•~>El dolor de corresponder a otro<~•

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Finalmente, al día siguiente y casi al medio día, Xiao Zhan y Wang Yibo lograron despegarse.

No sólo habían follado toda la noche, también al despertar y antes de salir del apartamento lo hicieron.

Ahora, lo primero que haría Xiao Zhan, era ir a la farmacia a comprar píldoras de emergencia. Estaba seguro que Wang no se corrió dentro de él en las veces que lo hicieron sin preservativo, aun así, quería extremar sus precauciones.

—¿Ella era tu mamá? —preguntó Yibo al ver el retrato de la mujer —era muy linda.

—Era la más hermosa.

Xiao Zhan se encontraba recogiendo el resto de cosas que se habían quedado en el salón. Entre ellos, los móviles.

—¿Puedo preguntar de qué murió?

Mientras encendía el suyo, Xiao Zhan caminó hasta Wang y ofreció un incienso al retrato, luego lo colocó.

—Cáncer de mama. Luchó por dos años pero... Al final la batalla no fue de ella.

—Lo siento mucho.

—Mamá siempre tuvo un sueño. Ese era el tener su propia librería. Amaba leer. A mí me contaba historias fantásticas y siempre prometimos tener nuestra propia tienda para cuando yo fuera mayor.
El día que abrí mi librería, ni papá, ni Chao Youting o Wen fueron. ¿Sabes por qué? —el menor no dijo nada —Porque la tienda se llama «Lan Lan».

—Orquídea azul.

—Así se llamaba ella.

Wang Yibo quería decir un «lo lamento»  o algo que pudiera dar un poco de consuelo al mayor, pero las palabras sobran cuando realmente no sabes lo que se siente.

Su mejor movimiento fue abrazar al pelinegro, envolverlo en sus brazos y esperar a que él le correspondiera el abrazo.

Cuando el móvil de Xiao Zhan recuperó señal, comenzó a llenarse de notificaciones. Rompió el abrazo de Yibo para revisarlas. El castaño hizo lo mismo.

—Mierda, tengo llamadas perdidas de tu hermano.

Xiao Zhan no respondió porque notó que sus notificaciones eran llamadas perdidas de Xiao Wen y de sus padres.

—¿Habrá pasado algo? —preguntó en voz baja.

Yibo comenzó a escuchar los mensajes de voz. Seguramente era Xiao Wen reclamando porque no había llegado a dormir.

—¡Yibo... Es el bebé... Didi viene... Ven pronto! —en el audio, la voz de Xiao Wen se escuchaba entrecortada. Rápidamente reprodujo el siguiente para saber qué más había pasado —Yi-Yibo... Ya voy al hospital... Te veo allá.. ¡ah! —gritó el doncel.

Wang Yibo miró a Xiao Zhan. Él también tenía los ojos abiertos de par en par porque sus padres igual habían llenado su buzón de mensajes.

—Mierda. Vámonos.

Los dos chicos se pusieron de pie de un salto y salieron del apartamento. Con la moto del menor llegaron en poco tiempo al hospital, dónde el primero en recibirlos fue el señor Xiao.

—¿Dónde estabáis? —preguntó un poco molesto.

—Nos hemos pasado la noche con unos libros recién llegados. Sabes que en la bodega no hay señal —mintió el pelinegro —¿Cómo está Wen?

El señor Xiao fulminó a su yerno. Algo le decía que estaban mintiendo, pero prefirió no tocar el tema.

—Él está muy bien. Al parecer comenzó a tener contracciones en medio de la noche. Hemos venido corriendo. La buena noticia es que ya nació Zongdi —dijo con alegría.

Unidos Por Él | YiZhan [MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora