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¿Quiero saber?

Traté de no dirigirle la mirada, pero era imposible. Lo miraba de reojo a cada segundo. No podía disimular que me estaba poniendo nervioso. Intrigado, más bien. Observé que tomó de su bebida en cuanto se la entregaron. Suspiró, refrescado, y dejó el tarro en la barra. Noté que me miró ligeramente.

-¿Te aburriste del café por las mañanas y pasaste a tomar alcohol por las noches? -soltó de repente.

-¿De qué hablas? -volteé a mirarlo.

-Hace dos días que no te veo en el café -rió y volvió a tomar de su tarro.

-¿Acaso los has estado contando? -reí irónico, tomándome de golpe el caballito de Smirnoff.

-No, más bien diría que los noté -replicó con un tono serio.

-Preguntaste por mi nombre -mencioné con el mismo tono.

-Sí, pregunté tu nombre, Alan. Estaba curioso de saber quién eres... De saber quién es el pelirrojo que hacía caras raras mirando al vidrio.

Rió y yo me apené. Debí lucir como todo un loco.
Tratando de evitar seguir hablado de ello, pregunté:
-¿Qué haces aquí?

-Vine a pasar el rato -sonrió de lado.

-No imaginé verte por aquí.

-Yo tampoco imaginé verte, ni siquiera en la cafetería -hubieron unos largos segundos de silencio, y luego, añadió-: ¿Te gusta la música que tocan en estos lugares?

-Me encanta -sonreí y él acompañó mi sonrisa. Asintió y yo pregunté-: ¿Por qué no te había visto antes por aquí?

-Porque yo no soy de esta ciudad. Llegué hace unas semanas.

-Oh, ya veo... ¿De qué ciudad eres?

-California.

Dicho aquello, ya no dije nada más. Sólo asentí. El silencio abundaba. Los nervios eran muy notables de mi parte. Miraba mi bebida, sintiendo su penetrante mirada sobre mí, pero no quería voltear. Ambos ansiábamos hablar, pero me aguanté las ganas de hablar con él, debido a los nervios. ¿Por qué estaba nervioso? Es que parecía querer matarme.

Y de pronto, se acercó, pasando uno de sus brazos frente a mi rostro. Lo seguí con la mirada y vi que tomó una servilleta. Luego dirigí mi mirada hacia él. Estaba sonriendo y me dijo:
-Lo siento, quería una servilleta.

-Descuida, pero pudiste pedirla.

Debido al estiramiento que hizo para alcanzar la servilleta, quedamos más cerca; pude notarlo porque se movía, como incómodo. Lo miré muy fijamente y luego giré mi cuerpo completo, mirándolo de frente.

-Al fin... puedo... conocer tu voz -balbuceé-... La voz del castaño que se me queda mirando en la cafetería.

-¿Por qué no habías ido a la cafetería? -ignoró por completo mi comentario-. ¿Te incomoda mi presencia? Porque, aún aquí, siento que estás incómodo -sonrió ligeramente.

-Es que... -respondía lentamente-... Sonará raro, pero... Me pasa por la mente que preguntaste por mí para sacar información y secuestrarme.

-Mi*rda... Has descubierto mi plan -miró sus jeans, sacando un pañuelo de ellos-. ¿Ahora qué haré con el cloroformo?

-¿Qué? -pregunté confundido, a lo que él rió.

-Estoy jugando -volvió a reír y me miró-. Sácate esa idea de la cabeza. No quiero nada malo contigo, al contrario, algo bueno.

-¿Qué? -fruncí el ceño-. ¿Algo bueno como qué?

-Lo que necesites -respondió, sonriendo.
Luego desvió su mirada a la bebida, la cual se terminó de una sola. Estuve a punto de darle las gracias, pero no pude porque el sonido de la guitarra me lo impidió. Austin y yo volteamos a mirar a las bandas que se posaban en el escenario.

Aplaudimos, reímos, abucheamos, bailamos, yo sacudía mi cabello. Ambos nos volvíamos locos. Gritábamos y juzgábamos a algunas bandas que eran un asco. Terminó cayéndome bien. Pensábamos casi igual. Y seguíamos como locos entre toda la multitud del Strong Throat. Ni siquiera me acordé que había quedado de ver a Dan y su esposa.

La noche había sido increíble. No tomé casi nada, estaba algo exhausto para tomar mucho. Austin se había perdido en el baño con una rubia. Volví a la barra y el barman me entregó una tela. Debido a la luz no supe bien qué era. Y no lo quise acercar a mi nariz. Me dijo algunosas cosas que no entendí, pero tan sólo asentí y me fui de ahi. Traté de buscar a Dan, pero no lo encontré. Me harté y mejor fui directo a mi coche.

En el camino, sentí algo raro. Mi auto se estaba volviendo loco. Hacía ruidos, mientras en la radio sonaba Thinking Out Loud. Alcancé la gasolinera, a los pocos instantes. Me bajé de inmediato a revisarlo, abriendo el capó. Y me perdí tratando de ver cómo reparar el motor, el cual echaba humos. Escuché algunos ruidos y puse guardia en alto, estaban muy cerca, pero igual seguía moviendo dentro del capó, algo despreocupado.

-¿Qué le pasó, hermano? -preguntó alguien, al tiempo que me palmeaba el hombro.
Volteé a mirar de quién se trataba y hallé a Austin con un refresco en su mano, mirando al auto.

-¿Tú me sigues o algo parecido? -lo miré con el celo fruncido. Él rió. Y luego respondí-: Pues... Se ha calentado el motor y no marcha.

-No es lo único caliente aquí -rió y se alejó, yo lo seguí con la mirada, confundido. Se fue algunos minutos y luego salió del pequeño Grocery. Sentí un cosquilleo al verlo volver con una botella de agua en su mano-. Vacíala en éste agujero -ordenó en cuanto se acercó. Señaló el agujero y yo vacié el agua-... Eso es todo.

-¿Eso es todo? -reí irónico y él asintió.

-Oh, por cierto -habló después de unos segundos de silencio-, si te siguiera para algo en específico, sería para algo que nos pudiese gustar a ambos. Pero la mala noticia es que, en primer lugar, yo no te sigo. Y, en segundo lugar, no conozco tus gustos. Y debe ser algo que nos guste a ambos.

-¿Que nos pudiese gustar? ¿Qué cosa sería?

-¿Estarías dispuesto a averiguar? -preguntó, sacando un cigarrillo de su chaqueta y enseguida lo prendió, aspirando bocanadas de él.

-No sé -respondí mirando todos los movimientos que hacía-. ¿Es conveniente para mí?

-Eso lo tienes que averiguar tú... Espero que funcione tu auto, desaparecido. Nos vemos, Alan.

¿"Desaparecido"?

Se dio la media vuelta para marcharse. Y antes de que pudiese irse, lo llamé de nuevo:
-¿Cómo que desaparecido?

Encontramos miradas en cuanto volteó a verme. Sonrió y me dijo:
-Desapareciste en el lugar.

-Tú también desapareciste.

-La diferencia es que yo volví... -me miró fijo.

Yo curveé mis labios. Tan sólo alcé la mano, como diciendo adiós.

Another Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora