12. "¿Quién dijo quequito?"

1.6K 119 17
                                    

[Maratón 2/2]

Rubí.

— Ustedes dos, ¡dejen de jugar con harina!

Le lanzo un último puñado de harina a la Maca antes de voltearme para mirar a la anciana quien, creo, que está hablandome con el semblante serio. Creo que quiere reírse, pero tampoco estoy muy segura de ello. La harina no me deja ver con claridad.

Cuando la Maca me dijo que tenía una propuesta para mí, y que sería divertido, no pensé que eso significaría que terminaría llena de harina por hacer un estúpido queque. Todo esto es culpa de la Maca.

¡Parezco un tonto fantasma!

— ¡Pero es divertido! — La rizada a mi lado suelta una pequeña carcajada mientras mantiene las manos tras su espalda. Nos mira a ambas con esos ojos de niña inocente, pero la conozco. Sé que está planeando algo, pero por la presencia de la mujer en frente de nosotras, no logra cumplir con su objetivo.

— Vas a tener que limpiar todo tú... Tú y tu amiga. — Dice mientras vuelve a mirarme de pies a cabeza. Le doy una sonrisa ladeada y trato de limpiar la harina de mi vestido.

Ugh, fue el peor día para escoger el vestido negro.

Desde que llegué, la mujer de cabello blanco no ha dejado de examinarme completamente. No la culpo, pero, no me gustan las ancianitas y dudo que le gusten las chicas más jóvenes, Entonces, ¿por qué me está mirando tanto, ancianita?

— Va a terminar por intimidar a la Rubí, Razz — Dice la Maca interrumpiendo la inspección de la mujer.

— Es muy linda, ¿no, Maquita? — Pregunta la mujer mientras alza una ceja y comienza a avanzar hacia el horno para dejar el queque.

— Es preciosa. — Confirma ella, mientras veo de reojo como sus mejillas se ruborizan y suavemente me da una mirada. A pesar de que estoy cubierta de harina, ella continúa encontrandome preciosa. Es realmente adorable.

Me giro lentamente para encontrarme con sus ojos marrones. Brillan. Y quisiera decir que es casi de la misma forma como cuando la conocí hace un par de meses. Le regalo una sonrisa y me permito mantener el contacto visual por más tiempo del que se supone que es correcto. Levanto una de mis manos para quitarle un poco de harina de su frente y ella sólo me sonríe en respuesta. Sus pupilas están suavemente dilatadas y pareciera que estuviera mirando a la octava maravilla del mundo, pero soy sólo yo quien está en frente. Abro levemente la boca intentando decir alguna palabra, pero me sorprendo al darme cuenta que su mirada está poniendome nerviosa y mis labios están entreabiertos en vano. El silencio de la cocina solo se interrumpe, de forma casi inaudible, por la ancianita que está cerrando el horno y por los latidos de mi corazón, el cual intento calmar, sin conseguirlo del todo. Siento como mis mejillas comienzan a quemar ante el hecho de que si mi amiga pudiera oír como mi corazón late contra mi pecho, se daría cuenta que es culpa de su mirada. Me siento algo avergonzada y totalmente confundida.

¿Qué está pasando conmigo?

— ¡Bien! — La mujer de avanzada edad habla e interrumpe el contacto que tengo con mi vecina. Le agradezco en silencio. Razz nos mira con una sonrisa, como si ella conociera algo que nosotras aún no y mi confusión se agranda un aún más. — El queque está en el horno y ustedes dos deben limpiar este desastre. — Ordena mientras comienza a alejarse en compañía de uno de sus cachorros y dos de sus gatos. El tercero duerme... Sobre mi chaqueta. — ¡Espero que esta cocina quede radiante, señoritas!

Diste vuelta mi mundo ||RUBIRENA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora