2. XII

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Las jodidas invitaciones ya estaban por entregarse, menos dos, y yo sabía perfectamente para quién serían, empezaba a sospecharlo y aunque intentara negar de quién era esa inicial, no podía seguir engañándome a mí misma, pero no me espantaba el hecho de volverla a ver, me daba miedo que ella se descontrolara y comenzara a reclamarme por el daño que tal vez le hice, pero no estaba segura de haberle hecho daño.

- ¿Tengo que hacerlo yo misma? - volví a preguntarle a Bradley, mi jefe.

- Bueno, sí.

- Pero...

- Si esto es un contratiempo no tienes que hacerlo, Jennie. - dijo mientras su labio se apretaba con decepción.

- No, es solo que, sé que ambos son unas personas ocupadas y no me gustaría interrumpirlos.

- Bueno, estoy seguro que sabrás cómo manejar esa situación. - se sentó en su escritorio y siguió ordenando las carpetas con los documentos de la empresa.

Suspiré frustrada y salí de la oficina del Sr. Bradley. Estaba disgustada, enojada y temerosa. No quería ver a Robert. No necesitaba volver a verlo de la mano de mi mejor amiga y menos volver a hablarle. Me frustraba. Yo lo había dejado por su mejor amiga, por la única persona en la cual confiaba quizá, pero era mi trabajo, tenía que hacerlo y dejar de lado mis miedos y mi ego, enfrentarme a mi pasado después de casi cuatro años.

Salí del edificio y me subí a mi auto y manejé con cuidado a la dirección que marcaba el GPS. La máquina inútil me llevó a una casa enorme, casi tan grande como la casa blanca. A la entrada se veía una cerca con vigilancia integrada. Estacioné el auto cerca de la avenida y me bajé para entregar la invitación. Me acerqué sigilosa al mostrador de la caseta de vigilancia y noté a un policía atractivo revisando las cámaras de seguridad.

Aclaré mi garganta para poder hablar. - Disculpe.

El hombre se dio vuelta y me prestó atención.

- Buenas tardes. - dijo con tono seductor.

- Hola. - le sonreí ignorando el hecho de que parecía que iba a coquetear conmigo. - Estoy buscando al señor... ¿Robert Williams?

- Am, sí, claro. ¿Quién lo busca? - preguntó ahora más profesional.

- Vengo en representación del señor Bradley Hamilton. - cité el nombre de mi jefe.

- Le notificaré a la secretaria del señor Williams que pasará. No tardo. - dijo mientras cogía el teléfono y marcaba un número desconocido para mí. - ¿Cuál es su nombre, señorita? - preguntó al tiempo que tapaba la bocina del teléfono.

- Jennie Kim.

- Pase, señorita Kim.

Y todo mi mundo dio vueltas, mi pasado se apoderó de mis entrañas privándome de respirar y de pensar correctamente. Me incorporé y volví al tiempo presente, olvidando la voz de Lisa llamándome de esa manera.

- Gracias. - le sonreí al policía disimulando mi estúpido y agonizante dolor al mezclar la realidad con algo que ya no existía.

El policía abrió la reja para dejarme pasar. Caminé hasta la entrada y en cuanto entré me recibió un hombre más arreglado que el mismo Rey de España. Llevaba un traje verde, de esos que parecen de militar, pero al mismo tiempo de cadete. Me sonrió y me saludó con una reverencia agachándose ante mí. Le sonreí algo tímida.

- Usted debe ser Jennie, el señor Robert la recibirá en unos momentos. - dijo una mujer rubia que se encontraba detrás de un mostrador.

- Gracias.

sex instructor; jenlisa g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora