— Más vieja. —bromeó ella.

— No, no digas eso. —le acarició la mejilla y se acercó dejando un beso en sus labios. May sonrió, aquel hombre la hacía sentir mariposas en el estomago. — ¿Como has estado?

— Muy bien, han pasado tantas cosas. —dijo recordando a Manuel.

— ¿Me quieres contar? —dijo y ordenó dos copas de vino.

Mayte dudó un poco, y al final terminó contándole sin decirle el nombre del hombre que estaba viviendo en su casa. Le contó de sus sentimientos, de lo que una vez tuvieron y hasta de lo que había pasado un par de horas antes.

— No sé que pensar. —sonrió y bebió un poco de vino.

— Mi amor, no te confundas, si el ha dejado en claro que no siente lo mismo, no seas su premio de consuelo. Tu mereces un amor bonito, no alguien que necesita no sentirse solo.

— Lo sé, él no me ha insinuado nada. —rió. — Es mi cabeza que me está jugando sucio.

— Y por eso estoy yo aquí, para distraerte y enderezar esa mente. —le guiñó el ojo.

Pasaron varias horas hablando y poniéndose al corriente de sus vidas, siempre para Mayte era bonito mirarlo y pasar un rato juntos, aunque hoy habían decidido ya dejar lo que tenían y seguir siendo buenos amigos.

Llegó a su departamento un poco más de la 1:00 am y se percató que Manuel aun no había llegado, tomó su celular para marcarle y tampoco le contestó. Por lo que decidió ir a cambiarse y volver a intentar luego, quizá iba manejando de regreso a casa. Cuando se disponía a llamarlo nuevamente, sintió la puerta abrirse y salió rápidamente de la habitación encontrándose con un Manuel totalmente ebrio acompañado de una muchacha unos cuantos años menor.

— José Manuel Mijares, ¿me puedes explicar que es esto? —soltó de pronto haciendo que ambos se percataran de su presencia.

— Maytis, ella es Angela. Me acompañó porque no podía manejar. —rió.

— Ya veo, mira nada más como vienes Manuel. —se cruzó de brazos. — Que sea la primera y ultima vez que traes a una de tus amiguitas a mi casa. —escupió aquellas palabras y volteó a ver a la muchacha que se encontraba sosteniéndolo. — Y tu niña, ya puedes irte. De este hombre me encargo yo.

Se acercó, la muchacha se alejó dándose la vuelta para irse y ella tomó a Manuel.

— ¿Estás celosa? —preguntó divertido.

— No seas estúpido Manuel. —caminó hacia la habitación.

— ¿Como te fue con tu amiguito guapo? —dijo intentando pegarla a la pared, pero estaba muy ebrio.

— Mejor de lo que imaginas. —sonrió alejándose.

— ¿Qué tienes con él? —la sostuvo de la cintura observándola fijo.

— No tengo por qué darte explicaciones de mi vida. —se alejó bruscamente y levantó el rostro. — Y la próxima vez que quieras acostarte con una... —respiró hondo para no decir una barbaridad e hizo una mueca. — Te la llevas a un hotel, idiota. —dijo aquello y entró a su habitación dando un portazo, sin darle tiempo a Manuel que le dijera algo.

Un mes juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora