2. III

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Logan me subió a su auto sin parar de hablar. Entendía que no quería que me durmiera, pero al igual que muchos en cuanto al dolor, necesitaba dormir para que bajara más rápido. A pesar de todos mis intentos por intentar que Logan me dejara dormir, llegamos al hospital donde él me aseguró que trabajaba y me bajó en brazos hasta llegar a la entrada del hospital, donde varias enfermeras asistieron de inmediato a Logan.

– ¿Puedes darme tu nombre? – me preguntó una mujer guapísima.

– Jennie, Jennie Kim. – le dije mientras me sentaban en una camilla.

– Jennie, limpiaremos tu herida y el doctor Logan vendrá en pocos minutos para suturar la herida, ¿está bien? – anunció amable.

– Claro que sí.

– Mi nombre es Im Jin-Ah.

– Gracias Jin-ah. – dije entre dientes.

Jin-ah tomó un par de gasas y les vertió un líquido transparente. Localizó mi herida y la limpió con el líquido provocando una descarga eléctrica en todo mi cuerpo.

– Ouch. – me quejé.

– Duele un poco, lo lamento.

Arrugué la nariz y enterré mis uñas en la manta quirúrgica que cubría la camilla.

– ¿Duele mucho? – preguntó Jin-ah detrás de mí, aun limpiando la herida.

– No tanto como dar a luz a un hijo. – dije algo burlona.

– ¿Tienes hijos? – preguntó sorprendida.

– Uno.

– ¿Qué edad tiene? – preguntó interesada. – supongo que acabas de tenerlo no hace mucho.

– Cuatro años.

Jin-ah se asomó para mirarme y encontrar una de las sonrisas más sinceras y darse cuenta que no estaba para juegos. Abrió la boca con sorpresa y siguió hablando.

– Pero...

– Tengo casi veintidós años. A Jung lo tuve a los dieciocho.

– ¿El padre es guapo?

– Es madre, y si. Guapísima. – comenté mordiendo mi labio inferior al recordar a Lisa.

– Vale, que tal vez venga a verte cuando sepa lo que te ha pasado.

Tragué saliva e intenté ocultar las lágrimas que se asomaban por mis ojos.

– Ella... ella está de viaje. – mentí.

Agaché la mirada y dibujé líneas imaginarias en la camilla para distraerme un poco del hecho de que Lisa ya no estaba más conmigo.

– Señorita... Kim. – dijo una voz parcialmente conocida.

Subí la mirada y me encontré con el guapísimo doctor Logan. A decir verdad, nadie que hubiese conocido le llegaba si quiera a los talones a Lisa, pero Logan... joder, ese hombre iba a causarme problemas con esa mirada tan seria y profunda que emanaba de su alma. Sus ojos puramente azules te hacían sentir en el fondo del océano y su piel estaba perfectamente bronceada y las facciones de su rostro estaban marcadas profundamente dándole un aspecto varonil y perfecto. Su barba a penas le crecía, pero no lo hacía ver mal, al contrario, le daba otro porte. Su cuerpo parecía trabajado y moldeado gracias a las horas de ejercicio que suponía hacía.

– Ahora también sé tu apellido. – jugó mientras dejaba la carpeta con mis datos en la mesita que se situaba a un lado de la camilla.

– No sé el tuyo.

sex instructor; jenlisa g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora