Capitulo Nueve: Aparentando
Tsukiyomi recién salió de su habitación el día siguiente. La víspera había llorado mucho y la confusión la había mantenido en vela, y aún se preguntaba el por que de aquel beso.
Pensando, había recordado las palabras de Sam, su alma gemela, y un par de recuerdos habían vuelto a ella.Se acordó de un momento de su existencia, en alguna otra vida, cuando no creía en las almas gemelas. Creía que era una tonta idea para que las personas buscasen a quien fuese perfecto a sus ojos. Pero por culpa de eso, la gente no luchaba por amor y al percibir el mínimo defecto en su pareja, la abandonaban, diciendo que no eran almas gemelas, inventando excusas que ni ellos mismos se creían.
Su vida en aquel entonces era deprimente. Con solo trece años no tenía esperanza alguna de encontrar a alguien que la quisiera. Tampoco creía en dios, al igual que en la actualidad. Se rehusaba a creer que hubiera un ente superior capaz de verlos y decidir sobre ellos. Necesitaba desesperadamente saber que ella controlaba su propia vida.
Pero no mucho tiempo después de eso apareció Sam y llenó su corazón de amor y alegría, iluminando su vida.
Él le había explicado como era esa conexión. Una vez que veías a esa persona, sabías que hecha para tí y que la amabas. Nunca se había presentado el caso de que alguien rechazara a su compañero, puesto que esa conexión que se formaba era muy importante y escencial, esa persona necsitaba a su alma gemela e incluso sentía un dolor físico, una molestia, cuando no estaban cerca. Aquella relación entre almas era muy fuerte y muy poderosa, tanto que si uno de los dos moría, se llevaba consigo el alma del otro y este se suicidaba, cegado por el dolor o... se convertía en un espíritu.
A Tsukiyomi se le detuvo el corazón al comprender que eso era lo que había pasado con ella y Sam. La niña había muerto y se había muerto y se había llevado el alma de él, convirtiéndole en un espíritu.
Se horrorizó al caer en la cuenta de que si cumplía su destino, él desaparecería por siempre. Desesperada, se obligó a buscar otra solución. Debía salvarlo, a él y al alma pura convertida en vampiro. Una idea pasó por su cabeza, y pensó en preguntarle a Kyle... Pero el solo hecho de pensar en él le produjo mucha culpa, pues había engañado a Sam.
Desterró esos pensamientos de su mente y fue a la cocina por una fruta, su desayuno. Ahí se encontró con su protector, vestido con el pantalón del uniforme y la camisa blanca desprendida, dejando su pecho y perfectos abdominales a la vista. A la niña se le aceleró el corazón, pero dejó de respirar cuando Kyle posó en ella sus cálidos ojos grises, atrapándola con la mirada. Inhaló bruscamente y eso sirvió para romper el hechizo y ambos continuaron con lo suyo; Kyle desayunando y ella en busca del propio.
El joven se levantó cansinamente y se acercó a Tsukiyomi, con precaución y temiendo hacerla enojar. La niña estaba sacando algo de la alacena, pero se dio vuelta rápidamente al sentirlo detrás suyo. La acorraló contra el mueble, poniendo un brazo a cada lado de su cuerpo, y acercándose peligrosamente, le dijo:
-¿Estás bien? Porque yo no.
Ella abrió los ojos sorprendida y le dolió ver tanta fragilidad en los ojos de él.
-Yo tampoco estoy bien-le confesó, con una sonrisa triste-, pero ¿qué podemos hacer?
Había dolor y resignación en sus palabras y ambos suspiraron, afligidos. Tsukiyomi lo apartó a un lado, liberándose y recogió su bolso con los libros y le tendió el suyo a Kyle.
-Ten, ya casi es hora de irnos. -le dijo mientras se aseguraba de tener todo.
El joven lo agarró y contempló a la niña, pensando en lo bien que se veía con su uniforme, pero pensando con enojo que era demasiado revelador.
Sin duda una pollera negra corta, medias oscuras, camisa blanca casi transparente y el saco negro no eran lo más apropiado para servir de uniforme en una escuela llena de adolescentes babosos. Se enfureció al recordar como miraban esos niños a Tsukiyomi la vez que habían ido a la escuela.
Sintió un toque delicado, y al instante una nube de paz se extendió por su ser, tranquilizándolo.
-Veo que cada vez controlas mejor tus poderes, ¿verdad?-le dijo a su protegida.
-De nada-respondió ella, guiñándole un ojo-. Pero no deberías preocuparte por esas tonterias, ¿sabes? Lo que menos me importa en este momento son los chicos de la escuela.
Kyle se quedó estático. Eso era imposible.
-¿Puedes escuchar mis pensamientos?-le preguntó, atónito.
-Pues claro, tus pensamientos, tus sentimientos, tus miedos, todo... Además tus ojos me lo demuestran todo, son muy cálidos.
Él palideció y se agarró de una silla para no caerse.
-Mierda, mierda, mierda... Esto está mal...-murmuró el joven.
-¿Qué sucede?-le preguntó Tsukiyomi.
-¡Hola!-Dean entró a la casa, y Kyle por primera vez agradeció su presencia, ya que no quería tener que explicarle que de la única forma en que ella pudiese escuchar sus pensamientos sería si fuese su alma gemela, cosa imposible, ya que él ya tenía una, Rose.
Se cuidó mucho de demostrar eso, y procuró no pensarlo. Desterró la confusión y respiró hondo. Tsukiyomi se dió cuenta de que él se había alterado por algo, pero decidió pasarlo por alto, sobre todo con Dean presente. Por eso sonrió con toda la alegría que pudo y abrazó a su amigo, pero una puntada de celos atravesó a Kyle e hizo eco en la niña, que se apartó rápidamente y lo mas natural posible.
-¿Vamos?-dijo Kyle, ignorando la mirada molesta que Dean le lanzó.
Ella asintió, se puso los borcegos, en vez de los feos zapatos que los obligaban a usar y agarró con fuerza su bolso.
Salieron de la casa rumbo a la escuela, y en el camino hubo un largo e incómodo silencio que Tsukiyomi intentó llenar hablando animadamente. Dean se dio cuenta de que había tensión entre el otro chico y ella, pero no dijo nada.
Así pues, los tres sin querer decidieron hacer lo que mejor sabían. Aparentar.
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Spirits & Souls
VampirTsukiyomi es una muchacha de quince años que lleva una vida complicada. Sus padres la abandonaron y no recuerda nada antes de los ocho años. Es feliz junto a su mejor amigo, pero la aparición de un chico misterioso y el descubrimiento de su verdader...