•~>Prólogo<~•

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El sonido de la música resonaba contra las paredes de la discoteca. Era viernes. Muchos celebraban sus cumpleaños, otros que por fin terminaban una semana pesada de trabajo y otros simplemente querían pasar un buen momento.

Parejas bailando pegaban sus cuerpos, acariciándose bajo las inestables luces de colores, ignorando lo que la gente a su alrededor hacía.

—¿Por qué aquí? —preguntó un chico a su grupo de amigos.

—Vamos tío, es el único lugar donde encontraremos sexo gratis —respondió alguno de sus amigos.

El líder del grupo, el primero que había hablado, se posicionó al frente de los demás y miró hacia el gentío. Aparentaba ser alguien mayor; con esas ropas llamativas, una mirada fría y el cabello largo y rebelde. Los guardias no le negaron el acceso cuando mostró su identificación falsa, porque en realidad, él y sus amigos, tenían diecisiete años.

—Esta noche cenamos —dijo burlonamente un integrante del grupo, quien enseguida cogió de la cintura a otro chico que pasaba a su lado. 

Aunque la gente en la parte baja de la discoteca se movía y agitaban sus cabezas al ritmo de la música, el líder logró mirar a uno en especial; un tío con un blazer blanco y un pañuelo negro alrededor del cuello que se movía solo en medio de la gente, bailando para sí mismo y acariciando su cuerpo lentamente. El chico sabía que captaba la atención de todos, incluso encendía las ganas de muchos con sus movimientos sensuales.

—Ese de ahí, tío, está buenísimo —susurró otro integrante del grupo —dice mi primo que cada semana se encuentra con alguien diferente. Nunca repite.

—¿Adivina quién es el de esta noche? —respondió el líder sonriente y preparándose para ir a aquel encuentro.

Caminó escaleras abajo, arreglando su chamarra, su cabello y lamiéndose los labios con disimulo. Pasó entre la gente, apartando cuerpos bailarines hasta llegar al chico que ahora se acariciaba el cabello. Al llegar completamente a él, le dedicó una mirada felina, tentadora. El líder no perdió un segundo más y se acercó. Ambos se atraparon y unieron sus labios por impulso.

Te dolerá todo el cuerpo,
me buscarás en el infierno
porque soy igual que tú...

Con movimientos sensuales, el chico que bailaba al principio solo, se entregó a los movimientos del líder de críos. No le interesaba conocer su nombre, tampoco le interesó si tenía dinero para pagar la habitación de hotel, simplemente ellos se dejaron guiar hasta que la noche reclamó lo que ambos buscaban: un buen sexo casual.

El líder era primerizo, lo supo el otro en cuanto le vio sacar el condón de la envoltura. Para no reírse de su triste pesca de la noche, terminó por lubricarse a sí mismo. Ambos unieron sus labios en un fogoso beso que los distrajo cuando, torpemente, el menor de edad, metía su miembro en la apretada cavidad del otro.

—Vamos, no demores mucho —murmuró el mayor, quien se aferró a la espalda del líder y clavó sus uñas. Le encantaba dejar rasguños en sus parejas sexuales. 

Cuando finalmente se unieron en uno solo, se volvieron a besar. El vaivén de movimientos hizo que aquella cama de hotel rechinara al ritmo de los gemidos de ambos. 

«Para ser virgen no estás nada mal» —pensó el mayor cuando sintió los golpes placenteros en su interior. 

Como forma de premio, besó el cuello de su domador inexperto, succionando la nívea piel hasta dejar marcas rojas en forma de labios. Otro más de sus recuerdos a sus amantes.

—Dame la vuelta —gimió con el aire cortado. Comenzaba aburrirse de la misma posición.

El menor salió de su interior y obedeció a girarlo. Un par de mejillas blancas bien formadas le pedían ser masajeadas, con sus enormes manos lo hizo; acarició desde donde termina la columna hasta donde el pequeño orificio le pedía volver a entrar. Su pulgar hizo el trabajo, entrando y desapareciendo por el hueco oscuro.

Unidos Por Él | YiZhan [MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora