38. Reconciliaciones A Medias.

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Aveces los sentimientos son solo suciedad, suciedad que te hace tomar decisiones apresuradas en cuanto a ellos mismos, y lo único que te hace pensar con claridad, es limpiarte o distraerte. Ya intenté la segunda y no me funcionó, así que iré por la primera.

Se preguntarán cómo te limpias de eso, pues yendo a la playa, ¿Cómo más?. Solo tienes que liberarte, quedar totalmente en paz y el agua te limpiará las inseguridades y malos sentimientos.

Por eso mi familia decidió ir a la playa, tal como la vez que conocí a Gabriel, y por esa misma razón creo que estoy así de poco emocionado por ir, me da miedo que...

¿Que mierda me da miedo?, ¿Conseguirme a Gabriel o alguien más para pasar por ese trauma?, Debería estar diciendo que me vesti como el bombón que soy y que voy con intención de ligar, no con intenciones de quedarme sentado en la silla de la playa. Me gusta la escena que se forma al llegar a la playa, ya que justo cuando bajo del auto empieza a sonar en los altavoces de una camioneta la estrofa de Ariana en Bang Bang. La gente voltea a verme, más que todo unas chicas que están a unos metros de las sillas de playa donde nos sentamos. Me gusta ser el centro de atención, no por ego, porque eso me faltó en mi vida.

Que tanto buscar un novio, cuando está atención es todo lo que necesito.

(..)

El hecho de que llamara la atención, tiene un lado bueno y uno malo. El bueno, es que no he estado solo en las 3 horas que hemos estado aquí, siempre se me acerca alguien a hablarme o tratar de ligar o coquetear conmigo.

El malo es que... No puedo disimular mucho el hecho de que tanto a hombres como mujeres les llamo la atención, quizás con un sexo está bien, pero con el sexo masculino es... Difícil.

Los intentos de besarme o de tomarme la mano solo puedo disimularlos en el agua, poniendo las manos debajo del agua o besándonos debajo de ella. Claro que ninguna de esas cosas las he hecho porque ninguno me llama la atención.

Estoy sentado en la silla de playa, tomando una cerveza a escondidas mientras todos están en el agua, menos mal porque nadie debe saber que bebo. Entre miradas de coqueteo y bebidas, llegó a interesarme en un grupo de chicos.

Hay dos morenos, uno blanco y dos rubias. Intentando distinguir que hacen, me siento en la arena con vista suficiente hacia ellos. Pasan 20 minutos en los que el moreno me tira miradas misteriosas, y no misteriosas de coqueteo, misteriosas de reconocimiento, lo veo como habla en su susurros con el blanco, pido una cocada y me siento en las sillas, incómodo por como me miran.

Al voltear hacia ellos de nuevo, todo mi mundo se detiene, lo que creí imposible y lo que pedí mas nunca volver a ver, está presente a unos metros viéndome con disimulo. Sus ojos marrones con toques amarillentos, esos ojos que tanto amaba y que me prometieron tantas cosas, tantas aventuras, que me dijo con tanta seguridad en sus ojos, que gritara a los 4 vientos que se "Joda el futuro".

Sus ojos me dicen mil cosas, pero yo solo artículo en un susurro el "Hablamos?" Y el asiente. El más que nadie sabe de mis problemas intrafamiliares por homosexualidad, así que yo camino primero hacia el final de la playa dejando mi cocada en la mesa, veo de reojo como empieza a caminar detrás de mi, llegando a mi lado y guardando un silencio sepulcral. Nos sentamos en dónde alguna vez me senté con Gabriel, esto ya se siente como un deja vu.

-¿Sigues molesto conmigo?- Pregunta el, rompiendo el hielo.

-No lo sé, ¿Te reprochas por lo que hiciste?-

-Si, todo el tiempo- Responde el, eufórico.

-Entonces no, no estoy molesto contigo. No tengo rencor en mi corazón hacia ti y ya basta con el que has de tenerte tu- Inquiero -Se lo que se siente tenerte reproche por algo que hiciste, entre tantas cosas aprendes a perdonar, eso sí, nunca a olvidar- Su sonrisa no la disimula, de hecho, la ensancha.

Diario de un homosexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora