06. "Mensajes y consejos"

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Los siguientes días fueron algo extraños y poco agradables para ambas.

Luego del encuentro con Jacinta, Rubí había estado algo distante y completamente a la defensiva con ella. Y Macarena no lo entendía, por supuesto.

La llamaba, pero siempre la mandaba al buzón.
Intentaba buscarla, pero su hermana le decía que no estaba. Le mensajeaba, pero no contestaba ninguno de sus mensajes. ¿Acaso había hecho algo mal?

"Uhm... Hola, sé que has estado ignorando mis mensajes, mis llamadas e incluso tu hermana me dice que no estás. Sólo quiero saber si estas bien. Por fav-"

Con un suspiro, la rizada borró el mensaje, le había mandado unos cuantos durante el día, pero no respondía ninguno. ¿Tenía caso continuar mandandole mensajes?

"Espero que todo esté bien contigo, Rubí."

Vió como el "en línea" aparecía, demostrandole así, que estaba viva, pero que no contestaría su mensaje. Si tan sólo supiera que era lo que pasaba con ella, intentaría ir para ayudarle y arreglarlo.

Suspiró. Ella se había desconectado.

Se levantó a mirar su croquera sobre el mueble. Para ser más precisos, el dibujo de su amiga. La chica se veía simplemente perfecta. Había logrado plasmar lo feliz que estaba aquél día, había capturado el brillo que habitaba en los ojos de la influencer, junto con sus mejillas sonrojadas.

Pensaba que se veía aun más hermosa de lo que se veía siempre. ¿Podía ser eso posible?

Había obtenido el resultado hacian un par de días. Una calificación perfecta, pero el sólo recordar que iba a compartir aquella calificación con la contraria, le bajaba los ánimos aún más.

De su boca sólo escapaban suspiros pesados mientras revolvía sus rizos e intentaba no darle más vueltas al asunto. Sentía que de alguna u otra forma las cosas eran su culpa, aún cuando realmente no lo eran. Ella no había hecho más que ir a devolver un cachorro perdido, pero aún así, la culpa la carcomía.

En medio de sus pensamientos, su teléfono vibró. ¿Por fin se había dignado a contestarle? Lo tomó emocionada, pero el repentino brillo que había llegado a sus ojos, desapareció.

"Hey, ¿quieres salir hoy conmigo?"

Era Jacinta.

•••

-No entiendo realmente por qué estás así, sis, - Su hermana le entregaba una pastilla para el dolor de cabeza junto con un vaso de agua. - ¿Ocurrió algo?

Los ojos de la influencer traían unas ojeras realmente preocupantes. No había podido dormir muy bien luego del incidente con sus dos amigas.

Repetía el momento una y otra vez, intentando que, de alguna u otra forma, fuera diferente. Pero ahí estaban, su amiga de la infancia coqueteando con la rizada, mientras esta última se sonrojaba hasta más no poder. Y el ardor que encendía su pecho, continuaba apareciendo.

Pero, ¿por qué lo hacía?

- No es nada, Esme, sólo no he podido dormir bien.

- Pero es que cuando no puedes dormir, nunca te aparecen esas bolsas.

Rubí levantó los hombros restandole importancia a su falta de sueño y dejando a su hermana con sus preguntas para ella misma. Se tomó el medicamento y se dió cuenta que su teléfono había sonado una vez. Sabía quién era, por supuesto.

La rizada no había dejado de textearle, y se sentía completamente mal por ignorarla, pero no podía hacer nada más. No quería hablarle hasta que ese recuerdo se borrara, y hasta que ese fuego agobiante se extinguiera.

Volvió a sonar y esta vez sí abrió el mensaje.

"Me parece perfecto que hayas reconsiderado mi propuesta, ya verás que podemos pasarla muy bien los dos juntos ;) Llego en 20 a tu departamento."

No quería ver a nadie, pero quizás la compañía de Miguel la haría sentir mejor.


•••

- ¡Maquita! Hoy viniste más temprano por Rex. - La anciana elevaba sus brazos en señal de alegría e intentaba quitar unas pocas hojas de su cabello. Había estado sentada bajo un árbol, durante unas dos horas.

Quizás pensando en como llamar a su próximo gato. "Pez" era una alternativa bastante buena para ella.

- En realidad, Madame Razz, vine a verla a usted.

La anciana frotó suavemente sus manos y la miró a los ojos.

- Tus ojos no brillan como usualmente lo hacen, mi niña. ¿Ocurre algo?

- No es importante, Madam-

- Si viniste a verme a mí, tienes que dejar de llamarme Madame. A Rex ya no le gusta que me trates así, dice que es como si trataras con una anciana.

La rizada soltó una risa pequeña y tomó al pequeño Rex en brazos, acariciando tras sus orejas como le gustaba. Miró a la mujer y mantuvo su sonrisa, estaba preparando dos sándwiches.

- Pero no puedo llamarla Razz, es... extraño.

- Razz es mi nombre, querida. Tienes que comenzar a llamarme así. - La mujer de blanco cabello se acercaba a ella con la comida y le regalaba una sonrisa. - Ahora dime, ¿es por un chico?

La rizada tomó un sándwich y dándole un mordisco negó repetidas veces.

- Entonces una chica. ¿Es tu novia?

El corazón de la rizada se detuvo mientras abría sus ojos. La idea de ser novia de su amiga le causaba algo en su estómago y le encendía algo sobre su pecho. Una sensación completamente agradable, pero no podía pensar así. Sólo eran amigas.

- No... No es mi novia, es mi amiga.

- Cuentale todo a esta anciana.

Mientras ambas disfrutaban de los maravillosos sándwiches que creaba la mujer, Macarena le contó todo lo que había sucedido aquel día. Confiaba plenamente en la anciana, pues había demostrado que con ella podía hablar de cualquier tema. Siempre terminaba por ayudarla y regalarle un consejo cuando lo necesitaba.

Y a pesar de que lo que salió de los labios de la anciana, ya había merodeado debilmente por su cabeza, no pudo evitar sentirse confundida.

- ¿Celos? Dios, Razz, no pueden ser celos.

Le parecía una idea realmente poco creíble.

- Creele a esta vieja. Son celos.

- Pero, ¿de qué? ¿por qué? ¿Acaso cree que voy a quitarle a su amiga?

- O piensa que su amiga puede alejarte de su lado.

La anciana le regaló una sonrisa suave. La rizada se veía totalmente confundida, estaba intentando buscar respuestas a sus preguntas desesperadamente, y el no encontrarlas la frustraba.

- Ve a hablar con ella, intentalo otra vez. Esta vieja no puede darte las respuestas que estás buscando. Sólo ella puede.

- Pero ¿y si continúa evitandome?

- No puede evitarte para siempre.

Ambas se fundieron en un abrazo mientras la mayor acariciaba su espalda, dándole consuelo. Se despidieron prometiendo que la próxima vez harían una tarta y que saldrían juntas a pasear a Rex. En cuanto la rizada abandonó el hogar de la mujer, se dirigió a su departamento. Sabía exactamente lo que debía hacer, pero antes, debía ir a buscar algo importante.

Era hora de que su amiga tuviera su dibujo.

Diste vuelta mi mundo ||RUBIRENA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora