¿Alma... Pura?

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Capítulo Tres: ¿Alma... Pura?

Tsukiyomi despertó y se sintió desorientada. Se incorporó y miró a su alrededor. Se tranquilizó y exhaló un suspiro: se encontraba en la casa de Dean.

Se levantó de la cama y salió de la habitación en busca de su amigo. Lo encontró en la cocina y al verlo sintió alivio. Se sentó junto a él en silencio y recordó horrorizada a Seishi, a sus pesadillas y a los jóvenes de su sueño. Sin saber por qué, se sintió incómoda y bajó la mirada.

-Dean...-susurró ella, con voz apenas audible-. ¿Por qué estoy en tu casa?

La muchacha necesitaba saber qué había pasado luego de perder la conciencia, e intuía que su amigo tenía las respuestas. Él siguió sin mirarla, aún cuando respondió.

-No sé que sucedió. Te encontré desmayada en un banco en la escuela y te traje aquí. -le dijo, evitando su mirada.

Lo cierto era que Dean la había buscado en el recreo, luego de que ella saliera corriendo, pues quería hablarla. La buscó por todos lados, hasta que la vio sentada en el patio. Se veía tan linda así, con los ojos cerrados, que se quedó mirándola. Hasta que de pronto, una luz la envolvió, todo se oscureció y cuando volvió la luz del sol, Tsukiyomi había desaparecido.

Él se había quedado helado, horrorizado por la desaparición de la muchacha. Sin embargo, unos momentos

después, una sombra apareció de la nada, con ella en brazos. El muchacho corrió hacia su encuentro y a medida que se acercaba vio con mas claridad esa sombra. En realidad era un muchaco con una amplia capa que le cubría el cuerpo y parte del rostro. Este se sacó la capucha dejando ver unos ojos gris claro y cabellos oscuros. Dean se paró a su lado y extendió los brazos, en los cuales el muchacho depositó a Tsukiyomi.

El chico de la capa habló.

-Cuídala, ella es muy valiosa-y dirigió una mirada de preocupación y ansiedad hacia la niña, que Dean no pasó por alto y la cual no le agradó para nada-. No le digas nada sobre mí. Hazlo para protegerla del destino horrible que le espera a esta alma pura.

Dean volvió al presente y contempló los grandes y hermosos ojos violetas de Tsukiyomi que brillaban, puros.

>>"¿Qué habrá querido decir aquella persona con «alma pura»?¿Cuál es ese destino horrible del que habló ese tipo?<< pensó el muchacho.

Ella se levantó y besó a su amigo en la mejilla.

-Gracias por cuidarme siempre y ser sincero conmigo-le dijo suavemente-. No merezco un amigo como tú.

Dean enrojeció violentamente por el beso, ya que eso no era común en ella. Tsukiyomi se dirigió a la puerta.

-He de irme-dijo-, se hace tarde. Nos vemos. -se despidió.

Y salió a la calle sin darle tiempo a nada.

Él salió tras ella, pues necesitaba confesárselo, decírle cuánto la amaba. No podía seguir ocultándo sus sentimientos hacia ella. Hacía demasiados años que aquella niña estaba en su corazón. No le importó si era el momento apropiado luego de lo sucedido. Corrió para alcanzarla, feliz de tener el suficiente valor. Mas su felicidad se destruyó cuando la vió desaparecer por segunda vez y se derrumbó en el suelo, pues no era capaz de protegerla.

***

A Tsukiyomi le ocurrió lo mismo que el día anterior: veía todo borroso, y al cerrar los ojos y volver a abrirlos, se encontró rodeada de oscuridad, pero perdió la conciencia antes de ver nada mas.

El chico encapuchado apareció junto a ella y evitó que cayera. La recogió en un brazo, mientras que con el otro, manipulaba unos hilos para cortar esa ilusión y salir de ese mundo creado por un espíritu.

Apareció frente a Dean, sin embargo no le entregó a la muchacha y dándole la espalda, se fue.

-Espera-le gritó el muchacho al encapuchado-. ¿A dónde la llevas?

Este se dio la vuelta y le forzó una sonrisa cargada de sarcasmo.

-Obviamente a su casa, ya que tú no fuiste capaz de cuidarla ni un par de horas-le respondió con furia-. Ya no sirve de nada seguir ocultándome ni ocultándole la verdad a ella. Ya es imposible ocultarle su destino.

Y marchó hacia la casa de Tsukiyomi.

Dean lo siguió a una distancia prudencial y se detuvo cuando el otro lo hizo. Lo vió parar junto al árbol de cerezos y acariciar su tronco, mirando a la niña y luego al árbol.

Posó su mano sobre una rama y pétalos rosas se desprendieron de la misma, y rodearon a Tsukiyomi, elevándola un momento. El muchacho contempló mudo cómo los pétalos se posaban sobre el cuerpo de la muchacha y luego se solidificaban, formando una cruz con rubíes en el centro.

El encapuchado miró este ritual inexpresivo, cómo si ya estuviera acostumbrado a esto y cuando se formó una luz en el pecho de Tsukiyomi, extendió los brazos recogiendo a la niña y al collar. Siguió su camino como si nada.

Al llegar a la casa de la muchacha, entró y la dejó en su cama. La tapó y se quedó mirándola. Dean se paró en la puerta y vio como él la contemplaba con posesión, como si fuera suya. A él le molestó muchísimo esa mirada e iba a preguntarle el por qué cuando ella despertó.

Abrió los ojos y vió al muchacho de ojos grises. Se sentó en la cama y se acercó a él, mirando sus ojos, su cabello negro. Lanzó un grito ahogado y se tapó la boca con las manos. Era uno de los jóvenes de su sueño.

Este se paró, buscó en su bolsillo y sacó una bella cadena plateada, en la que deslizó la cruz formada por pétalos y la colocó en el cuello de Tsukiyomi.

Se arrodilló frente a ella y le dijo con solemnidad:

-Estás lista para cumplir tu cometido. Hasta que esto suceda, me comprometo a protegerte y a cuidarte con mi vida. Un Alma Pura ha aparecido...

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