Después de lo que sucedió Cloe quedó bastante afectada, no supo exactamente lo que pasó, pero se sentía apenada de haber montado un espectáculo en el cumpleaños de su jefe de recursos humanos, se maldijo por haber aceptado la invitación de Rodrigo, de no haber ido nada de eso habría sucedido.
—¿Te sientes bien? —preguntó Rodrigo un poco preocupado, volteó a mirarla de tanto en tanto volviendo a fijar su vista al frente para no chocar.
Cloe temblaba completamente húmeda desde su pelo hasta sus pies, su vestido se pegaba a su cuerpo por lo mojado que se encontraba. Rodrigo tragó grueso al observarla así tan hermosa.
—Si.— Contesto apenas, pero Rodrigo sabía que no era así.
—Perdóname...— exclamó finalmente.
—No tiene porque pedir perdón, lo que pasó no fue su culpa señor —dijo Cloe sin siquiera mirarlo. Se sentía aún peor y muy apenado con ella.
—¿Tienes frío?— preguntó. Ella negó, pero a la vez temblaba, no era de frío, era por todo lo que había sucedido.
—¿Quién me saco del agua?— Preguntó de pronto. Su jefe sabía muy bien quién fue y se lamentó no haber sido él, por no haber sido más rápido. ¿Acaso esto se estaba convirtiendo en una competencia?
—Giancarlo.— contestó sincero. Ella abrió grande los ojos. En verdad la sacó del agua.
—Fue él quien te vio primero y no dudó en lanzarse al agua para sacarte de ahí.— Añadió Miller. —Cloe tragó grueso, pero no dijo nada.
Ya le debía tantas cosas a ese hombre y ahora le debía ¿Su vida? ¡Joder! Así no se va a poder.
De un momento a otro llegaron a su casa...—Muchas gracias señor y disculpe por el espectáculo.— pidió apenada agachando la cabeza, mientras él negó, extendiendo su brazo y levantándole el mentón girando su rostro hacia él.
—No digas eso hermosa, más bien fue mi culpa por no haberte cuidado más.— Rodrigo fue acercándose más, Cloe solo lo miraba fijamente. ¿Qué estaba haciendo? me va a besar, oh, ¿Cómo salgo de esto? pensó.
Rodrigo miraba los carnosos y rojos labios de la hermosa mujer que tenía en frente y no dudó un segundo más para unir sus labios a los de ella.
Ella no se movió, es más parpadeo tantas veces, tan rápido por no creer lo que su jefe estaba haciendo.
Rodrigo al sentir que no le correspondía se separó de ella lentamente, ambos mirándose fijamente sin decir nada y permanecieron por unos segundos así.
—No pediré perdón, porque no estoy arrepentido de lo que hice —declaró seguro, Cloe no esperaba tal osadía de su parte.
—¿Ok?— Contestó y él rio... —Pero creo que no te gustó. —añadió.
—Me tomaste por sorpresa, eso es todo, pero de todos modos no creo que sea correcto, usted es mi jefe y no se vería bien esto, señor... —él se rascó la nuca.
—¿Nunca dejarás de decirme señor, no es así? —sonrió levemente.
—Perdón, pero yo lo respeto. —asintió, pero con unas ganas inmensas de volver a devorar su boca con hambre, tomarla de esa pequeña cintura y montarla sobre él a horcajadas para tocar su suave piel, eso que sentía lo estaba matando, hace mucho que su verga no estaba tan animado, desde que conoció a esta preciosura cada noche se masturbaba pensando en ella, hasta correrse como un loco y enfermo.
La quería para él, la quería completa, la quería en su cama y en su vida, pero se estaba dando cuenta que no era correspondido, pero si tal vez procuraba un poco más podría lograr que ella se fijará en él, que lo viera como un hombre y no solo como su jefe.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...