95. Luto

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Francesca

16 de Diciembre, 10:57 AM

Creo que la peor parte de una perdida, luego de la perdida misma, es el luto. Esos días, semanas, incluso meses que te pasas recordando los buenos momentos con esa persona, momentos que jamás volverán y que solo quedan en nuestros corazones. Mis perdidas personales no se las deseo a nadie, primero mi papá, luego mi abuela, y ahora tengo que vivir sabiendo que el amor de mi vida, dió su vida por la mía, haciéndome prometer que seguiría con mi vida pero que jamás lo olvidaría.

A Reyder jamás lo voy a olvidar, su risa, su ternura, su mal genio. Creo que mi error fue no indagar más, a Reyder le dieron fecha de deceso, y poco a poco estaría empeorando hasta ese día, por eso le afecto tanto el humo del incendio, gracias a dios traía una de sus pastillas en mi bolsillo, la costumbre cuando estábamos juntos era esa, siempre me daba miedo que tuviera una crisis respiratoria y yo no supiera que hacer. Hay cosas de el que quedaron en mi, haciéndome sentir tierra en un campo y el es la persona que pasa sobre mi dejando una huella.

Tuve que pasar por las instalaciones quemadas, solo para descubrir que el 40 porciento del edificio es todo lo que se quemo, tardará más o menos 3 meses reparar y fortalecer toda la estructura quemada. Gracias a Dios el encargado de esto es mi tío y lo hará en el menor tiempo por el menor monto posible, así podremos pagarle una compensación navideña a los trabajadores y no nos preocuparemos más por eso.

Hoy decidí pasar el día junto a Edward, necesito despejarme. Le prometí a Reyder seguir con mi vida sin olvidarlo, así que estaré intentando no derrumbarme cada que un recuerdo llegué a mi.

Me estacionó frente a su casa y tocó la puerta, momento en el que se escuchan pasos desde adentro. El abre la puerta, mostrándome que está en toalla, sin camisa...

Una calentura recorre mi cuerpo rápidamente, pero mi cerebro la controla sabiendo que no estoy bien emocionalmente para ese tipo de cosas. Me acerco a el y lo abrazo sin importar lo mojado que está, el corresponde el abrazo con fuerza, miro hacia arriba y coloco mi mentón en el medio de sus pectorales.

-Quiero pasar el día contigo, quiero despejarme- Comento yo mirándolo, el ahueca mi rostro en sus manos y besa mi frente con cariño.

-Si es lo que la hermosa quiere, eso será- Responde el, y me sonríe con complicidad. Yo le sonrió débilmente de vuelta, y dejo mi bolso en el mueble de la sala mientras el va a cambiarse.

Entro en el cuarto de invitados con mi cambio de ropa, me quito la blusa y el pantalón largo que tenía, quedando solamente en mis ropas íntimas. Dobló la ropa y la coloco a un lado de la cama, antes de sentir el calor de una respiración en mi cuello y las manos de alguien subiendo por mi cintura.

-Aveces me preguntó si esto que tengo contigo es un hechizo o un acto del cruel destino. De igual manera, no podría estar más feliz de que tú seas parte de mi vida- Comenta el, dejando besos húmedos en el lado izquierdo de mi cuello.

Su respiración se siente en mi nuca, y aunque contengo las ganas de hacer algún tipo de acto sexual, no me detengo al voltearme y besarlo con fiereza.

-No estoy de humor para cosas más allá de besos- Contesto yo, y el me sonríe con maldad.

-Entonces solo disfruta y yo me encargo de lo demás- Me empuja hacia la cama y gatea hacia mi como un depredador a su presa. Yo miro directamente a sus ojos en cada momento, hasta que se coloca a la altura de mi entrepierna sin rodeos.

Diario de un homosexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora