Cloe no podía creer lo que estaba escuchando ¿Acaso su jefe le estaba jugando una broma? ¿Qué estaba dispuesta a hacer?
—Pues demostrar mi buen desempeño señor. —Contestó siendo muy profesional. Giancarlo volvió a ponerse de pie sin borrar esa sonrisa descarada de sus labios.
—No me estás entendiendo.— Replicó parándose frente a ella, anclando esos ojos azules como el mar o el cielo de igual manera eran tan azules que Cloe quedaba fascinada con ellos.
—Pongámoslo así, aquí el jefe soy yo y...— hizo una mueca con sus labios... —Se hace lo que yo digo.— Cloe tragó grueso, no era tonta, la vida le había enseñado lo dura que era y lo miserable que podían llegar a ser algunas personas abusando de otros a través de su poder.
—¿Qué es lo que quiere señor De Luca?— Indagó ya angustiada dándose cuenta que ya no era meramente profesional esto que estaba pasando.
—¿Quieres seguir trabajando aquí?— Preguntó De Luca ella asintió.
—¿Necesitas el trabajo? —Volvió a asentir.—Mucho señor, lo hago.— Giancarlo extendió su brazo y con sus nudillos comenzó a acariciarle el brazo subiendo lentamente hacia su hombro siguiendo el recorrido con su vista.
Cloe tembló y no en el buen sentido, era atractivo sí, pero al juzgar por sus actos ya sabía hacia donde iban sus intenciones y ella no estaba dispuesta a ser la puta de nadie.
Ella dio un paso hacia atrás alejándose del toque de su jefe. El arrugó el ceño...
—¿Qué quieres a cambio? — Volvió a preguntar pero esta vez ya no tenía ninguna sonrisa en sus labios.
Algo dentro de Cloe estalló, su rostro denotaba rabia, dolor, coraje, jamás imaginó que podría llegar a pasar esto, no después de lo bien que le estaba yendo en estos días, estaba feliz en su nuevo trabajo, sus compañeros la adoraban, Rodrigo la apreciaba y ahora el dueño de D Luca Company quería follarla.
—No quiero nada señor, solo quiero seguir trabajando como lo he estado haciendo estos días.
—Eso depende de mí, todo en este maldito lugar depende de mí, hermosa Cloe.— Habló De Luca extendiendo sus brazos para señalar a lo largo y ancho del lugar.
Parpadeó evitando que las lágrimas salieran, un nudo se le formó en la garganta.
—¿Qué es lo que quiere señor De Luca? — Se atrevió a preguntar, ya no quería seguir con esto, éste jueguito estúpido.
El volvió a acercarse, Cloe intentó huir, pero él la sujeto del brazo rápidamente, Giancarlo inclinó su rostro para mirarla directo a los ojos.
—Te quiero a ti, aquí, en mi cama o donde sea pero te quiero una noche, nada más. —Exigió, y una lágrima rodó por el rostro de Cloe quien bruscamente se sacudió del agarre de su jefe.
—Está usted completamente demente.— Escupió ella con rabia, no era virgen, pero tampoco una cualquiera que le abriría las piernas a todo el mundo por dinero, ella los conseguía por su esfuerzo y trabajo y ésta vez no sería la excepción.
De Luca cambio su rostro completamente a uno serio y oscuro, era la primera vez que una mujer le hablaba de esa manera, generalmente todas caían ante él o eran ellas las que se le ofrecían sin ningún pudor.
—Recuerde con quién está hablando.— Escupió sin más.
—Eso debió haber usted pensado antes de hacerme una propuesta tan asquerosa como esa.
— ¿Por qué te haces la difícil? Sé que quieres, lo veo en tus ojos, eres igual a todas, un coño más, o ¿acaso lo que tienes entre tus piernas es de oro?
Cloe jadeo indignada, este hombre era un idiota.—Pues déjeme decirle señor que así es, es de oro, ¿Sabe por qué? Porque mi dignidad vale mucho más que cualquier dinero en el mundo y lamento mucho decepcionarlo, pero no soy igual a todo el mundo, soy solo yo, una simple chica que quiere trabajar y que no es una cualquiera.
Giancarlo sacaba humo por los ojos, nariz y boca, estaba sorprendido por la respuesta de esa niña que parecía indefensa que al final no lo era, sabía sacar las garras.—Entonces si tanto quiere trabajar vaya a pedir trabajo otro lado porque está despedida, pase a recursos humanos inmediatamente.
El corazón de Cloe latió desenfrenado, ¿Despedida? ¿Estaba escuchando bien?
—¿Me despide porque no quise acostarme con usted?
Giancarlo le dio la espalda, no le contestó, no habló, solo se limitó a mirar por la ventana, estaba furioso porque le había rechazado. Cloe solo agachó la cabeza y negó sonriendo irónica.
—Es usted un maldito imbécil y puede meterse su maldita empresa en lo más profundo de su ser, por mí váyase a la mierda.
Es todo lo que Cloe dijo y salió de ahí dando un portazo que retumbó en todo el edificio.No dejen de leerme, dejar sus estrellitas si gustan y seguirme en mi perfil
ESTÁS LEYENDO
Dulce Capricho
Storie d'amorePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...