Cloe entró al club sonriendo, Paul el guardia enarco una ceja al verla entrar sonriendo y miró hacia la calle el auto del cual se había bajado.
Cloe dejó un beso en la mejilla del hombre y se adentro hasta los sanitarios para cambiarse de ropa, ya que aún traía puesta su ropa de oficina.
Ingresó cerrando la puerta detrás de ella, se recostó en la misma y sonrió como tonta palpando sus labios.
Esta vez fue ella la que se atrevió a dar ese pequeño paso, pero le encantó cuando Giancarlo la besó de esa manera, nunca jamás nadie la había besado así, tuvo un novio pero jamás la hizo sentir de esa manera, con un beso y en la cama mucho menos.
Hace mucho tiempo que no sentía la caricia de un hombre, mucho menos ser besada por uno y de esa manera.
Cloe sacudió su cabeza, intentando borrar esos pensamientos para cambiarse finalmente de ropa y salir a realizar sus tareas antes de que las personas llegaran.
Era viernes ésta noche estaba segura que el club estaría lleno y efectivamente al pasar las horas los clientes llegaban unos tras otro, no daban abasto, eran pocos, en verdad el club necesitaba más personal.
Finalmente al llegar la hora de su salida se dispuso rápidamente a salir del club, estaba agotada, los pies le dolían como nunca, tener dos trabajos era agotador, sin embargo estaba más motivada que nunca ya que si juntaba rápidamente el dinero podría pagarle a Giancarlo lo que le debía y dejar de trabajar en el club.
Al salir se despidió de todos y caminó presurosa para intentar tomar algún autobús o algún taxi el que fuere más rápido.
Cuando de pronto fijó la vista en un hermoso hombre recostado en su auto con los brazos cruzados mirando hacia su dirección, ella enarcó una de sus cejas y volteó a mirar hacia atrás, pensando que miraba o esperaba a alguien más.
El hombre al darse cuenta del rostro confundido de Cloe sonrió de lado negando. Para descruzar sus brazos y caminar lentamente hasta ella.
—Hola. Saludó sin borrar su sonrisa.
—Señor Miller, ¿Qué hace usted aquí? Preguntó dudosa.
—Casualmente pasé por aquí la ví y decidí quedarme, ella achicó sus ojos, ¿Qué casualidad que justo haya pasado por ahí también él?
—Bien, que tenga una buena noche. Exclamó para apartarse de él, pero Rodrigo la sujetó suavemente del brazo.
—¡Espera! Por favor, déjame llevarte a tu casa, es tarde para que andes sola por la calle, es peligroso.
Parpadeo una y otra vez. ¿Acaso se han puesto de acuerdo con D Luca para hacer algún tipo de apuesta o algo? Primero Giancarlo y ahora él. Qué raro.
—Descuide no se moleste por favor señor Miller, yo tomaré un autobús o un taxi, usted vaya a descansar por favor.
—No podré pegar un ojo sabiendo que estás por la calle Cloe, pudiendo ocurrirte algo. Habló muy cerca de su rostro, chocando su respiración con la de ella.
Cloe lo miró fijamente, trago grueso, ¿Cuál era su jodida intención?
—¿No aceptará un no por respuesta cierto? Preguntó Cloe sin despegar la vista de él. Rodrigo negó.
—Bajo ningún termino... —Bien, está bien. Pero como que ya se le está hablando costumbre no. Rodrigo arrugó el ceño, no entendía a que se estaba refiriendo.
Abrió las puertas de su auto dando paso a Cloe para luego el rodear y subirse alado.
Cloe se sentía tensa, incómoda, no era igual como cuando estaba con Giancarlo, a pesar de que Giancarlo era el dueño de D Luca Company con el se sentía más en confianza.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...