Capítulo 8: Harry Potter

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— Mierda... No puedo más. He sobrepasado mi límite.

Harry sonrió con descaro, pero Draco realmente no lo llegó a ver.

— ¿Usted tiene un límite, señor Malfoy?

Draco, aún jadeando, asintió.

— Un gusto en conocerlo, entonces.

Harry siguió sonriendo, mientras desataba las cuerdas. Una vez con las manos y pies libres, Draco desanudó la venda que cubría sus ojos. Estaba exhausto.

— Ahora entiendo por qué mi veela está tan contento con usted. ¿Hemos hecho esto las otras noches?

Harry frunció el ceño sin entenderlo. Se sentó a su lado en la cama.

— Disculpa que me parezca extraño, pero... tú estabas ahí.

— Realmente no tengo recuerdos muy claros. Sensaciones a veces. Fragmentos.

Harry suspiró una vez más.

— No. No habíamos entrado aquí. Odio la idea de qué alguien que no sea yo entre aquí. Era un habitación que compartía con mi esposa.

— Entonces... supongo que lo siento por entrar. — Dijo Draco con incomodidad.

— No te disculpes. Al verte ahí encadenado... despertaste algo que hace mucho tiempo que dormía dentro de mí. Eres exquisito.

Draco se sonrojó y evitó su mirada. Después de un corto silencio, ocultó su rostro entre sus manos.

— ¿Qué estamos haciendo, señor Potter? — Se lamentó entre sus manos

— No creo que hayamos hecho algo que no tenga reparación.

— Nos dejamos llevar por nuestros deseos.

— No debimos hacerlo. Somos los reyes de dos naciones. Usted tuvo la razón todo este tiempo.

Draco levantó la mirada, con su rostro atormentado. Apunto de contarle un secreto.

— Perdí a mi esposa hace mucho tiempo y desde entonces no había estado con nadie... al menos consciente.

Harry tenía una expresión de comprensión.

— Mi esposa me dejó hace mucho tiempo también. Somos aún relativamente jóvenes y tenemos derecho a disfrutar del sexo. Que esto haya pasado no es nada que no tenga vuelta atrás.

— Quiero proponerle algo. Está en todo su derecho de rechazarlo, pero creo que convendrá conmigo en que encerrarme no es una opción fiable y dejarme libre en ese estado tampoco es algo de lo que esté seguro.

— ¿Qué me propone entonces?

— Que usted siga pasando conmigo mis noches de veela. Es usted un hombre muy intenso en el sexo, en el buen sentido, y mi veela es muy feliz solo con usted; normalmente tendría que buscar hasta cinco personas diferentes.

— Gracias, supongo. Y ya veo a dónde va con todo esto. Así evitamos cualquier accidente que atente contra su dignidad.

— Exacto. No pienso en absoluto cuando estoy en ese estado. Algo toma control sobre mí. Y de esa manera podemos ambos satisfacer nuestros... deseos.

— Creo que ha llegado usted a la solución perfecta.

— ¿Significa eso que acepta?

— Sí. Solo será aproximadamente una semana y entonces podremos continuar nuestras vidas con normalidad.

Draco extendió la mano hacia su dirección. Aunque desnudo, con el cabello desordenado y diferentes marcas alrededor del cuerpo, se veía muy honorable; tal vez demasiado formal para la ocasión. Aun así, Harry negó la cabeza con una sonrisa y estrechó su mano.

𝕸𝖎 𝖕𝖗𝖎́𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora