Capítulo 18:

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Daemon

-Baja el arma-Ordenó Andrew, pero esta vez me negaba a seguir sus órdenes. El hijo de puta me apuntaba con un arma dispuesto a disparar el gatillo en cualquier momento, con ellos se encontraba varios guardias, Michael, Steven y Dylan. Miré a mi hermano menor, sabía que si nos habían encontrado era porque él dio nuestra ubicación, pero algo dentro de mí se negaba a creer que mi hermano hubiese hecho algo como eso. Dylan mantenía su cabeza agachada, ni siquiera podía mirarme a los ojos y esto me confirmó que me había traicionado.

- ¡Traidor! -Grité con furia, mi hermano no se atrevía a levantar la cabeza del suelo, no me dio la cara en ningún momento y odiaba que se comportara ante mí con tal cobardía, la rabia me hizo disparar el arma que tenía entre mis manos y la bala impactó en su pecho, este calló de rodillas en el suelo con una expresión de queja en su rostro por el dolor y en ese momento me arrepentí de lo que acababa de hacer, lo observé con detenimiento y me di cuenta que no había ningún flujo sanguíneo alrededor del agujero en su camisa y pude respirar tranquilo, seguramente llevaba un chaleco antibalas. En cabio mi pecho estaba totalmente descubierto y mi abdomen recibió un disparo por parte de un soldado.

- ¡NO! -Exclamó mi hermano, pero Michael le impidió que se moviera colocando su arma en su sien. -! ¡Déjenlo, prometieron que no le harían  daño! -Gritó Dylan, pero nadie le hizo caso.

El impacto me agarró por sorpresa, la bala entró en mi piel y se quedó en algún lugar dentro de esta haciendo aún más daño, la presión y el dolor eran demasiado fuertes, pero hice todo lo posible por mantenerme en pie, sentía el líquido caliente saliendo de mí y esparciéndose por mis piernas hasta llegar al suelo, con cada gota que salía de mi cuerpo me sentía aún más débil y mareado por la falta de sangre en mi sistema.

Clare no tardó en aparecer en medio de toda esa redada y con su presencia el ambiente se hizo más pesado, ella no lo pensó dos veces para ir en mi ayuda, pero cuando la sentí cerca la empujé detrás de mí con el objetivo de que se mantuviera alejada y que pudiera protegerla con mi cuerpo. Su cara mostró pánico absoluto cuando vio la sangre emanar de mi cuerpo, pero me forcé a regalarle una sonrisa dejándole saber que todo estaría bien.

Un grupo de guardias aprovechó mi debilidad para abalanzarse sobre mí y disparé varias veces obligándome a ignorar el dolor, utilizando las pocas fuerzas que me quedaban logré acabar con la vida de algunos, pero ellos eran muchos, me superaban en número de armas y al final lograron apresarme, solté toda clase de insultos, traté de zafarme, pero mis heridas dolían demasiado y por más que tratara de ignorar el dolor, aquellos tipos hacían mucha presión haciendo que además de mi abdomen, también sangrara la herida de mi hombro. Miré en dirección de la única persona que me importaba en aquella habitación, Clare trataba de pelear repartiendo varios golpes a sus agresores, pero estos no les sirvieron de nada, ella no había recibido la misma preparación que ellos, por la tanto no sabía cómo defenderse, varios hombres la tomaron por el cuello y le clavaron una aguja, esos malditos intentaban sedar a mi chica para que no les diera batalla.

- ¡Cobardes! -Grité encolerizado y sentí que a mí también me introducían una aguja en el cuello, el líquido entró en mi organismo quemando el interior de mi piel, dolía con solo sentir la aguja empapada de aquella droga y ese momento sentí el mismo dolor de aquellas chicas secuestrada. En cuestión de segundos mi cuerpo comenzó a sentirse pesado y me desplomé en el suelo, por más que tratara no podía mantener mis ojos abiertos y todo a mi alrededor se oscureció.

                                ***
Abrí mis ojos y lo primero que vi fue una luz muy molesta y brillante encima de mi cabeza, pestañeé varias veces para que mis ojos se adaptaran a esta y traté de ponerme de pie, pero un fuerte dolor me abordó en mi vientre haciendo que retrocediera, mi muñeca derecha estaba esposada a la camilla y casi no me daba movilidad para acomodarme como yo quería. Había máquinas conectadas a mi cuerpo que marcaban mi ritmo cardiaco, todo era de color blanco y había un olor muy fuerte a desinfectante, en ese momento me di cuenta que estaba en una habitación de hospital.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora