Capítulo 3: Teddy Lupin

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— Wow... yo... no sé qué decir... ¿qué piensas hacer ahora?

— No lo sé. 

Albus había decidido contarle todo a Teddy. Era la persona en la que más confiaba, después de todo; de cualquier manera, pensaba contarselo en cuanto lo viera. Él era como el hermano mayor que James nunca fue. Incluso en ese momento estaba cuidando de él, cuando nadie más siquiera había notado que había atrapado un resfriado; principalmente porque lo había ocultado muy bien. Sin embargo, Teddy se dio cuenta, como siempre hacía. Le cambió el paño de la frente y siguió hablando.  

— ¿Qué quieres hacer?

— Quiero correr. Irme lejos, a un lugar donde el rostro de Scorpius no me recuerde cada día lo que perdí.

Teddy suspiró y después acarició su cabeza.

— Quisiera poder hacer algo. Sería capaz de arrancar tu corazón con mis propias manos si con eso dejaras de sentir...

— Gracias.

Albus se sentía genuinamente conmovido. Ellos eran un poco extraños, pero se entendían.

— Tal vez pueda hacer algo... — Dijo con un repentino brillo de locura en sus ojos — Espera aquí.

Teddy se levantó y salió de la habitación.

— ¿Y a este que le dio?

De un momento a otro, se quedó solo en la habitación de Teddy. El chico lo había sacado de sus dormitorios en el momento en que había notado que estaba enfermo. Esperó por unos minutos, pero no volvió. Le pareció extraño, pero, aun así, prefirió dormirse pues la cabeza ya empezaba a dolerle de nuevo. Se acomodó en la cama y, sintiendose abrumado por el cansancio, se dejó dominar por el sueño lentamente; después de todo, era muy tarde ya. Sin embargo, de repente, un golpe en su puerta lo interrumpió, haciéndolo sobresaltarse. 

Tenía que ser una broma. No eran horas para tocar. Albus sabía que no era Teddy, porque de lo contrario, entraría directamente. Los golpes insistieron una vez más y Albus decidió abrir con magia desde su cama, solo para que dejara de molestar quien sea que fuera.

— ¿Edward? Recibí tu carta. ¿Estás aquí?

¿Edward? ¿Quién lo llamaba de esa manera? Albus supuso que tendría que levantarse. Solo una vez más y después podría dormir.

— Teddy no está. Salió a...

Scorpius. Era Scorpius. Parado en medio de la alfombra central con una capa para el frío. Por su expresión al cruzar miradas, se dio cuenta de que él tampoco lo esperaba.

— ¿Albus? Lo siento, creí que este era el dormitorio de Lupin.

— Lo es. — Replicó con sencillez

Esa respuesta no pareció hacer sido del agrado de Scorpius.

— Ya veo. No sabía que dormían juntos. Lo siento por irrumpir de esta manera.

Albus lo miró con los ojos entrecerrados. ¿Era enserio? Ese no era momento para celos. Era casi media noche.

— No dormimos juntos, Scorpius. Teddy me insistió en que durmiera hoy aquí, porque quería cuidarme.

— ¿Cuidarte? ¿Le tienes miedo a los monstruos de debajo de la cama, Potter? — Rebatió con acidez

— No. Cuidarme porque estoy enfermo. — Dijo a la defensiva.

— ¿Enfermo?

Scorpius desabrochó su capa y la dejó sobre una encimera. Se acercó a la cama, mientras Albus se arrepentía de sus palabras.

𝕸𝖎 𝖕𝖗𝖎́𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora