II

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Después de unos minutos Rosé llegó tomada de la mano de un chica alta, de cabello negro y ojos color miel. Era realmente linda. Me pidió que se quedara en mi casa. Pues claro, soy la chica con una casa prácticamente sola todo el tiempo. Mi madre trabaja como enfermera en el hospital y siempre pide horas extra. Solo de vez en cuando puedo verla. Y mi padre es miembro de una firma de abogados; nunca está en casa. Entonces tuve que decirle que podía quedarse. La chica tenía auto así que nos fuimos en su auto. Cuando llegamos a mi casa, les ofrecí el cuarto de visitas. Las dos se metieron y bueno, sus gritos se escuchaban hasta mi cuarto, el cual está al fondo en el segundo piso.

A la mañana siguiente no pude contenerme y hablé al número que había anotado ayer.

- Buenos días - dijo una voz femenina.

- Ahm, hola... Quería pedir informes acerca de las clases que dan.

- ¿Qué le gustaría saber? - me preguntó.

- ¿De qué son las clases?

- Sexo - lo dijo tan claro que por poco se me sale el corazón por la boca.

- ¿Sexo? ¿Cómo podría enseñarse el sexo? - la reté.

- Fácil. Se enseñan posiciones y tácticas para conseguir los orgasmos, por ejemplo. También lo que hago es enseñarles cómo le gusta el sexo a la mayoría - habló.

- ¿Cómo funcionan las clases?

- Pues, usted hace una cita conmigo, el día que quede la cita tiene que venir. Se toman sus datos y unas pruebas de sangre, no quiero que me contagien de algo. Después se procede a la primera clase, que es gratis.

- ¿La clase es práctica o ilustrativa?

- Práctica.

¡Dios! ¡Esta mujer enseña a las mujeres a tener sexo teniendo sexo con ellas!

- ¿Puedo hacer una cita?

- Por supuesto. ¿Su nombre?

- Jennie... Kim - dije insegura.

- Okey, su cita está agendada para el día de hoy a las 3:30 de la tarde. La espero con ansias señorita Jennie.

- Hasta luego - colgué rápido y tomé una bocanada de aire.

¿Pero qué estaba haciendo? Esto no era posible.

¿Qué has hecho Jennie? Me repetía a mí misma. Salí de la cama y bajé las escaleras para desayunar. Abrí el refrigerador y vi una nota pegada al envase de leche.

"Joy quiso llevarme a desayunar. Vuelvo a las 5"

- Rosé, ¿cuándo crecerás? - tomé la notita y la arrugué con mi mano. La tiré a la basura y saqué el jugo. Me serví en un vaso y empecé a ingerirlo. Saqué unos panqués y los metí uno por uno a mi boca. Cuando terminé puse todo en su lugar y subí a mi cuarto para cambiarme e ir a correr. Estaba corriendo, inhalando el aire de la mañana; dulce y fresco. A los treinta minutos de haber corrido, bajé la velocidad y me pasé por la casa de Jisoo, mi otra mejor amiga.

- ¡Jennie! - gritó cuando abrió la puerta. - ¿Qué te trae por aquí?

-Solo quería saber cómo estabas - le dije mientras besaba su mejilla.

- He estado muy bien, tía - su acento británico aún no desaparecía a pesar de que ya llevaba residiendo en Philadelfia un buen rato. - ¿Tú cómo has estado? - me preguntó.

- Bien. La escuela es más ligera - admití.

- Uhm - suspiró. Un grito se escuchó dentro de la casa. Jisoo se volvió para averiguar qué pasaba. - Creo que tengo que irme. Envíale saludos a Rosé de mi parte - se metió a la casa y yo regresé con mi trote hasta llegar a casa. Jisoo había tenido que dejar la escuela después de que su padrastro violó de ella y la dejó embarazada, por suerte se encontró con Tzuyu, quien había estado enamorada de ella desde siempre. Ella está terminando la universidad y trabaja para mantener a Jisoo y a Louis, su hijo. Cuando llegué a casa, me metí a la ducha. Me vestí con unos jeans ajustados, una blusa de tirantes blanca y encima un suéter de lana color azul grisáceo. Metí mis pies en mis UGG's beige y acomodé mi cabello en una coleta.

Cargué mi celular y le llamé a mi madre.

- ¿Hola? - dijo mi mamá por la bocina.

- Mami - exclamé feliz.

- ¡Mi vida! ¿Cómo amaneciste chiquita? - me preguntó entusiasmada.

- Bien. Hace mucho frío - me quejé.

- Lo sé. No han dejado de anunciar en las noticias una posible nevada - dijo.

- Ok, que no hay nada mejor.

- Siempre te ha gustado la nieve - supe que sonrió por el tono de voz. - Bebé, mi paciente está esperando.

- Mamá, solo quería pedirte el auto prestado. Tengo que ir al centro a recoger unas cosas para el colegio, pero no tengo ganas de caminar hasta la parada de taxis.

- Bien, pero ten cuidado y mándame un texto cuando llegues a casa ¿de acuerdo? - dijo con tono serio.

- Si mami. Te amo. Cuídate, besos - terminé la llamada y aventé el celular a la cama. Me recosté un rato y cerré mis ojos.

La alarma de mi celular empezó a sonar. Lo tomé y vi la hora. 3:35.Me levanté de un brinco de la cama y saqué una chaqueta abrigadora de mi armario. Corrí escaleras abajo mientras cubría mi cuerpo con la chaqueta. Tomé las llaves del auto de mamá y salí rápidamente de la casa.

Manejé hasta el centro y estacioné el auto en el parque, que no quedaba tan lejos del edificio donde me encontraría con la "profesora" por decir algo.

Caminé hasta el edificio sintiendo cómo el frío se pegaba a mis piernas y a mi rostro. Me detuve frente a la puerta de madera y le di unos golpecitos a la ventanita.

Una tipa abrió.

Me paralicé cuando vi su rostro. Cabello negro, piel un poco pálida, ojos marrón y labios gruesos y rosados. Era perfecta.

- Pasa - me ofreció mientras me dedicaba una sonrisa de lado

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- Pasa - me ofreció mientras me dedicaba una sonrisa de lado.

- Gracias - di un paso al frente y sentí calor. Delicioso calor. Avancé unos cuantos pasos más y vi una pequeña salita con una mesa en el centro. A un lado de la salita se veían unas escaleras que llevaban a varios cuartos. Me pregunto qué habría ahí.

- Hola Jennie. Me llamo Lisa Manoban.

- Hola Lisa - le dije mientras extendía mi mano y la estrechaba con la suya.

- Yo seré tu profesora.


(...)

No se les va a caer el dedo por votar

sex instructor; jenlisa g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora