Capítulo 10: Irresolución

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Mew atravesó las puertas de la sala de operaciones, después de algunas horas dentro de ese espacio reducido, lleno de equipamiento quirúrgico y anestésico, sangre y mucha iluminación; tenía ganas de un poco de aire libre y un cigarro para liberar su tensión física y emocional.

Subió hasta la azotea del hospital y cuando estuvo ahí, respiró profundamente. Sin despegar los ojos de la vista de la ciudad, sacó un cigarro y lo encendió, colocándolo entre sus labios. Llenó su boca de humo y luego lo expulsó con suavidad hacia fuera con la cabeza hacia arriba, disfrutando del embriagante sabor que eso le dejó. La nicotina empezó a actuar en su sistema nervioso central y cada uno de sus músculos se vieron afectados, relajándose al instante y mejorando su humor.

El cigarro lo mantuvo en su boca, dando otra calada y expulsando el humo por las esquinas de sus labios. 

El cielo estaba tan azul que fue imposible no comparar la tonalidad con uno de los ojos de Gulf, pero el tono azul de Gulf era de cierta manera más intenso, más apagado, nunca había visto un azul igual. Se cruzó de brazos para evitar quitar el cigarro de sus labios, por que si lo hacia sabia que de ley iba a tener la necesidad de lamerse los labios para recordar a que sabían los labios de ese hombre.

—¿Tan mal te besé? —Dijo con falsa decepción y un sarcasmo neto, antes de volver a dar otra calada a su cigarro. Desde ese día, donde no habían hecho nada más que besarse, tocarse y probarse como si no hubiera un mañana, Gulf desapareció. 

Mew quiso llamarlo, claro que quiso, pero no lo hizo. Tampoco esperaba que Gulf le llamara. ¿Qué significó ese arrebato? Deseo, ¿verdad? En ese beso dejo salir toda esa ambición que había acumulado desde el primer día que lo conoció. Pero si ya se había liberado, entonces, ¿Por qué tenía esa ansiedad que no lo dejaba tranquilo? ¿Hace cuanto no sentía algo parecido? 

Mejor dicho, ¿Cuánto tiempo su cuerpo se había encontrado muerto sin signos vitales de verdadera atracción por alguien?

—Pero a pesar de eso, me conozco. No quiero hacerte daño, Gulf. Tarde o temprano todo termina, todo tiene un final, todo esto es algo efímero. Es mejor si ya no me llamas, si ya no me buscas, si...

Sus palabras al vacío y sus pensamientos inestables se vieron interrumpidos cuando su celular sonó, anunciando un nuevo mensaje. Por un momento su corazón se detuvo pensando que podría ser Gulf, pero la desilusión, aunque no quería aceptarlo se vio reflejada en su rostro cuando vio que el mensaje era de Luke.

Como Mew le dijo hace días, Luke le había avisado que se encontraba en Tailandia y por supuesto quería encontrarse con él. 

Los últimos años siempre que Mew llegaba a casa no había nadie que lo recibiera pero esta vez solo abrir la puerta, el gato negro que había estado yendo y viniendo en su hogar lo recibió con una serie de maullidos emocionados y caricias en la parte baja de sus piernas. 

La sensación incomoda de antes se intensificó al mirar los ojos heterocromáticos del gato. Mew dejó sus cosas en el primer mueble que encontró, tomó al gato en brazos y fue a sentarse en el sofá.

—¿Ma extrañaste, gatito? —El gato maulló y Mew sonrió, acariciando su pequeña cabeza. —Debería ponerte un nombre, ¿no es así? No puedo seguir llamándote gatito. ¿Qué te parece Gulf? Conozco a alguien que tiene el mismo color de tus ojos. Es inevitable no pensar en él cuando te miro. —El gato volvió a maullar, sus ojos lo observaban intensamente y por breves segundos Mew deseó que esos ojos gatunos fueran ojos humanos. 

Encanto Seductor ☆ MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora