Capítulo 2. Desde otros ojos

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Por si no me conocías, me presento, yo soy Aroia, más conocida como Aro, una sirena nacida en la familia real, por desgracia para mí.

Desde que era pequeña siempre soñé con ser una humana, y visitar la superficie, no me gusta el fondo marino, es todo muy aburrido y nunca hay nada nuevo.

Por esto, todos los de mi especie me odian, por así decirlo, pues no es educativo que la familia real, que debe representar al fondo marino ante las demás especies, deteste su propio hogar.

Desde hace más o menos 2 meses vi como llegaban a nuestra zona unos nuevos habitantes, piratas al parecer, creo que son 10, y desde entonces los observo para saber como es la vida fuera del agua, en la superficie.

Hoy, como todos los lunes, me tocaba observar a un chico pelinegro, con una raya azul por alrededor de su ojo, pero que siempre lleva un casco, al parecer se llama alexby, o alex, y parece bastante amable.

Para mi sorpresa, se encontró con el chico al que observo los jueves, un tal rubius.

Los estuve escuchando hablar un rato, pero creo que rubius también me estaba observando a mi, pues a mitad de la conversación le dijo algo al pelinegro que me hizo sonrojar, y cuando fui a mirarlo, me di cuenta de que estaba mirando al lugar en el que me escondía, del susto, di un pequeño salto para sumergirme en el agua de nuevo, pero ellos dos ya me habían visto.

Ahora mi especie corre peligro, según mis padres, porque las historias que ellos me contaban de pequeña, contaban que los piratas capturaban a las sirenas, solo para vender nuestras escamas, algo que para ellos es de mucho valor, y que por esta razón, llevaban en guerra cientos de años.

Sinceramente, ellos no me parecen malas personas, pero por una vez, haré caso a mis padres y me andaré con mas cuidado.

Después de que Rubius y Alexby me vieran, me fui hacia el castillo, lo que viene siendo mi casa, para alertar a mis padres sobre lo que me acababa de pasar, ellos automáticamente pusieron en marcha el famoso "Inicio de Guerra" y alertaron a todos los tritones, sirenas y seres acuáticos del fondo marino para que iniciaran una especie de cuarentena y no salieran de su casa por un tiempo, y todo esto para evitar ser capturados, mientras la corte ideaba alguna estrategia para evitar la extinción de la especie.

—¡Activad los altavoces de la ciudad y comunicad a todos los habitantes qué estamos en peligro!— Gritó mi padre.

—¡A sus órdenes majestad!— Gritó a coro la policía militar.

En la ciudad solo se podían escuchar gritos y como cundía el pánico, fue terrible pensar que los seres a los que quiero podrían estar en peligro por mi culpa.

Por su parte, mi madre y los consejeros de la corte decidieron encerrarme en mi habitación para que nadie me pudiera capturar.

Después de unas horas en mi habitación, pensando como podría ayudar, pude escuchar como planeaban una ofensiva hacía uno de los mejores piratas de la zona, para utilizarlo como rehén hacía el resto, pero no pude escuchar a quién se referían.

No quería que hicieran daño a ningún pirata, porque tenía una pequeña esperanza de que ellos no fueran como los que salían en las historias que mis padres me contaron un día, pero tampoco quería que esa pequeña duda fuera incorrecta y que fuera verdad lo que contaban hacía aquellos seres terrestres.

En ese momento, solo pensé en la frase que una vez me dijo mi madre, "haz cosas de las que después no te arrepientas", así que decidí ir a un lugar en el que podía pensar con claridad y en el cual nunca había nadie, un lugar semi escondido entre rocas y corrientes marinas, un lugar en el que solo un grupo de locos manejaría un barco.

El Beso (Aroxby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora