Epílogo

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— Si el río lleva las corrientes de vida, el fuego llevará la sangre de los vivos...

— La tierra los cuerpos, el aire los sueños...

— La tierra los cuerpos, el aire los sueños...

— La tierra los cuerpos, el aire los sueños...

Las voces y sus cánticos resonaban, haciendo eco en cada pared de la cueva. El cuerpo que yacía en medio estaba iluminado completamente por las luces rojizas que producía el fuego a su alrededor; el fuego y la lava.

— Si el agua corre por el cuerpo, como un flujo de vida, el fuego arderá en el corazón, como un protector del alma...

— Los cuerpos cuidarán los sueños contenidos dentro...

— Los cuerpos cuidarán los sueños contenidos dentro...

— Los cuerpos cuidarán los sueños contenidos dentro...

Un jadeo repentino detuvo las voces de su ritual. El pecho del cuerpo acostado en el suelo subía y bajaba, como no lo había hecho antes. Siguió así por unos segundos, mientras todos contenían la respiración en expectativa.

Sus ojos se abrieron bruscamente, de un naranja rojizo tan vivo como el punto más caliente del fuego. Miró a su alrededor inquieto y se levantó a medias, sintiendo dolor en todo su cuerpo.

— ¿Dónde estoy?

No hubo más que silencio para su pregunta.

— ¿Quienes son? — Le preguntó a las sombras frente a él.

— ¿Realmente esas son las preguntas que quieres hacer?

El chico lo pensó un momento. Miró a su alrededor antes de mirar su propio cuerpo y sus manos.

— ¿Quién soy yo?

— Por fin empiezas a ser las correctas.

𝕸𝖎 𝖕𝖗𝖎́𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora