Capítulo 7: Hermione Granger

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— ¿Estás bien?

— Sí, no te preocupes.

Draco, de nuevo había despertado en la cama del rey sureño .

— Rey Potter, de verdad que-

— Llámame Harry.

Draco se terminó de vestir, con un sencillo conjunto de mañana.

— No sé si sea conveniente. Recuerde quienes somos.

— Bien, como quiera.

La frialdad en su voz fue algo que él nunca hubiera esperado. En su mente, todo acerca de ese hombre era cálido. Sentía casi que una urgencia por recuperar la amabilidad en su tono.

— De nuevo, esto fue mi culpa... Harry.

Su mirada pareció suavizarse. Lo invitó a sentarse en un sillón que colgaba con lianas. Su habitación era en realidad bastante genial, tenía que admitirlo. Draco se sentó y de inmediato se vio impulsado hacia atrás. Harry corrió en su ayuda para evitar que se cayera.

— Eso... no me lo esperaba — Dijo sin poder contener una sonrisa

Harry lo observó atentamente.

— Sosténgase de aquí — le indicó, guiando sus manos a las lianas

Draco dudó, pero luego de un vistazo a sus ojos, las tomó con fuerza. Harry se ubicó por detrás y le dio un empujón suavemente al sillón, que empezó a mecerse. Al principio Draco se notó tenso como un gato a punto de saltar; sin embargo, unas cuantas palabras tranquilizantes y un poco de tiempo para acostumbrarse, lograron sacarle las risas más hermosas que Harry hubiera oído jamás.

— Amo esto.

— Es increíble, ¿verdad?

— Sí que lo es.

Ambos se divirtieron en el columpio por un rato, hasta que la realidad cayó sobre ellos en forma de suaves golpes en la puerta de madera. Ambos se miraron con los ojos abiertos de par en par y terror en sus miradas.

— Escóndete. Por allá.

Harry le señaló un corredor con varias puertas. Draco corrió hacia ahí y se metió a la última del corredor. Quería estar lo más lejos posible del peligro. Apenas entró se quedó mirando la puerta, mientras oía voces apagadas. Intentó calmarse y no pensar en las personas de fuera. Se giró para saber dónde exactamente estaba y se quedó sin respiración al instante.

Parecía haber entrado a un cuarto de torturas, pero... muy sensual. Se puso tan nervioso al ver tantas cosas extrañas que le dieron ganas de reír, pero tuvo que contenerse. Empezó a dar vueltas, detallando los diferentes elementos de la habitación. Las paredes eran azul oscuro, lo cual daba una sensación de tranquilidad, y la mayoría del mobiliario era negro o gris.

Pasó por la cama y se tiró en ella. Muy cómoda. Se levantó para seguir con su recorrido. Llegó junto a un panel en la pared que le había llamado la atención desde que entró. En él habían colgadas fustas, varas, palas, cinturones... látigos. Decidió seguir. No tendría mucho tiempo antes de que lo sacarán de ahí y era extremadamente interesante y hasta cierto punto exitante. Siguió con un armario que encontró repleto de juguetes sexuales de todo tipo.

— Vaya... pero Potter, ¿quién lo diría?.

Lo cerró de nuevo y avanzó hasta otro de los paneles. Lleno de cuerdas, en formas extrañas algunas. Se apresuró, todavía le faltaban varias cosas por inspeccionar. Se acercó a un tubo de metal alto que estaba de punta a punta de la habitación. Unas esposas con una longitud decente colgaban de él. Al parecer el tubo era para permitir la movilidad.

𝕸𝖎 𝖕𝖗𝖎́𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora