Giancarlo estaba ansioso ese día, ese domingo trato de no pensar en Cloe aunque eso es algo imposible últimamente en su vida. Sin embargo se decido a ocupar su tiempo en otras cosas para sacarla de la cabeza.
Sin embargo eso no fue del todo posible ya que no pudo evitar descargar su frustración esa noche en la ducha, pensando nuevamente en ella.
En lo que había sucedido la noche anterior, como ella se dejó acariciar, se dejó besar, Giancarlo cerró sus ojos llevando su mano hasta su miembro erguido para darse placer el mismo, hace días que llevaba haciéndolo, no sabía cuánto más podría aguantar así, pero se propuso conquistar a Cloe como sea, no la quería enamorar, no eso no, solo seducir para que juntos disfruten del placer que pueden otorgarse ambos, él no era un hombre de romance y ésta vez no sería la excepción.
Llegó a la oficina decidido a hacer algo a dar el siguiente paso, ya le había dejado claro la noche anterior que ella sería suya y de nadie más.
—Buenos días. Saludó serio a su secretaria para ingresar a su oficina.
—Buenos días señor D Luca. Saludó melosa entrando detrás de él a la oficina.
—¿Qué tenemos para hoy?
—Reunión de socios a las 10 señor, al medio día tiene el almuerzo con el posible nuevo socio el señor Wilson.
Giancarlo asintió tomando asiento, no sin antes despojarse de su chaqueta y colocarlo por el respaldar de su silla.
Su coqueta secretaria no dejaba de detallar cada uno de sus movimientos, se mordía los labios al verlo, hace días que estaba loca por tenerlo entre sus piernas.
Había escuchado rumores de que se follaba a todas sus secretarias, ella quería probarlo también.
Comenzó a pasarse de forma coqueta sus dedos por la abertura de su ajustada camisa. Giancarlo no era tonto ya conocía cada movimiento de las mujeres cuando le coqueteaban, pero la verdad era que la mujer era atractiva pero no lo atraía como para tener un encuentro sexual con la misma.
—¿Es todo? Giancarlo intentó cortar su coquetería, que lo estaba molestando.
—¿Necesita su café señor? Pregunto ella con una media sonrisa. El asintió, pues aún no había bebido su café mañanero ese que no podía faltar para alegrar sus días según él.
—Por favor. Pidió bajando su vista a los papeles que tenía frente a él... su secretaria al ver que sus intentos de seducción no hacían efecto, refunfuñó por dentro.
—Enseguida se lo traigo. Contestó girándose para salir de la oficina, pero no se daría por vencida, Giancarlo ya no volvió a levantar la vista hacia ella, seguía sumergido en los papeles que tenía enfrente.
Miró la hora en su costoso Rolex y luego sonrió, debía dar su jugada y no quería perder tiempo, quería verla, quería escuchar su voz, y ponerla nerviosa con su cercanía, verla sonrojarse hasta el cuello era divino.Levantó el teléfono marcando el interno de su jefe de informática...—Hermano. Contestó Miller al levantar el tubo.
—Rodrigo que tal tu fin de semana. Se notaba ese sarcasmo en la voz de Giancarlo, Rodrigo lo notaba, sabía a qué se debía, los dos estaban interesados en la misma mujer.
—Súper bien ¿Y tú? Contestó el otro burlón.
—Lo usual. Contestó Giancarlo...—¿En que te ayudo D Luca?
Giancarlo sonrió...—Quiero que me envíes los informes del nuevo sistema implementado ya que tengo reunión con los socios hoy.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...