Giancarlo no podía creer ¿Qué hacía ella durmiendo en un banco a esta hora de la madrugada y con esta tormenta?
—¿Giancarlo que pasa?— volvió a reclamar la mujer que estaba sentada a su lado. La ignoró nuevamente cuando se desabrochó el cinturón para después de un largo suspiro bajarse del auto y dar la vuelta corriendo hasta llegar al techito donde yacía Cloe.
Al verla temblando de frío y acurrucada en el banco se le oprimió el alma, siempre ayudó a las personas de escasos recursos, cuando veía personas en ese estado siempre trataba de ayudarlos, pero nunca imaginó que sería Cloe la que estuviera en este estado y en este lugar.
Se acercó más a ella quitándose el saco para cubrirla, cuando Cloe de un salto gritó y se paró del banco aún somnolienta pero muy asustada, pues sintió un toque.Al ver de quién se trataba pensó que estaba alucinando, respirando agitada se miraron fijamente, y luego reaccionó y temió aún más.
—Aléjese de mí.— gruñó asustada estirando la mano. El viento soplaba más fuerte aún, la lluvia en lugar de cesar caía con más intensidad.
—¿Qué haces aquí, con este temporal y a esta hora?
—Sube al auto te llevaré a tu casa.—Cloe negó y las lágrimas ya de nuevo se apoderaron de ella.
—¡Por favor! —pidió Giancarlo con la voz tranquila tratando de apaciguarla, él se cubría como podía del fuerte viento y de la lluvia que salpicaba completamente, ni el techo ya los resguardaba.
—Por favor.— volvió a decir, acercándose un paso mientras que Cloe retrocedía otro, chocando con el banco. Giancarlo levanto su chaqueta que había caído al suelo cuando Cloe se levantó presurosa al asustarse de su presencia.
Ella miró atentamente sus movimientos sin dejar de derramar lágrimas.
—No te haré nada, lo prometo solo quiero ayudarte, resguardarte de este mal clima, esto empeorará por favor, no seas terca.
Cloe moría de frío, tiritaba hasta la punta de su cabello, no estaba preparada para tal temporal, es así que se abrazaba así misma frotando su brazo.
Giancarlo de nuevo intentó acercase esta vez Cloe ya no puedo huir, por el susto y todo lo que habia pasado, ella comenzó a golpearlo con las manos, mientras él no se defendía, tal vez se merecía esos golpes y más, pero la desesperación lo embargó cuando Cloe cayó desvanecida, por el cansancio y el estar sin comer un bocado durante todo el día, rápidamente De Luca la sostuvo en sus brazos y la levantó para meterla en el asiento trasero del auto, cubriéndola nuevamente con la chaqueta para luego cerrar la puerta y rodear su auto para adentrarse en el, completamente empapado.
—¿Quién es ella Giancarlo? ¿Por qué la subiste al auto? — cuestionó la molesta mujer que a Giancarlo comenzaba a molestar su voz chillona y quejona.
—Una amiga.— respondió corto.
—Te llevaré a tu casa —dijo serio.
—Pe.. pero pensé que iríamos a tu casa —protestó la mujer.
—Yo no llevo a nadie a mi casa Delise lo sabes —la mujer refunfuñó echando chispas por doquier.
—¿Y donde llevarás a esta indigente? —cuestionó rabiosa.
—En primer lugar no es indigente, en segundo lugar no es de tu incumbencia y en tercero mejor ya no hables o te bajo aquí mismo en esta tormenta.
La mujer abrió muy grande los ojos, sorprendida de ver ese lado de Giancarlo, ese lado que él no mostraba con sus amantes, ya que él solo se mostraba amable, cariñoso y fogoso con ellas. Excepto con Cloe que era la única que ahora le importaba y no sabía porque.
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Dulce Capricho
RomancePara Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor. ¿Pero sería capaz de do...