Un mes juntos.

18

Manuel se encontraba de espaldas mientras preparaba el desayuno cuando sintió los brazos de Mayte rodearlo por detrás, sonrió y volteó con cuidado para encontrarse de frente con ella.

— ¿Te sientes mejor? —preguntó acariciándole la mejilla.

— Sí gordito, me hizo bien ducharme. —sonrió. — Huele rico.

— Te hice un caldo para borrachos. —rió.

— Ay qué pesado eres, Manuel. —le dió un golpecito en el hombro.

— Auch, y tu agresiva. —enarco una ceja. — Deberías darme un beso mejor, te estoy cuidando. —Mayte negó riendo y le acarició la mejilla. — ¿No?

— Mm.. —rió y se apoyó en la punta de sus pies para lograr quedar un poco más cerca de su rostro, dejó un beso en su mejilla y se alejó. — Ya.

— Mi May... —sonrió y la tomó por la cintura.

— ¿Sí? —lo observó fijo.

— Siéntate, hoy voy a consentirte mucho. —dejó un beso en su frente y se alejó para servir el desayuno.

Mientras desayunaban, Mayte se perdió en sus pensamientos recordando las palabras que le había dicho Manuel la noche anterior, tal vez debería tocar el tema, pero le daba miedo que todo fuese producto de su borrachera. No quería ilusionarse por nada, quizá había sido solo un sueño.

— Hey, ¿estás aquí? —pasó la mano frente a sus ojos.

— Disculpa gordito, ¿me decías? —dijo volviendo en sí.

— ¿Pasa algo? —bebió un sorbo de café.

— ¿Podemos hablar sobre lo que dijiste anoche? —preguntó jugando con sus manos.

— Dije muchas cosas anoche...

— Manuel, hablo en serio. Somos grandes, ya no estamos para rodeos. —suspiró.

— Todo lo que dije es verdad, May. —acercó su mano tomando la de ella. — Vamos, tal vez no soy el más romántico o no me doy a entender muy bien, pero de lo que sí puedes estar segura es que te quiero.

— No lo sé. —mordió su labio inferior. — No quiero equivocarme, no quiero sentirme insegura, no quiero sufrir. No quiero entregarme a ti y que tu sigas coqueteando con otras... con otras mejores que yo.

— Shhh, nadie es mejor que tu. —dijo tomando su rostro. — ¿No te das cuenta que eres la mujer más maravillosa de este mundo? Cualquier hombre que esté contigo seria muy afortunado de tenerte a su lado.

— Yo no quiero a cualquier hombre. —respiró hondo. — Yo te quiero a ti, siempre te he querido a ti ¿no te das cuenta? Nunca dejé de esperarte, ni siquiera cuando me case y te casaste. Manuel, tu eres el amor de mi vida... pero no sé si yo soy el amor de tu vida y tengo miedo de ser solo una distracción para ti.

— ¿Por qué dices eso?

— Porque sigues casado gordo, no sé ni siquiera que es lo que va a pasar entre tu y ella, ¿si de pronto te das cuenta que la sigues amando y quieres volver a su lado? No te culpo, es hermosa, tienen una historia maravillosa, es la madre de tus hijos...

— Mayte, no voy a volver con Lucero. La decisión esta tomada. —dijo mirándola fijo. — No eres una distracción, mis sentimientos por ti siempre han estado. Me tardé mucho en darme cuenta, pero ya no quiero seguir caminando sin tomar tu mano.

— ¿Estás completamente seguro de lo que estás diciendo?

— Lo estoy, Maytis.

— ¿Te das cuenta de lo que esto significa?

— Sí, significa que vamos a estar juntos, pero juntos de verdad, como siempre debimos estarlo.

— Y que no vas a estar coqueteando con ninguna mujer guapa, alta, delgada que  se te pasee por el frente. —hizo una mueca.

— ¿Como? Poquito, sí. —asintió suavemente y le guiñó el ojo.

— ¡No! gordo. —suspiró. — Me dan celos.

Manuel carcajeó y le tomo el rostro entre sus manos, se acercó suavemente y dejó un beso en sus la labios.

— Te ves hermosa cuando estas celosa, Maytecita.

— Y tu te ves muy feo coqueteando con otras. —arrugó la nariz.

— No soy yo, son ellas que se vuelven locas por este hombre guapo. —levantó las cejas.

— Que pesado eres. —se alejó y Manuel la haló hacia él.

— Con la única mujer que quiero coquetear es contigo. —susurró mirando sus labios.

— ¿Ah si? —enarcó una ceja. Manuel asintió suavemente, tomo su mentón y se acercó rozando sus labios con los de ella.