No pierdas la cabeza

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Capítulo 34

No pierdas la cabeza Fanett, no lo hagas...

Los minutos, horas se vuelven eternas al estar en esta camilla, la mitad del tiempo estoy bajo medicamentos y la otra muy débil hasta para poder hablar.

Tal vez llevo un mes en este lugar, pero para ser sincera no creo salir nunca, es común ver a cinco enfermeras entrar y administrar los medicamentos después de eso la entrada del doctor que me hace un breve examen para saber cómo va mi recuperación.

— ¿Estas segura de qué no quieres hablar de eso? — escucho el sonido del bolígrafo chocar contra la mesa

— Me estás haciendo creer que estoy loca, estoy segura de que no quiero hablar de eso — la miro con desagrado

Tal vez ella no tiene la culpa, solo cumple con su trabajo, después de todo solo era una psiquiatra, los verdaderos villanos eran aquellos que me daban choques eléctricos, experimentaban conmigo y me dejaban atrapada en aquella bañera fría hasta llegar al punto de no sentir mi cuerpo.

— No te estoy haciendo creer nada, estoy intentado que te des cuenta de las cosas, llevas un mes aquí y no muestras progreso alguno...

— ¿Y cómo hacerlo?, la mitad del tiempo estoy inconsciente y otra estoy atrapada en sus juegos macabros — mi voz tiembla, pero no hace que deje de observarla con firmeza

— Primero aceptado que tienes un problema y que nadie te está haciendo daño, Fanett tienes que aceptar que todo ese mundo que creaste en tu cabeza no es real — dice en un tono más firme

— Estas intentando corromperme, yo sé lo que es cierto y lo que no — digo con firmeza, aunque una lágrima sale de mis ojos

— ¿Y qué cosas son ciertas, la muerte de tus padres? — cuestiona — ¿O Cassian?

— No te atrevas a mencionar a Cassian — intento decir con firmeza, pero mi voz se debilita al decir su nombre haciendo que suene como un tartamudeo seguido de llanto — Cassian no.

— Tienes que aceptarlo Fanett, Cassian solamente es producto de tu mente que quería hacer salir a la luz tu lado cálido en toda esta fantasía que inventaste.

Intento levantarme de la silla, pero las esposas me detienen, aprieto los dientes hasta el punto de escucharlos rechinar, aquel nudo en mi garganta cada vez es más grande y la mirada acusadora de la doctora no desvanece.

— Es hora de aceptarlo para que puedas seguir.

— No voy a aceptar algo que no es cierto y si ya terminamos con esto tengo que ir a comer — señaló las esposas

— Está bien Fanett, puedes irte, mañana seguimos con esto.

El guardia me coloca las nuevas esposas las cuales están en manos y pies, quitan las esposas de la silla y me llevan por el pasillo.

Las paredes de color verde desteñido y las lámparas que no funcionan como debían, termino mi recorrido por el pasillo hasta llegar al salón principal, todos los pacientes se encuentran hay muchos viendo la televisión, otros viendo los barrotes de la ventana incluso algunos jugando en grupo o solos.

— Tienes una hora — informa el guardia

— Anotado — digo con fastidio

Él se va dejándome sentada en el sillón junto a los demás.

— ¿Cómo te fue? — esboza una sonrisa

— Pues... estoy loca.

— Bienvenida al club, estamos apostado a ver quién es el siguiente conejillo de indias.

— Cuando pueda liberarme voy a hacerlos pagar — digo entre dientes

— Fanett, aquí nadie escapa — esboza una sonrisa — pero si lo haces no te olvides de mí.

— Nunca dejó atrás a un compañero y tú no eres la excepción Ray.

Ray, paciente psiquiátrico hace tres años, todo un sociópata, mi única compañía en este lugar, aunque curiosamente nos conocimos ya que quería matarlo.

Él conoce el lugar, sabe lo que hacen las personas aquí, experimentan con nosotros, solamente somos un juego para ellos en donde nos torturan para seguir con sus investigaciones, miles de veces he estado en esa camilla al igual que Ray.

— Debes comer, por lo que me has dicho Cassian siempre se encargaba de recordarte que comieras.

— Así es — esbozo una sonrisa — Así era.

Me habían derrotado, había caído y aunque no fuera así, se sentía de esa manera, todo dolía y no era por golpes o heridas simplemente algo se quiebra dentro de mí por cada día que pasa.

Me pongo de pie, tomó algo de comida, una avena rancia con un aspecto repugnante, paso aquella masa por mi boca intentando no saborear nada, en estos momentos extraño los desayunos de Cassian.

Me siento frente a la ventana la cual no se ve más allá de los barrotes que los cubren para que las personas no intenten escapar.

— ¿Piensas en escapar o lanzarte por la ventana? — se sienta a la par mía una pelinegra

— Amabas.

— La única forma de escapar de este lugar es matando a todos y si buscas la salida fácil y rápida puedo ayudarte a subir al techo.

— ¿Y tú quién eres? — levanto la ceja

— Alguien que te ha visto durante todo este tiempo en este lugar, toda tu vida ha sido una mentira y de un momento a otro te enteras de eso, yo ya me hubiera lanzado del techo.

— Si voy a morir será a mi manera y no va a ser de una firma tan sencilla como lanzarme de un techo.

— Como digas, entre nosotros hay que apoyarnos — se pone de pie

— ¿Cómo subes al techo?

— En la noche paso por ti y por Ray, solo promete no matarnos si te llegamos a liberar.

— ¿Qué te hace creer qué soy una desalmada asesina?

— Las paredes hablan Fanett, cuando puedas saluda a Cassian de mi parte — esboza una sonrisa burlona

Me pongo de pie y rodeo su cuello con las esposas haciendo que intente alejarse, pero ejerzo más presión.

— Suéltame — dice con dificultad intentando alejarme con sus manos

— No vuelvas a mencionar a Cassian — la sujeto con más firmeza — No se con quién crees que tratas, pero nadie me habla a mí de esa manera.

— Eres solo una más de nosotros, alguien perdida en su mente.

La dejo caer al suelo mientras intenta volver a tomar aire en el suelo, sujeta levemente su cuello el cual está rojo gracias a las esposas.

— Estoy perdida, pero nunca seré una de ustedes.







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En la penumbra +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora