La noche del Apocalipsis Pt.1

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Naturalmente, pediré una casa en el distrito central.

Estaré bebiendo el mejor vino, ya sea por la mañana o al medio día. No aceptaré quejas de nadie.

Dejaré que mi esposa, nuestros hijos y nuestros nietos disfruten de una vida de felicidad.

Deberíamos tener ese derecho, ¿o no?

Es porque peleamos con nuestras vidas en la línea que esta isla tiene futuro.

Es por eso que deberíamos dejarlo de lado y... seguir avanzando.


—Jean, soy yo —escuchó afuera de su ventana.

No vi nada..

No escuché nada...

No te vayas... no pienses en eso.

Si sólo me quedo quieto así, conseguiré mi lugar en el distrito central.

Justo así...

Pero entonces, abrió los ojos y bajó sus manos, ya que las tenía contra sus oídos, tratando de frenar el ruido que Hange hacía afuera. Suspiró y levantó la mirada sólo para observarla golpear la ventana suavemente y sonreírle.

—Estaré esperando afuera —Jean frunció los labios. Debía escucharla, pero ¿qué es lo que debía hacer? ¿Cuál sería el mejor movimiento? La respuesta le llegó enseguida.

Se levantó del mullido colchón y salió de la habitación. La decisión estaba tomada y no había vuelta atrás.

—Entonces viniste, Jean —sonrió Hange, y parecía feliz de verlo. Mikasa estaba a su lado, mirándolo con cierta intriga—. Mikasa me contó la situación y siento no haber podido estar ahí. Ustedes lo hicieron bien bajo circunstancias difíciles —dijo con media sonrisa, girándose para hacerlos pasar a su escondite. Jean suspiró y desvió el rostro ante la escueta mirada de Mikasa—. Levi está... no está bien, pero está vivo, sin embargo, no podrá luchar por un tiempo —dijo con cierto pesar para enseguida suspirar—. También... unimos fuerzas con el Titán Carguero y las fuerzas restantes de Marley —soltó, mirándolos con cautela. Mikasa y Jean lanzaron un grito ahogado, mientras sus ojos se abrían por la sorpresa. Entonces, Jean pensó ¿qué es lo que estaba haciendo Hange ahí? Y su respuesta llegó enseguida. La castaña suspiró y se dejó caer en una silla odiando lo que estaba por decir—. Para detener a Eren. La matanza en masa está mal.

—¿Cómo planeas detenerlo? —preguntó Mikasa en un susurro, temiendo por la respuesta de Henge y Jean también, sólo que él no lo demostró.

—Primero, reuniremos colaboradores. Lo que podamos hacer o no depende de los aliados que tengamos, pero sin ti y los poderes de los nueve titanes, no hay nada que podamos hacer —dijo mirando a Mikasa, quien la observó sin expresión alguna, mientras a Hange parecía pesarle pedirle aquello—. El ejército que existía hasta ahora ha sido destruido... así que ya no soy tu oficial superior, pero aún estoy pidiéndot...

—Lo haré —soltó sin más, recibiendo una mirada llena de esperanza por parte de Hange, mientras Jean la miraba con sorpresa y cierta decepción—. No quiero dejar que Eren vaya más lejos en este ataque indiscriminado... incluso si... si es para protegernos a nosotros y a esta isla... quiero detener a Eren —musitó, apretando sus puños. Era una decisión demasiado difícil.

Por su parte, Jean había tenido una ligera esperanza de que quizá Hange o Mikasa los apoyarían, pero aquello estaba tomando un camino demasiado siniestro. Detener a Eren era lo que menos necesitaban en ese momento. Él debía avanzar, justo como lo prometió.

𝑩𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝑾𝒊𝒏𝒈𝒔 • SNKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora