Eren

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Abrió los ojos, sintiendo de pronto los párpados pesados, como si hubiese despertado de una larga siesta.

Se enderezó lentamente, colocando las palmas sobre el suelo, reconociendo enseguida la suavidad de la arena bajo sus dedos. La observó por unos segundos, dejando caer la suave arena entre sus dedos.

—¿Ah? Ya no hay dolor —susurró, llevándose una mano a su costado mientras observaba el cielo o lo que fuese aquello con ese hermoso patrón de colores profundos, azules y negros. Fuera lo que fuera, era una vista preciosa.

—Soho.

—¿Eren? —soltó con el ceño fruncido, encontrándose a un lado de Eren, quien la miraba con cierto dolor y tristeza.

Soho se levantó, observando ahora con más atención lo que la rodeaba, notando que estaban de nuevo en ese lugar que Eren los había llevado antes. Aunque en ese momento había estado en un nivel profundo de estupor para apreciar el paisaje.

—Creí que había muerto —susurró, mirando de nuevo al cielo. Era imposible apartar la vista de esas líneas de colores.

—Lo estás —afirmó Eren, mirándola con el ceño fruncido, recibiendo una triste sonrisa por parte de la castaña y un asentimiento—. No deberías estarlo, Soho. Debiste quedarte en Paradis —la joven suspiró y lo miró, apretando los labios.

—¿Y aburrirme? No —negó con una sonrisa, mirando sus pies—. Prometí seguirte.

—Y aquí estás.

—Sí... aquí estoy —asintió con una sonrisa triste—. Yo... antes de que tú... lo de... esa niña— su mano se movió lentamente, señalando el cuello de Eren, incapaz de mencionar aquello—. Durante la batalla me herí. No creí que fuese demasiado grave hasta que el médico dijo que mis órganos... bueno, estaban fallando —dijo, torciendo el gesto.

—Lo sé.

—Fue entonces que decidí no morir ahí. Querían detenerte y no lo iba a permitir.

—No lo lograrían.

—Lo sé, pero no podía arriesgarme. No podía arriesgar todo lo que habías logrado —musitó negando, mientras su vista se perdía en un punto a lo lejos—. Y eso no era lo único. Yo... —entonces volvió su mirada a Eren, observándolo con devoción— quería morir junto al hombre que amo.

—Pudiste usar ese suero.

—¿Para qué? No hay nada más después de esto, Eren. Cumplimos nuestro sueño de libertad sin pensar en un futuro para nosotros, siendo repudiados... odiados —Soho negó—. Jamás pensamos en un futuro, porque no hubo nada más.

Eren sonrió de lado y dirigió su mirada hacia enfrente, justo a esa columna de luz que se alzaba en medio del inmenso claro. Extendió su mano hacia Soho, quien la tomó y entonces la guió hasta la luz.

Soho miraba aquello deslumbrada y extrañada, ya que de esa columna parecían salir extraños cuadros con miles de imágenes.

—¿Qué es esto? —susurró frunciendo el ceño, notando que todos esos cuadros que se movían al rededor de la columna mostraban escenas de Marley, Paradis... el mar.

—Mis memorias. El pasado, el presente y... el futuro —respondió Eren con una voz monótona mientras miraba sus propios recuerdos.

—Memorias —musitó Soho, mirando una imagen en donde aparecía Eren de niño, corriendo hacia un árbol junto a Armin y Mikasa.

—¿Por qué decidiste detenerme? —preguntó de pronto, haciendo que Soho se alzara de hombros.

—Porque eso era lo que querías, ¿no es así? —soltó sin mirarlo, ya que continuaba observando todo lo que se mostraba frente a ella.

𝑩𝒓𝒐𝒌𝒆𝒏 𝑾𝒊𝒏𝒈𝒔 • SNKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora