5 EL REY DE LA MAGIA

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Cuando las campanas de la Ciudad Sonaron en la mañana el Rey ya hacia largo rato que estaba despierto. Era bastante raro, hacía días que no podía conciliar el sueño por completo, se dormía unas horas, pero luego se despertaba y no podía volverse a dormir. Algo le preocupaba, él sabía que era, pero no quería demostrarlo frente a nadie, menos que menos frente a su consejo.

Muchos años antes había sido Corazón Real del Rey Argos Allamand, le había servido por mucho tiempo. La dinastía Allamand venia de hacía muchos siglos, hasta el Rey Argos. Yo tenía muchas propuestas, bastantes interesantes para proteger los Reinos de todo Wisteria, pero Argos no quería escucharme él estaba en contra de mis grandiosas ideas. Si no hubiera sido por mi astucia y por el poder e influencia que me proporcionaba ser el Corazón Real, ese maldito viejo me hubiera mandado a la horca. Pero yo fui más rápido, conseguí aliados poderosos que me ayudaron a derrocar al Rey Allamand.

Aun recordaba el día de la batalla que se enfrentó allí mismo, en la Fortaleza Blanca. Al rey ya lo habían puesto en alerta, y su ejército esperaba frente a las grandes murallas que protegían dicha Fortaleza.

Pero mientras todos esperaban que llegara mi ejercito aliado, yo aun Corazón Real y sin sospechas de nada ni de nadie de lo que estaba tramando, recorría los pasillos de la Fortaleza en busca de Argos. Hasta que lo encontré, sentado en la mesa de reunión del Consejo, llevaba puesto una reluciente armadura, pero para suerte mía llevaba la cabeza descubierta, así que sin medir palabras apunté con mi varita a su rostro mientras este me miraba sin entender.

Sin darle tiempo a decir nada lance mi maleficio asesino y el Rey Argos calló muerto al piso con su armadura color escarlata.

La hora era exacta. Sali corriendo del Salón del Consejo, y me fui directamente al Templo de los Dioses. Subí está corriendo y saltando los peldaños de dos en dos, hasta llegar al campanario, y como ansioso y desesperado comencé a tocarla con mucho ímpetu.

Los soldados y el ejército del Rey sabrían lo que eso significaba, que la ciudad se rendía ante los invasores.

Pude escuchar los gritos de victoria de mis aliados, todo iba perfecto, así que volví corriendo a la Fortaleza Blanca en busca de la Reina y de los príncipes que ya sabía dónde estaban escondidos.

Para desgracia mía solo encontré a la Reina, la maldita Isabey logró hacer desaparecer a sus dos hijos, deberían de tener algún pasillo o túnel secreto que nunca me habían dicho por que a todos los que yo tenía conocimiento los tenía vigilados. Asesiné a su majestad la Reina y a todas sus damas y su corte.

Mandé inmediatamente la persecución de los príncipes, que rastrearan todos los terrenos cercanos, no podían estar muy lejos. Mientras tanto mi ejercito asesinaba a todos aquellos que se revelaban contra mí, incluidos los Guardianes del Rey y su Consejo.

La búsqueda de los príncipes fue un fracaso, en ningún lugar fueron encontrados. Pero eso no importaba, con un poco de suerte, tal vez ya estaban muertos, alguna fiera salvaje tal vez los haya devorado, eran unos niños yo tendría tiempo de prepararme por si en algún momento volvían, o si los descubría en algún lugar los mandaría asesinar.

Pero eso no me preocupaba ahora, pues ya habían pasado muchos años, todos los príncipes eran ya mayores y ninguno había dado señales de vida, pues los Dioses habían estado de mi lado y a lo mejor que sí, seguramente cuando se escaparon habían muerto.

Ahora tenía una preocupación más grande. Había luchado con mucho esfuerzo para estar donde estaba, había conseguido apoderarme de la Corona y ser el Rey de los seis Reinos, Rey de todo Wisteria, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en mi camino, no dejaría que nadie me quitara lo que con sangre había conseguido.

PAUL PATTINSON: EL MUNDO MAGICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora