La habitación de hotel había resultado siendo realmente grande, una cama king, baño con jacuzzi, comedor, una terraza con una pequeña sala y una pequeña piscina. Todo era asombroso pero lo que más me había emocionado era el ver en la cómoda una caja grande de condones junto a un bote de lubricante, sin esperar mucho comenzamos una pelea de besos sobre la mesa del comedor que parecía resistente al movimiento.
Sus manos pasaron a mis piernas recorriendo estas con manos fuertes y persistentes de sostenerme cada vez más fuerte, parecía no haber problema por quitarme el vestido pero si por llegar a destrozar mi ropa interior que cayo a un lado totalmente rota, los pequeños jadeos que íbamos soltando se iban volviendo jadeos al sentir nuestros miembros empinarse en necesidad de tocar el cielo.
Sin perder el momento quite su camisa aferrándome a su espalda mientras sentía sus dedos recorrer mi trasero y la entrada que tanto parecía ansiar al agarrarme con persistencia llevando mis piernas a sus hombros.
- Deseare enterrarme en tu interior a cada momento, no permitiría que te pusieras pantalones para poderte coger a cada momento - uno de sus dedos se introdujo en mi interior al momento de tomar lubricante, mis uñas se clavaron en su piel y el pareció alegre con eso.
- Necesitaremos cargar lubricante a cada momento junto a cambios de ropa interior - mis jadeos eran cada vez más altos mientras sentía otro de sus dedos traspasar mi interior con rapidez, fuerza y unas ansias que llegaban hasta su mirada, sus besos caían en mi cuello dejando una que otra marca que luego debería revisar.
Sacando sus dedos sonrió para en un golpe sentir como ya no estaba en la mesa y ahora estaba con recostado en la pared con las uñas enterradas en sus hombros, mis labios apresados en un fogoso beso, mis piernas aferrando en su cadera y mi culo abierto con su pene atravesando sin mucha preparación para no sentir mi cuerpo desgarrarse.
- ¡Ah! Eres un lobito muy malo - no había movimiento pero la sola posición parecía llevar mis neuronas a volar - delicioso, rico, asombroso ¡Oh, Dios! Si, eres increíble, pero malo.
- ¿Quieres probar la maldad? - las embestidas comenzaron rápidas, certeras y tan profundas.
Unos pequeños golpes se escucharon desde la puerta donde sin esperar respuesta se abrió, dejando ver a una joven de cabellos rubios mal pintados, labios carmín y una camisa blanca desabotonada hasta la mitad dejando ver sus pechos.
- He venido a dejarles la comida, ostras, camarones, cangrejo, langosta, entre otras cosas - su voz me era molesta pero a Diego no parecía causarle problema al seguirme embistiendo y rosando sus dientes en mi cuello. La chica comenzó a colocar las cosas sobre la mesa mientras veía a mi esposo con hambre, en una de las embestidas un pequeño dolor albergo mi trasero haciéndome saltar un grito junto a mis uñas trazando su espalda, las fuertes nalgadas junto a las profundas embestidas me llevaron a gritar sin miramiento en quien nos escuchara.
- Ni siquiera los Dioses deben conocer este placer, tenerte gritando por tener mi pene en tu interior es lo más delicioso que puede existir - el aire me faltaba y la tortura era cada vez mayor al sentir el deseo de correrme y no poderlo hacer al tenerlo sosteniendo mi miembro - grita más para mi amor y te hare el amor toda la noche.
- ¡Amor! ¡Más! - voltee por un momento notando a la chica sonrojada mientras terminaba de arreglar la mesa y volteaba a vernos a pocos con intriga - ¡Rómpeme! Somos esposos, puedes destruirme cada vez que quieras.
La chica haciendo una pequeña reverencia salió junto a el carrito, una ultima nalgada llego a mi trasero antes de sentir su semen llenar mi culo y su mano comenzar a masturbarme lo cual no costo mucho para acompañarlo en la liberación de nuestro placer.
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Oculto pero Dulce (Gay Love)
RomanceEl puesto social se podía olvidar si encontrabas el trasero adecuado y el martillo correcto en el cual cabalgar. Encontramos a cuatro personas que prueban a sus familias al querer abandonar sus puestos sociales, que importaba ser conde o condesa, p...