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Diferente.

Desperté para empezar mi maldita rutina otra vez.
Miles de veces lo hacía y, algunas veces, me aburría de hacer lo mismo.

Esta vez, al terminar de vestirme, entré al coche y pisé el acelerador, tan pronto como pude.

No me apeteció comer en casa, sabiendo que lo más probable era que mi desayuno no sería cómodo, debido a las miles de llamadas y mensajes que mi novia me mandaba todas las mañanas. Me sentía diferente sin tantos empalagues por parte de ella. Llegaba a ser estresante y acosadora.

Me gustó la idea de comenzar mi mañana diferente a las otras mañanas. Me dirigía al gimnasio a empezar la rutina de mis vacaciones, era el sexto día que asistía a entrenar y ejercitar.

Cuando terminé todos los ejercicios y todo mi entrenamiento, salí de inmediato para ir a casa y ducharme. Tras una larga y relajante ducha, revisé mi celular, donde habían más de veinte mensajes de mi novia. ¡Qué estrés! Preferí no ver ninguno de ellos y salir a comer fuera de casa, ya que ella sería capaz de ir a buscarme hasta mi casa. Tan así se ponía el asunto...

Tomé las llaves del coche y salí de mi casa. Una vez dentro, me dirigí a una cafetería, más o menos cercana, donde servían un exquisito café. Era mi favorita desde que era más joven. Desde los 17 años.

Al llegar, noté que había poca gente. Entonces me acerqué a pedir las ordenaciones y, tras pedirlas, me senté cerca de una ventana. No fue necesario que les diera mi nombre para que me identificaran, ya que era cliente frecuente y los servidores eran muy amigos míos.

Cuando solía ser más joven, visitaba este lugar y otros cuantos más en compañía de mis mejores amigos del bachillerato y la universidad.

Los mejores años, sin duda.

Instantes después de sentarme, me distraje un poco y comencé a jugar con mis pulgares. Luego jugué con mis mejillas y volteé al vidrio de la ventana para verme hacer caras raras. Observé mi cabello pelirrojo y lo acomodé. Mi mirada dejó de enfocarse y me di cuenta que alguien detrás de mí me observaba. Era un chico, cabello corto, castaño oscuro, mirada seria, piercing en la nariz y estaba tatuado, al igual que yo. Dejé de mirarlo por el vidrio de la ventana y lo miré, directa y "disimuladamente". Me sostuvo la mirada durante unos segundos, pero la desvió, debido a que dijeron su nombre para que recogiese su café.

Pronunciaron "Austin" y supe su nombre. Se levantó para ir por su café y, cuando lo tuvo en sus manos, me dirigió una corta, pero penetrante, mirada y se dispuso a salir del lugar. Era la primera vez que veía a ese hombre en la cafetería, pese a que venía con mucha frecuencia ultimamente.

No le presté importancia y tomé mi celular, registrando algunas cosas del trabajo. Yo era el segundo jefe, líder y administrador de la empresa de carrocerías de la familia. Que en conjunto con mi hermano en New Jersey, mi padre, el hermano de mi padre, mis primos y yo controlábamos.

Luego de unos minutos, dijeron mi nombre. Yo me levanté de mi asiento y recogí mi café. Le pagué a Tania, una buena amiga, y salí de allí, sonriente.

Hoy el día lucía muy diferente. Seguro que era porque no tuve señales desesperantes de Maddie, mi novia.

Another Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora