Siento mi corazón explotar y de mis pulmones desaparecer el aire, por inercia me siento en la banca que se encuentra tras de mí evitando caerme al suelo al sentir mis piernas flaquear y mi cuerpo debilitarse. Miro hacia un punto fijo de aquel gran árbol que está a unos cuantos metros de distancia de donde me encuentro. Siento picor en mis ojos, amenazando que lágrimas saldrán a flote, pero aún así les niego el acceso, simplemente no quiero hacerlo, no quiero derramar lágrimas. No quiero llorar. Una opresión en el pecho y un nudo en mi garganta se hacen presentes, de inmediato esa imagen de lo que presencié hace unos cortos instantes vuelve a aparecer.He perdido a mi amor, sin saberlo ni darme cuenta lo he perdido, en este punto de mi vida que me sentía feliz y completamente diferente. Se fue, se acabó. De la manera en la que menos lo espere ni imaginaba presenciarlo.
A este punto mis lágrimas caían sobre mis mejillas, un corazón se había roto en mil pedazos.
Era una tarde muy hermosa, el viento soplaba leve y un aura de seguridad y decisión me invadía, era el momento, mi decisión estaba más que clara, quería que formará parte de mi vida eternamente, estaba en completa seguridad que de ahora en adelante quería pasar el resto de mis años a su lado y envejecer juntas hasta que la muerte nos separara. Llegué a casa más temprano que de costumbre. Baje del auto y me dirigí escaleras arriba, me detuve en el primer escalón antes de subir. Mire las flores que llevaba conmigo y percibí su olor, esas flores eran sus favoritas y que más que perfectas para la ocasión, una amplia sonrisa y subí el resto de las escaleras con entusiasmo hasta llegar al departamento. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la cerradura de la puerta para entrar. Entré de manera cuidadosa evitando hacer cualquier tipo de ruido y ser descubierta, todo estaba en absoluto silencio... mi nerviosismo se presenció y mi corazón latía con fuerza debido a la emoción que sentía. Mire a mi alrededor y no había presencia de ella. Entre completamente y cerré la puerta tras de mí, comencé a buscarla con la mirada sin tener éxito alguno, busqué en el comedor, la sala, la cocina y nada. Mi último recurso, la habitación. Volví a subir escaleras y mientras me dirigía hacía allí escuché ruidos extraños, que a medida que me acercaba se hacían más claros.
Trague grueso y con mi mano temblorosa tire de la perilla y abrí la puerta. Nunca debí haberlo hecho, tal escena hizo que mi alma cayera hasta mis pies. Ella besaba a alguien más mientras era fuertemente embestida, soltaba maldiciones y pequeños gemidos en protesta, lo disfrutaba, claro estaba.
Al notar mi presencia ambos pararon lo que estaban haciendo, ella abrió los ojos de manera exagerada mientras me miraba. Dio un brinco de la cama y se paró frente a mí, abrió la boca intentando decirme algo pero simplemente las palabras no le salían. Trató de tomar mi rostro entre sus manos, pero enseguida me aparté, estaba en estado de shock intentando procesar todo, la imagen de ella teniendo sexo con alguien más, de ella entregándose a alguien más que no era yo, me perturbaba. Miré por breves segundos las flores con tristeza y las arroje al suelo, di media vuelta y salí de la habitación de manera apresurada. La oía gritar mi nombre llamándome pidiendo que la esperara, petición que no obedecí y me dirigí a la puerta. Escuché sus pisadas tras mío y me tomó del brazo con delicadeza pero de manera firme, me detuve y la encaré.
- Liz... yo... lo siento, él... él me gusta. Perdóname. - dijo, mientras hacía un esfuerzo por no llorar y me miraba con lástima.
- ¿Sabes? Hubiera preferido millones de veces enterarme de otra manera Jen... esta no era manera de hacerlo. No debiste... yo... no debiste haber jugado conmigo. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Acaso, ¿no fuí lo que esperabas? ¿Desde cuándo pasó? En que momento dejaste de amarme, en que momento dejaste de mirarme con amor y anhelo, en que instante se perdió la chispa y dejaste de tener sentimientos por mí... en que momento... hace cuánto... ¿hace cuánto perdí tu corazón? - Pregunté en un hilo de voz. Me miró, y sus ojos me dieron la respuesta, hace ya mucho la había perdido. Lo entendí y volví a hablar.
- Jen, yo te amo... Te amo tanto como no tienes idea. Mi corazón sigue latiendo por ti con la misma fuerza que late desde que te vi por primera vez. Mis ojos te miran con el mismo amor e intensidad que lo hacen desde hace tiempo, mi pulso sigue acelerándose cada que te tengo cerca como en un principio cuando no éramos nada, mi mente sigue pensando en ti a todas horas como cuando éramos adolescentes y me gustabas, sigues apareciendo en mis sueños cuando duermo, sigues siendo el motivo de mis sonrisas como cuando soy feliz. Simplemente lo eres todo, cada parte de mi ser vibra por ti. La chispa en mi interior no se ha apagado, sigue encendida. Mi corazón... mi corazón sigue perteneciendote y yo... yo sigo siendo tuya, de nadie más. Te pertenezco y siempre lo haré, te amo y siempre lo haré... de eso no tengas la menor duda, mi corazón te pertenecerá siempre, eso... está más que decidido. Pero ahora, sé que tú no me perteneces y mucho menos tu hermoso corazón, tu pensamiento y perfecto cuerpo le pertenecen a alguien más... y se encuentra ahí adentro. Yo, salgo sobrando aquí Jen, en tu vida ya no estoy yo, sino él. Anda y ve donde crees que eres feliz realmente, olvídate de mí y de lo que hubo entre tú y yo alguna vez, y haz de cuenta que nunca me conociste, haz de cuenta que nunca forme parte de tu vida y sé feliz, sé feliz sin mí por favor.
- Liz, yo... - intentó hablar pero la interrumpí - No, no digas nada. Por favor. Ahora lo mejor es que me vaya, ten una linda vida y sé muy feliz, ¿sí? - dije, tome su rostro entre mis manos y le sonreí - Te amo. Hasta nunca amor mío, mi pequeña Jen. - Di un beso en su mejilla y salí de ahí, oí su llanto intensificarse y con ello mi nombre pronunciar. Eso me partió el alma pero no me detuve, no podía hacerlo, había salido de su vida ya no era yo quién debía consolarla y cesar su llanto, ya no.
Ahora estaba en aquella banca recordando todo, con los codos apoyados en mis rodillas y mis manos sosteniendo mi rostro, al fin terminando de procesar aquel desgarrador acontecimiento. Respiré hondo y de mi bolsillo saqué una pequeña cajita cuadrada en un tono rojo brillante intenso. La abrí con lentitud y en ella podía contemplarse el anillo de matrimonio que había comprado el día anterior con esmero, esta misma tarde... le pediría que fuera mi prometida, le pediría que unieramos nuestras vidas y fuéramos felices ambas, plenamente felices. Hasta el fin de nuestras vidas.
Dejé la pequeña caja aún lado mío y sostuve con mis manos el brillante anillo, sonreí con cierta nostalgia y tristeza que me inundaban en ese instante. Sin duda alguna no me imaginaba nada de lo que ocurrió, una última lágrima corrió por mi mejilla mientras seguía sonriendo. Tome el anillo con dos de mis dedos y lo puse aún lado de la pequeña caja, me levanté de mi asiento y contemplé el cielo.
- Ella ahora es feliz, ella será feliz con quien realmente quiere, eso es lo importante. - dije mientras mi sonrisa se hacía más amplia. Di una última mirada al anillo, gire media vuelta emprendiendo camino hacia otro lugar... me iría muy lejos, empezaría mi vida desde cero. Lejos de ahí, lejos de ese lugar donde una vez conocí a mi primer y único amor, al amor de mi vida.
"Vive una vida sin tristezas ni remordimientos, espero te haga sentir como realmente deseas, te llene de besos y caricias siempre y este contigo, hasta su último día de vida...
Como yo no pude hacerlo"
Fin.♡