17.

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Una sola pieza.

Al día siguiente, nos encontrábamos ambos en el automóvil. Íbamos camino a mi casa para terminar de reparar el auto. Cómo había insistido en eso Austin. Pero igual era algo que convenía, así podíamos salir ambos y yo podría obtener las fotos que quería junto a él.

Cuando llegamos a mi casa, de inmediato me concentré en mi portátil. Él estaba en el garaje, componiendo el auto. Yo tenía varios pendientes por hacer. Trabajo en casa. Trabajar en la comodidad de mi hogar. ¿Había algo mejor? Me encantaba hacer eso. Aunque sólo durase un tiempo porque en unas semanas debía volver a mi trabajo. Adiós a las vacaciones.

Tras varias horas tecleando, sentado, me aburrí. Habían pasado dos horas, si no calculaba mal. De repente, el grifo abierto sonó. Dejé de mirar el portátil y volteé hacia atrás. Austin había entrado por un vaso con agua. Yo reí leve. Él se acercó, tratando de entender lo que yo hacía. Yo tan sólo lo miré, atento a todo lo que hacía.

-¿Qué estás haciendo? -le pregunté. Enserio se veía interesado.

-Tengo sed y... Vine a espiar un poco. Sólo un poco.

Lo miré más atento aún. Estaba sudando. Seguro estaba cansado. Ya con tener sed era suficiente. Entonces curveé mis labios en una mueca.

-Oye, hombre -me miró en cuanto dije eso-, ¿estás cansado? Mírate... Estás bufando y sudando.

-Sí..., estoy cansado. Pero vale la pena estarlo, ¿sabes? Ya terminé de reparar el auto.

Sonreí. Enserio lo agradecía. Pescar resfriados, cansarse, casi no dormir. Era una buena forma de demostrarme qué tanto le importaba. Entonces, sonriendo, tomé un pañuelo de mis bolsillos traseros. El pañuelo estaba doblado casi perfectamente. Era color rojo con diseños negros. Se lo entregué. Estando ya en sus manos, se quedó perplejo. Yo sonreí, mirando su reacción.

-Seca tu sudor...

-Éste es el... ¿Es el que creo que es? -preguntó.

Yo asentí. Era el pañuelo que un día dejó en el Strong Throat; cuando bromeó sobre el cloroformo.

-¿Cómo lo tienes tú? Lo olvidé, pero pensé que seguía en el cajón de mis pañuelos. Jamás imaginé que estuviese en tus manos. No pensé volver a tenerlo en mis manos -sonrió.

-Lo dejaste sobre la barra del Strong Throat el día que hablamos por primera vez. Justo antes de irnos como imbéciles a bailar, lo habías dejado allí. Yo no me había dado cuenta de que estaba allí. Pero cuando te perdí de mi vista, me fui a la barra. El barman me dio el pañuelo. Yo no dije nada y tan sólo me fui porque no te encontraba y ya no tenía más que hacer ahí.

-Oh..., ya entiendo -lo acercó a su nariz para olfatearlo-. Huele a ti... ¿Ahora puedo quedármelo yo?

-Está bien -sonreí.

-No quiero limpiarme el sudor siquiera. No con éste.

-¿Por qué no?

-Tiene tu olor. No quiero que lo pierda.

Reí.

-Lo dices como si no fuésemos a estar juntos...

-No estamos todo el día juntos.

-Puedes quedarte aquí. ¿Algún problema más?

-Es demasiado rápido.

-Ya lo has hecho antes. Además, serán algunas noches. No es que te esté proponiendo vivir conmigo para siempre.

-¿Y los demás días?

-Para eso... -me quedé callado unos segundos, pensando en algo-... Te daré algo para que me recuerdes y tú me darás algo a mí.

-Está bien, señor solución -sonrió, satisfecho.

-Debes pensar más, señor caprichoso -dije yo.

Luego ambos nos quedamos callados. Mirando el uno al otro. Segundos después, nuestros rostros causaron risa. Y de nuevo ¡bipolaridad! Volvió la seriedad. Para romper la tensión, yo volví a teclear, desviando mi mirada lejos de Austin. Noté que él se apoyó en la mesa.

-¿Te gustaría la idea de vivir conmigo? -le solté, de repente.

-¿Es una proposición? -desde la pantalla del monitor vi que frunció el ceño.

-No, es una simple pregunta.

-Debería pensarlo...

Y después de eso, ninguno de los dos mencionamos nada más del tema de vivir juntos. Él tenía razón. Sería algo pronto y rápido.

Pedimos pizza para la cena. A las tres de la madrugada vimos algunas películas groseras y de humor negro. La risa de Austin era tan sonora y contagiosa que una vecina del mitote llamó a la puerta para quejarse. Después de discutir con la vecina, decidimos ver algo de terror.

Austin se quedó dormido. Al parecer le aburría el terror. Luego yo caí dormido. Ambos nos habíamos quedado dormidos en el sofá.

Y, a la siguiente mañana, en cuanto desperté, lo encontré despierto. Sonrió y me miró detenidamente.

-Buenos días, Alan -saludó.

-Buenos días -respondí.

-Tienes el sueño pesado, ¿eh? Tu celular no dejó de sonar en toda la bendita mañana. Pero me acerqué a tus labios, te besé y de inmediato despertaste.

-¿Enserio? -él asintió-. Eso no es justo. Estaba casi inconsciente cuando eso ocurrió. Deberías hacerlo de nuevo.

-¿Eso quieres?

-Sí.

-Pues consíguelo tú.

-Eso haré.

Me acerqué hacia él, cerrando los ojos. Pero luego me alejé y los abro. Me di cuenta que él también se estaba acercando, con los ojos cerrados. Reí y él abrió sus ojos. Cuando abrió los ojos, le di un fugaz beso en la comisura de los labios. Él corrió su cara, atrapando mis labios y robándome un beso. Demonios, cómo me gustaba que hiciera eso.

-Te llamó Cameron -comentó tras el beso.

-¿Para qué llamó?

-Se sorprendió al saber que estoy contigo. Luego me dijo que haría una pequeña reunión hoy. A las ocho, si mal no recuerdo. Nos invita a ambos.

-¿Y tú quieres ir?

-¿Por qué no? -se encogió de hombros.

Y así lo hicimos. Fuimos a la fiesta.

Cameron era irritante algunas veces. Por ejemplo, hoy. Durante toda la fiesta nos pidió a mí y a Austin presentarnos como pareja. Pero me daba pena. Aunque Austin me ahorró rodeos. Tan sólo se acercó a mí, tomando mi barbilla y me plantó un beso largo que sorprendió a todos. Detuvo el tiempo. Y entonces entendí que él no quería encajar en la sociedad, sino encajar en mi corazón. Y lo logró. Al principio, pensaron que era un reto. Lo tomaron a broma. Pero en cuanto entrelacé mi mano con la suya, supieron que íbamos enserio. Algunos no se lo creían. Otros nos felicitaban. Otros no decían nada siquiera. Pero igual me dejaron claro que me apoyaban. Incluso Dan. Eso me animó. Tanto, que le pedí a Cameron que me sacara una foto con Austin. Nuestra primer foto. Nuestra primer foto juntos tras haber confirmado que nos queremos. Por primera vez me dejé llevar. Ahora me quedaba claro que juntos formamos una sola pieza.

Another Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora