16.

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Dos piezas.

Juntemos las piezas... Sí tiene algo de bueno. Lo juro.

Pero yo no busco unir o juntar todas las piezas. Sólo busco juntar dos piezas.

Sólo dos piezas. Una se llama Tú y la otra se llama Yo. ¿Tú y yo juntos? ¿Te agrada la idea?

Así continuó la historia...

-Y bien, por eso es que no tenía adónde ir... -le comenté, tomando asiento en el sofá de su departamento.

-¿En qué sentido? -él cuestionó de nuevo. Yo incliné mi cabeza, pensativo.

-Bueno..., no tenía a dónde acudir -reí-, por eso prefiero estar perdido, contigo.

Él me dedicó una ligera sonrisa. Habíamos estado jugando videojuegos durante un largo rato en su departamento. Ahora estábamos descansando. Era agradable la idea de un departamento, en especial si vives solo. Hay poco espacio, sí, pero igual no te sientes tan solo como en una casa enorme.

Comenzamos a hablar de "las piezas". El tema vino a flote de pronto. Demonios... Se sentía muy bien estar por fin junto a él.

Sin preocupaciones.

-¿Y para qué llevas eso? -preguntó, mirando hacia mi cámara; la cual, podría jurar, llevaba casi a todas partes.

-¿No te agradaría tener fotos conmigo? -sonreí de oreja a oreja, mirándole.

-¿Para qué? -frunció el ceño, confundiéndome-. ¿Para que cuando ya no estemos juntos te molestes y las rompas en pedazos? ¿Para eso?

Eso me molestó.

-Austin..., ¿Tan pronto piensas en otra separación? -lo miré, enojado. No me había sentido tan enojado con él... Nunca antes.

-Tienes razón... Pero... Yo... -trató de retractar aquello que dijo. Pronunciaba todo tranquilamente, mientras me miraba. Yo estaba que reventaba del enojo... No servía de nada que se retractara.

-Cállate, ¿quieres? -bufé luego de que se calló-. ¿Así es como planeas que me quede contigo? -reí, sarcástico-. El día que me enoje contigo, como lo estoy ahora, ese día, justamente, voy a partir las fotos en dos, pero me voy a quedar con tu mitad. Tú te quedarás con la mía. Para que duela, ¿no? Un recuerdo constante de que estamos separados. Justo como haces ahora. Me recuerdas que lo arruiné como si no me quedara claro. ¿Y a ti no te quedaba claro que enserio estaba confundido...? ¿Puedes ver lado positivo a esto, por favor?

-Entiendo, entiendo... Lo siento, ¿sí? Es... inevitable... Yo no me puedo controlar algunas veces... Tan sólo voy hacia ello, Alan, ¿entiendes? Lo dejo fluir...

Yo reí como imbécil, irrumpiendo lo que Austin quería decir. Por Dios...

-Sonaste como todo un hippie -volví a reír. Incluso había hecho ese movimiento relajante.

-Y tú como todo un bipolar...

Ambos reímos. Austin tenía razón. Había sido bipolar. Pero él también. De bien a mal y de mal a bien. Es un avance, ¿no? Negué con la cabeza, aún riendo. Él seguía acompañando mis risas también.

-La razón por la que tengo esta cámara conmigo es para capturar los momentos -hablé tras las risas-. Es agradable hacerlo. Mantenerlos, ¿entiendes? En especial si...

Callé. No podía terminar esa frase, debido a mi sonrojo. Por favor, Alan Ashby. ¡Y me sonrojé más! Hacía tiempo que no sentía esas sensaciones. Era como volver a respirar buenas bocanadas de aire. Él me miró, atento. Inclinó su cabeza hacia un lado, esperando que terminase. Pero me daba pena. Luego rió. Eso me estremeció. Las cosquillas envolvieron mis muñecas, pasando por mi pecho y terminaron en mi estómago.

-En especial si ¿qué? -preguntó, sonriendo de lado. Eso me gustaba. Entonces reí, un tanto tímido, y traté de evadir su mirada.

-En especial si son... Bueno, si son junto a ti, son mejores -sonreí, cabizbajo.

-¿Puedes mirarme, Alan? -pidió. Yo negué con la cabeza. Entonces volvió a pedir-: Mírame, por favor.

Lo escuché formar una sonrisa.

Me estremecí más.

Cómo me gustaba ese sonido tan cálido. Luego, lo miré, por fin. Él se acerco despacito hacia mí. Yo tan sólo me quedé paralizado. Mirándole. Perplejo. Me esperaba lo mejor: un beso. Esos que me hacían olvidarme de todo. Que me quitaban el miedo. Y, sinceramente, yo era un miedoso con miedo de admitirlo. Sí..., por eso necesitaba tanto su seguridad.

Por alguna extraña razón sentía que él me protegía. Y él me decía lo contrario. Él decía que yo lo protegía.

Cuando me quise dar cuenta, él me tenía tomado por las mejillas y estaba besándome. Me perdí en el beso, luego tomé el ritmo. Dio por terminado el beso, separándose, y me dedicó una sonrisa. Luego me rodeó en un abrazo. Me sentí pequeño en ese abrazo tan cálido. Luego suspiré.

Él me hacía sentir muy bien. Estuve pensando durante mucho rato si presentar a Austin con mis amigos sería buena idea. Si la cosa iba más lejos, le diría a mis padres también, aún con algo de temor y pena. Pero ¿qué más puedo hacer? Fue un giro inesperado. Me resistí, pero decaí. Nadie puede resistir tanto. Tal vez no sea como antes, pero al menos será algo nuevo y me sentiré mejor. Me sentiré renovado. Y en verdad me siento feliz con Austin. Y yo sé que él también es feliz junto a mí.

Le confesaba todas las noches al quedarme dormido, que lo amaba. A veces él se dormía en el sofá para que yo durmiera mejor en la cama. Pero nunca faltaba que le hablara, balbuceando, antes de rendirme dormido:

-Te quiero, Austin.

-Yo te amo, Alan.

Y me quedé dormido esa noche, tras haber pasado un buen rato jugando y conversando con él.

Eran aires nuevos. Agradables.

No me molestaba siquiera. Sí, era cierto que había descartado muchos planes. Pero me empezaban a gustar los nuevos planes. Como presentarnos juntos, vivir juntos. Varias cosas que involucraban el "juntos".

Tenía miedo. Debo admitirlo. Pero con él, el miedo se pasaba de un instante a otro.

Another Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora