Capítulo 12:

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Steven
Trece años atrás

La noche era lluviosa y el aire era muy pesado a nuestro alrededor, mi padre me había insistido en que lo acompañara a pesar de que yo no quería hacerlo, sabía muy  bien el tipo de cosas en las que estaba metido, desde pequeño fui instruido en el mundo de la mafia y mi padre se encargó de que fuera entrenado en varios disciplinas, a los doce años ya sabía disparar a la perfección y mis entrenamientos de artes marciales me permitían ser un excelente atacante, en un futuro ocuparía el rango de Don y mi padre procuró prepararme desde muy pronto.

No había manera de que escapara de todo eso, mi madre había insistido a mi padre para que me alejara de la mafia y que de alguna manera estuviera al margen, pero como su hijo primogénito no había escapatoria, en un futuro, cuando mi padre se retirara, o muriera, sería yo el encargado de suplantar su lugar, así como él ocupo el puesto de mi abuelo. Él me contó que en el pasado mi abuelo comenzó como simple sicario, llegó a ser muy temido y reconocido como el peor asesino de la mafia americana y fue matando a familias muy grandes e influyentes en este mundo hasta ocupar el rango de Capo.

Yo no estaba orgulloso de nada de esto, sabía que nada de lo que hacíamos estaba bien, pero me obligaban en contra de mi voluntad, solo tenía diecisiete años y en lugar de irme de fiestas o conocer chicas estaba en medio de crímenes atroces. Sabía que la mafia era así, no había escrúpulos, ni sentido común, era permitido hacer lo que fuera necesario para lograr lo que querías y no importaba si en el proceso te llevabas a vidas inocentes, era una guerra de poder, donde todos luchaban por ocupar un lugar, yo en cambio luchaba por sobrevivir en medio de disparos y amenazas de mi padre.

El auto se detuvo frente a un edificio en ruinas, parecía ser una fábrica abandonada, Simon, el chofer de mi padre, abrió la puerta y nos extendió unos paraguas para que no nos mojáramos. Comenzamos a caminar hacia el interior de este lugar que parecía sacado de una película de terror con un olor a putrefacción y suciedad por todos lados, no me extrañó ver a un grupo de soldados armados a nuestro alrededor, siempre estaban con nosotros para cubrirnos las espaldas si algo malo pasaba.

Un hombre se encontraba tirado en el suelo, tenía los ojos vendados y las manos atadas, este estaba más que golpeado, con muchas heridas alrededor de todo su cuerpo y varios huesos rotos, su hombro estaba muy rojo e hinchado, se podía ver que tenía un pequeño desnivel y no dudé en que estuviera dislocado. No sabía lo que ese hombre había hecho para provocar la ira de mi padre y terminar en aquella situación, haciendo que este quisiera acabar con su vida.

-Mátalo -Ordenó mi padre mientras me ofrecía una pistola chock 18. Los nervios me invadieron en ese momento, no quería acabar con la vida de nadie, hasta ahora había conseguido evadir estas situaciones, pero sabía que pronto tendría que asesinar, si no era por una orden sería por defensa propia.

-No puedo hacerlo. -Dije rechazando el arma. Mi padre me miró con una mirada amenazante.

-Te dije que lo mataras. -Insistió. -Eres mi hijo mayor, te he entrenado toda tu vida y todavía no eres capaz de matar, estas echando a perder todo lo que te he enseñado. -Mi padre se mostraba muy molesto, pero no me importó.

Me arrebató el arma de las manos y presionó el gatillo sin pestañear, como si la vida de aquel hombre importara menos que una cucaracha.

- ¡Limpien todo! -Ordenó a nadie en particular, pero su séquito de guardias lo conocía y sabían que se refería al cadáver de aquel hombre. Un grupo se apresuró a cumplir su orden mientras que salíamos de aquel lugar y nos adentrábamos en el auto. En todo el viaje estuvo observándome con mirada amenazadora, mostraba desprecio y decepción hacía mí, y esto me dolió en el alma, era mi padre y lo amaba, pero no podía ser parte de su mundo.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora