Capítulo 2: Albus Potter

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— ¿Quién está ahí?

Albus escrutó la oscuridad, con su espada en alza, buscando cualquier rastro humano o animal que asomara. 

– No me hagas daño... por favor. 

Escuchó una voz masculina provenir de entre los arbustos.

— Déjate ver...

Una delgada figura asomó de entre las tinieblas. En el momento en que lo vio, lo supo... un norteño; aquella piel pálida, esos cabellos platinos, no cabía duda. 

— ¿Qué hace un pobre chico como tú perdido en medio del bosque en la alta noche?

Albus empezó a dar vueltas a su alrededor, como un depredador acechando a su presa; motivado principalmente por el recelo, pero, secretamente, por la curiosidad. Solo podía ver su figura vagamente por la oscuridad en la que se encontraban, pero, incluso así, podía notar quelo estaba poniendo nervioso. 

— Lumos...

Cuando la luz apareció en la punta de su varita, pudo ver con claridad el rostro del extraño.

— La pequeña criatura es... linda, ¿eh?... pero mira qué belleza estás hecho, incluso para un norteño...

El chico trató de ocultar su nerviosismo tras una máscara evidente de enfado, pero Albus notó lo alterado que se encontraba cuando se acercó más de lo necesario y recibió un empujón a cambio.

— ¡No te acerques!

— Ya, enserio. ¿Qué haces aquí?

— Peleé con mi padre y como el idiota que soy, me vine a meter aquí.

Albus rio.

— Vale, te ayudaré. Si de algo sé, es peleas con padres.

Guardó su varita en la manga y le indicó al norteño que lo siguiera.

— Si no estoy mal, el norte debe estar por allá...

— Gracias, amable chico.

Una vez dicho eso, empezó a caminar.

— ¿No quieres que te acompañe?

— Para nada. Puedo solo.

El chico empezó a caminar y no habían pasado más de unos pocos segundos hasta que Albus se dio cuenta de que no duraría mucho solo. Corrió hacia donde estaba y lo jaló de la muñeca hacia su cuerpo, dejándolos juntos por completo, al punto de que podía sentir su pecho subir con rapidez. Entonces, inexplicablemente, cuando el chico alzó la mirada hacia él, se perdió en ella como nunca antes. Había algo hipnotizante en su belleza. Su corazón empezó a latir más rápido sin su permiso y decidió que era mejor decir algo.

— Ese árbol está... lleno de Bowtruckles. Si lo tocaras, probablemente te desgarrarían la piel hasta la muerte.

— Bueno... Gracias... Eeeh...

Albus se dio cuenta de que buscaba una forma de llamarlo. No sabía por qué, pero no quería decir su verdadero nombre, no a ese misterioso extraño; así que entró en pánico.

— James.... Mi nombre es James...

— Scorpius.... Scorpius Malfoy.

— Bueno... Tal vez quieras que te acompañe, Scorpius.

El chico soltó una leve risa y Albus juró que era la más dulce que había escuchado en toda su vida.

— Por supuesto... Es más, creo que me encantaría agradecerte por tu amabilidad... ¿Podrías venir mañana al bosque otra vez?

𝕸𝖎 𝖕𝖗𝖎́𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora