25. Un final de día particular.

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Argelis

Despierto 45 minutos antes que la alarma, tenía que estar lista media hora luego de la hora en la alarma, así que me sentaré un rato a ver mis redes mientras que suena la alarma. Desde que Lucciano me avisó que no vendría más a visitarme por un tiempo, estoy un poco triste, al menos tengo a Jhoan, Alicia y Ángeles para distraerme un rato, sin contar a...

Ash, Santiago es difícil de explicar. Es mi ex, pero fuimos esos Ex's tóxicos que terminaban y regresaban una y otra vez.

Justo en ese momento suena la alarma, sacándome de mis pensamientos y recordándome que tengo que estar lista. Me doy una ducha con Honey de Micro TDH y empiezo a vestirme, hoy iré a comprarme un guardarropas nuevo, así que me pondré lo más nuevo que tenga para poder estar bien a gusto. Me coloco mi body blanco, con un jean del mismo color y mis zapatos morados con negros, doy un retoque a mis uñas con un morado como el de mis zapatos y me coloco mi collar favorito. Salgo de mi cuarto para ver a mi madre sentada afuera con la Tablet.

-Buenos días mami- Hablo yo cariñosamente al darle un abrazo que ella me corresponde.

-Buenos días hija, ¿Irás a comprar tu ropa entonces?- Pregunta ella y yo asiento tomando una fruta y mis llaves del auto -¿No desayunarás?- Pregunta ella de nuevo.

-No, ya voy retrasada y a esta hora es que están las mejores prendas. Te amo mamá, cuídate- Me despido cerrando la puerta y bajando las escaleras, sueno la alarma de mi Chevette Amarillo mostaza y tomo marcha hacia el centro comercial.

(..)

Al llegar, el lugar está solitario para otras horas. Claro, son las 10 de la mañana, más tarde esto estará súper lleno. La primera tienda que voy se llama Ácido cítrico, me atrae su nombre, así que entró y amo todo lo que veo, tomo dos blusas manga larga roja vino y otra Azul rey. Salgo de ahí y encuentro dos tiendas más en las cuales compro dos Shorts, uno blanco y otro de mezclilla, y en la segunda compré unos tacones amarillos de 16 pulgadas con otros zapatos deportivos blancos.

Me acerco hacia una cafetería y pido un pastelito con un café con leche y chocolate, necesito algo de energía, coloco todas mis bolsas en una parte de la mesa y yo me siento al lado. Utilizo mi teléfono para saber de mis amigos, Lucciano no me ha escrito hoy, es raro, siempre lo hace. No le pongo cuidado y empiezo a visualizar a las personas que entran y salen de aquí. Hasta que veo aquellos rulos negros que tanto conozco, esa piel morena que me volvía loca, ese cuerpo tan especial... Santiago está aquí.

-Aqui tiene señorita, ¿Requiere algo más?- Habla la mesera sacándome de mi observación y yo niego en su dirección antes de musitar un "Gracias". Empiezo a comer mi pastelito entre sorbos de café y me levanto de mi asiento aun con este último. Al estar pagando, me percato por el rabillo del ojo que tengo la mirada de Santiago más que robada. Saludame perra, sabes que quieres hacerlo.

O tal vez tú quieras hacerlo

No empieces conciencia.

Al terminar de pagar, agradezco a la mesera con una propina y abandono el lugar con muchas bolsas en las manos aún tomando mi café, y como no soy tan torpe, me caigo con todo y bolsas, nadie se detiene a ayudarme, excepto aquel chico.

-Dejame ayudarte- Pide el con su voz tranquilizante y yo asiento cariñosa. Al levantar todo y colocarmelo en forma de que pueda tomar café con las bolsas aún puestas, el me mira divertido -¿Hay ofertas?- pregunta el y yo miro su cara confundida -Por todas las bolsas de ropa- Explica y ambos soltamos una carcajada.

Diario de un homosexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora