LXIII

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En la mañana me desperté gracias a la gentil voz de Lisa que me recordaba que eran las 5 de la mañana y tenía que llevarme a casa antes de las seis. La miré con suspicacia cuando interrumpió mis tres cortas horas de sueño.

- Cinco de la mañana Jennie.

- Entiendo. ¿Puedo irme así? Pienso regresar a casa y dormir. - dije con tono adormilado.

- Sí. Puedes dormir en el auto, solo dame las llaves de tu casa para que te lleve directo a tu cama.

- Están en la cocina.

- Vale, voy por ellas. Mientras ponte alguna de mis zapatillas, están en el armario.

Me levanté de la cama y rebusqué alguna zapatilla de Lisa en su armario. Tomé las primeras que vi y me las puse en los pies. Salí de la habitación y Lisa me levantó en sus brazos mientras yo volvía a dormir.

- La bolsa. Dámela. - le pedí a Lisa.

Ella tomó la bolsa ágilmente y la colocó en mi regazo. Después, dormí profundamente.

LISA POV:

Tenía a Jennie entre mis brazos mientras bajábamos el ascensor hacía el sótano donde estaban los autos. Me gustaba verla dormir, y más cuando lo hacía cerca de mí. La amaba, la amaba como nada en este mundo y era lo único que me importaba, lo único que veía como importante, por lo cual valdría la pena perderlo todo.

Ella era mi razón.

Cuando estuvimos en el sótano, fui directo a mi auto. La acomodé en el lugar del copiloto y la besé en la mejilla mientras le colocaba el cinturón de seguridad de la manera más extraña. Tomé un momento para observarla, así, vulnerable y sin ningún tipo de defensa personal visible. Era hermosa, la mujer más hermosa que haya conocido jamás, la dueña de mi mundo, con la que quería compartir mis días y despertar a su lado todas las mañanas.

La amaba. Tuve que pasar por momentos de confusión hasta llegar a la conclusión de que era mi persona ideal, la mujer a la que había esperado durante mucho tiempo. Era ella a la que amaría para toda la vida.

Cuando me detuve frente a la casa de Jennie, observé el interior asegurándome de que su madre aún no estuviera ahí y así poder infringir en su casa y dejarla dormida en su habitación. Bajé a Jennie ágilmente del auto y tomé la bolsa de plástico para ponerla en su regazo y encaminarnos a la acera de su casa. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta dejándonos entrar con sumo cuidado. Cerré la puerta detrás de mí con la pierna y caminé hasta las escaleras para subirlas con Jennie en mis brazos.

Me adentré en el cuarto de Jennie y la deposité en su cama delicadamente cuidando que no se despertara. La bolsa de plástico que llevaba en su regazo la puse en el sillón que se situaba a un lado de la ventana con vista a la calle.

Miré el exterior y recordé aquél momento, aquél momento en el que la espié, en el que vi cómo se preparaba para verme, para encontrarnos una vez más a espaldas de todo el mundo, ocultando lo que sentía por ella y toda la confusión que encarnaba en mí el contacto de su piel con la mía. Recordé cada instante que había pasado junto a ella, averiguando si de verdad la amaba o solo era un acostón como cualquier otro. Fue en ese momento, cuando la vi destrozada en el cuarto del hotel, cuando la vi completa y absolutamente destruida supe que necesitaba estar con ella, que hubiera dado cualquier cosa por terminar con mi trabajo de cuarta y darle todo a ella y a nadie más. Me había gustado sentirla sobre mis piernas y no necesariamente desnuda, sino protegiéndola de cualquier cosa que pudiera hacerle daño. La quería así para toda la vida.

Estaba completamente enamorada de Jennie Kim.

Me alejé de la ventana y me senté en la orilla de la cama donde Jennie aún seguía dormida. Puse mi mano derecha al costado de su cuerpo y me incliné delicadamente sobre su rostro. Acerqué mis labios hacia los suyos hasta juntarlos en un beso suave y delicado.

- Hm...

Me separé rápidamente de los labios de Jennie encontrándomela sonriendo de una manera divertida.

- Hola. - le sonreí mientras acariciaba su frente. - ¿Cómo dormiste?

Arrugó la nariz y me sonrió abiertamente. Se frotó los ojos y se estiró sobre la cama libremente.

- He dormido muy bien. - dijo con voz ronca.

- Me alegro, mi amor.

Le acaricié la mejilla y pude sentir su suave piel hacerme estremecer.

- Tengo que irme.

Miré a Jennie y besé su mejilla.

- Bésame en los labios. - me ordenó. - bésame como nunca lo has hecho. Te lo pido.

Sopesé las palabras de Jennie, que me calentaban como un horno, y de verdad quería volver a estar dentro de ella, que se retorciera debajo de mí y pidiera por mí, pero ya no era lo único que quería de ella ni lo que más me gustaba. Me acerqué despacio a su rostro, tomándolo entre mis manos y observando sus deliciosos labios. Mi dedo índice levantó su mentón y lo acarició lentamente mientras hacía contacto con sus labios. Los acaricié con los míos y los rocé varias veces hasta plasmar un beso entre ellos.

Me encantaba besarla, me encantaba sentirla tan profundo que con tan solo pensar en tener su aliento cerca del mío me hacía suspirar y quererla junto a mí toda la vida. ¡Maldita sea! La amaba de verdad.

Seguí besándola lenta y suavemente, hasta el calor de nuestro beso se fue intensificando y aumentando a medida que nuestros cuerpos se juntaban aún más. La besé ferozmente, casi devorándole la boca, pero no me importaba, era completamente ignorante de todo lo que pasaba a mi alrededor. No me importaba nada más que no fuera Jennie.

Empecé a abalanzarme lentamente contra su delicado pero hermoso cuerpo, hundiéndola sobre la cama y acorralándola con el peso de mi cuerpo. Pasé mi mano por detrás de su espalda baja y la empujé hacía mí de manera que sentí como mi miembro chocó contra su pelvis. Ella gimió y alzó sus brazos hasta mi cuello, me atrajo hacía ella y me besó todavía más apresuradamente.

Nos separamos lentamente para tomar un respiro y mirarnos a los ojos.

- Te he besado como jamás te había besado. - le informé mientras apretaba con delicadeza sus caderas.

- Me di cuenta. - mordió su labio inferior y me sonrió gentilmente.

- Te amo, Jennie.

- Yo aún más.

- No lo creo. - le guiñé un ojo y me levanté de su cuerpo. - Tengo que irme. Tu madre no tarda en llegar y no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

Le di la espalda y me asomé por la ventana a ver si el auto de su mamá no estaba afuera aún.

- Lisa... - susurró mi nombre.

- ¿Sí?

- No me juzgues, nunca.

Me volví para mirarla con confusión y acercarme a ella.

- ¿De qué hablas? - le pregunté mientras acariciaba su rostro repetidas veces.

- No, no lo sé. El sueño me ha atarantado, pero... promete que nunca me juzgarás.

- Nunca lo haré amor. No hay razones por las cuales juzgarte. - me puse en cuclillas frente a ella y besé sus labios nuevamente.

Sus manos acariciaron mi rostro y me atrajeron cada vez más a su rostro.

- Tengo que irme Jennie.

Sentí como a Jennie le costó trabajo soltarme y dejarme salir por la puerta de su habitación, pero al final me dejó ir.

- Te mando un texto en la noche, ¿sí?

- Lo esperaré con ansias. - le guiñé un ojo y bajé las escaleras despacio.

Quería regresar corriendo para estar de nuevo a un lado de Jennie, pero le había prometido a mi madre llegar a su desayuno, a su tan alabado desayuno donde estaría Irene. Me tendría que enfrentar a ella todo el estúpido desayuno, pero no me importaba, a pesar de lo que ella sospechaba de Jennie, era totalmente absurdo. Ella no podía estar embarazada, era muy chica aún y se había cuidado todo el tiempo.

- ¡Te amo! - exclamé antes de abrir la puerta y salir de la casa de Jennie.

- ¡Yo más! - me contestó desde su habitación.

sex instructor; jenlisa g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora