Un mes juntos.

11

A la mañana siguiente, Manuel fue el primero en salir de su habitación, suspiró al darse cuenta que May aún no salía de la suya y caminó a la cocina. Decidió hacer el desayuno para intentar disculparse con ella por lo idiota que fue la noche anterior. Ambos se habían alterado un poco y dijeron cosas que no debían. Sin embargo, seguía pensando que Alejandro era el culpable de que los medios se enterasen de su separación y estadía en casa de Mayte.

Mientras pensaba y ponía en orden todas sus ideas, preparó hot cakes y picó algunas fresas, en esas semanas que había estado conviviendo May, había descubierto que comer aquello la ponía de buen humor. Se encontraba de espaldas a la puerta cuando sintió unos pasos acercarse.

— Buen día Maytis, te tengo una sorpresa. —tomó el plato en sus manos y volteó sonriendo.

— Así que es verdad lo que dicen. —dijo cruzándose de brazos.

— ¡Isabel! —respiró lento al verla. ¿Como había entrado? — ¿Qué haces aquí?

— No Mijares, qué haces tú aquí. —enarcó una ceja sin apartar su mirada de él. — ¿Dónde está mi hermana?

— Eh, ¿sorpresa? —rió e Isa lo observó totalmente seria. Manuel carraspeó. — May aún está en la habitación.

— ¿Mi hermana y tú..? —lo observó y él negó rápidamente.

— ¡No! Que va Isis. —suspiró. — No es mi amante, ni es la culpable de mi separación. Simplemente me permitió quedarme aquí mientras encuentro un lugar donde estar. —dijo rápidamente.

Isabel lo observó fijo. Sabía que ese hombre era capaz de ponerle el mundo de cabeza a Mayte y no quería verla sufrir nuevamente por él como en sus años de juventud.

— ¿No había otro lugar donde quedarte? —preguntó.

— Aunque no lo creas, no. —levantó los hombros.

— Bien, iré a buscar a mi hermana. —se dió la vuelta dejándolo ahí y caminó hasta la habitación de May quien es ese momento iba saliendo.

— ¡Gorda! —gritó y se colocó la mano en el pecho, no esperaba ver a su hermana ahí. — ¿Qué haces aquí?

— Otra más, ¿no soy bienvenida a esta casa o qué? —se cruzó de brazos.

— ¿Por qué dices eso? —preguntó.

— Porque Manuel también me lo preguntó. —May se puso sería al escuchar el nombre de su compañero de casa.

— ¿Manuel? Ah... —sonrió un poco.

— Sí, él. —tomó a su hermana del brazo y se metió con ella a la habitación. — Ahorita mismo me vas a decir que está pasando entre ustedes, Maria Teresa.

— No está pasando nada, Isabel. —se alejó.

— No me digas que no está pasando nada, Manuel y tu viven juntos.

— No hay nada entre nosotros si eso es lo que piensas. —dijo seriamente. — Y no lo habrá. —culminó recordando la noche anterior.

— Conozco a Manuel, y te conozco chi. —suspiró. — Sé que aún lo amas.

— Aunque esté separado, sigue casado gorda. Él está aquí mientras encuentra un lugar a donde ir, todo está bien. —sonrió para calmarla e ignoró lo que había dicho de sus sentimientos hacia él.

— ¿Segura? Me preocupa que vayas a sufrir, o que la gente invente cosas.

— Manuel y yo solo somos amigos. —suspiró. —Discutimos anoche, piensa que Alejandro fue quien dijo a los medios que él está aquí, y yo pienso que fue ella.

— ¿Alejandro..? —abrió los ojos.

— Sí, él. —rió.

— ¿Cómo sabe que el gordo está aquí?

— Porque yo lo invité y se vieron. —jugó con sus manos.

— Mayte...

— No digas nada. —la miró con las mejillas rojas e Isabel negó suavemente, sabía que su hermana se estaba metiendo en aguas peligrosas.

— ¿Por qué piensas que fue ella? —indagó.

— Manuel me contó que se molestó cuando el le dijo que se estaba quedando aquí. Ni siquiera lo dejó ver a los niños.

— Quizá pensó que ente ustedes pasa algo. —May asintió.

— Lo mismo le dije a él, pero no sé Isa. —suspiró. — ¿Donde está?

— Lo vi en la cocina preparando Hot Cakes. —aquello la hizo sonreír.

— ¿Vamos? Tengo hambre. —se acercó rápidamente a la puerta.

— May... —dijo deteniéndola.

— ¿Mm? —volteó a verla.

— Ve con cuidado. —dijo acercándose para abrazarla. No podía hacer más que estar con ella, Mayte ya no era una niña y si metía la pata, ahí iba a estar ella para ayudarla.