10. "Un apodo y un viaje"

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Pasadas unas semanas, las cosas entre ambas volvieron a como estaban acostumbradas, y ya no quedaba rastro alguno de que hubiera existido una pelea entre las dos jóvenes. De hecho, estaban cenando con la madre de la influencer aquella tarde.

- Esto está delicioso. ¿Lo ha hecho usted?

- Con un poquitito de ayuda.

Mentía. En realidad, la mujer tenía habilidades culinarias bastante básicas, pero como quería tener una buena tarde, había pedido un par de cosas para comer y darse un gusto.

- Gracias por invitarme.

Su amiga a su lado soltaba una pequeña risa, ella sabia que realmente todo era comprado, pero su madre le había pedido que no dijera nada.

- Pero si nos encanta tenerte aquí, Maqui. - Esmeralda le sonreía a la rizada con suavidad. - Eres amiga de mi sis y como tal, siempre vas a ser recibida en esta casa.

- Gracias, Esme. Es muy lindo de su parte.

La chica del 205 sonrió al ver la escena de las tres mujeres a su alrededor. Sintió un escalofrío agradable recorrer su cuerpo, usualmente las cenas con su padre y su hermana se basaban en orar, comer, hablar un poco acerca de la religión y retirarse de la mesa. Era completamente maravilloso saber que en medio de la comida se podía hablar de otros temas.

La castaña por otra parte se sentía cómoda al lado de su amiga. No recordaba cuando había sido la última vez que había llevado a alguien a comer a su hogar con su familia. Le recordó casualmente a una de las cenas con su anterior novio, y se removió en su asiento para evitar pensar en ello. A pesar de que la idea de cenar con la estudiante como algo más, merodeaba por su cabeza, y le producía una sensación de calma, decidió ignorarla. Ella no era lesbiana y la rizada sólo era su amiga.

El teléfono de Macarena sonó contra su bolsillo, causando que diera un pequeño saltito sobre su asiento. Quizás debía cambiarle el tono a uno menos escandaloso.

Se levantó de la mesa luego de pedir permiso y se alejó unos pasos de la familia del Penthouse. Era su padre, necesitaba que la chica recogiera unas cosas urgentes que le habían llegado de uno de los templos a los que anualmente visitaba. Eran cosas realmente sin valor para ella, pero para su padre realmente tenían un valor espiritual.

- Estaba todo muy rico, señora Ágata, pero debo retirarme, mi papá necesita que vaya a buscar unas cosas para él.

- Ay, Maquita, pero llevate algo de lo que comimos y le llevai algo a tu papi también. - La mujer rápidamente se levantó de la mesa y guardando un par de bocadillos, y sandwiches, se acercó a ella sonriendole. - Dile a tu papi que van de mi parte.

Y le guiñó un ojo. Algunas cosas comenzaban a calzar en su cabeza, recordaba aquella tarde donde su padre había llegado algo desordenado y con las mejillas sonrojadas. La estudiante supo que aquella excusa de "que hacía demasiado calor en la recepción" no era el motivo de su camisa desabotonada.

Le regaló una sonrisa al mismo tiempo que Rubí se acercaba a ella y apoyaba su cabeza sobre su hombro.

- ¿Te vas tan pronto?

Su madre las miró con ternura y besando la mejilla de la rizada, se devolvió a su asiento junto a su hija menor.

- ¿Quieres que me quede a vivir contigo?

- No seria mala idea, rulitos.

La chica alzó una ceja mientras una sonrisa llena de diversión se asomaba por sus labios.

- ¿Rulitos?

- Un apodo, ¿no te gusta?

- Es tierno, en realidad.

Diste vuelta mi mundo ||RUBIRENA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora