Capítulo catorce: "Más de una persona quiere conocerlo"

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Así fue como finalizó una parte de sus memorias, sí, "una parte" porque luego de la noche en la que cumplió la primera parte de su pequeño plan y se reencontró con Akaza, también hubo algo que ocurrió al día siguiente, donde tuvo suerte de de despertar y no la de terminar inconsciente por quién sabe cuántos días.

No quiere recordar mucho de las cosas que pasaron durante ese día, porque apenas tendría cosas que contar, como ejemplo estaría que Tanjirō seguía inconsciente y probablemente lo esté por varios días más, y no solamente Kamado estaba mal, sino que también Inosuke a quién por puro milagro, o mejor dicho fortuna por que su cuerpo fuera tan peculiar, se había salvado de que le clavaran una hoz en el corazón.

Tuvieron mala suerte, pero esa mala suerte, pudo haber sido hasta peor, llegando a convertir esas heridas en sus causas de muerte. Enterarse de eso fue su forma de empezar la mañana y si debía ser honesto, realmente prefiera pensar otros asuntos.

¿Pero cuáles? Pues ahora que lo piensa, perfectamente podría hablar de una situación que le resultaba bastante familiar, en la que él se encontraba tranquilo, con dolor y todavía recuperándose de sus heridas; escuchó un ruido, uno que a juzgar por lo rápido que se repetía el sonido, indicaba prisa. Eran pasos, y al escuchar cómo avanzaban hasta la puerta, lo llevó al menos unos cuatro años atrás. Sabía de quién se trataba y su suposición se confirmó apenas vio como la puerta de la habitación comenzaba a abrirse.

"—Hermano" —fue la primera palabra que escuchó. Era Senjuro. Luego de abrir la puerta, por fin había bajado la velocidad de su andar para entrar a la habitación.

"—¡Senjuro!" —saludó tan alegre como lo había hecho hace cuatro años, incluso llegando a sentarse para recibir a su hermanito con una buena cara, tal y como lo había hecho hace unos ya mencionados cuatro años más o menos, con la diferencia de que esta vez estaba con los brazos abiertos para recibirlo. Y su querido hermanito no tardó nada en ir a aceptar ese gesto, aunque con suficiente cuidado como para no hacer más presión de la necesaria— "Me alegra mucho verte aquí".

"—Es la segunda vez que te enfrentas a una luna superior, tenía que venir a verte" —respondió sin soltar el cuerpo de su hermano mayor.

"—Casi siempre lo haces" —comentó acariciando su cabeza mientras sonreía.

"—Sí, lo sé" —respondió mientras que comenzaba a separar de los brazos de su hermano—, "por cierto, hermano, hay algo que tengo que decirte" —dijo mientras volteada de forma disimulada hacia la puerta de la habitación, la que ahora que se da cuenta, no está totalmente cerrada.

"—¿Y eso de qué se trata?" —preguntó claramente desconcertado por el gesto y las palabras de su hermanito.

"—Bueno, vine a decirte que esta vez no vine solo" —respondió con una sonrisita que mostraba algo de nerviosismo— "no esperaba que acompañara, pero él hasta insistió en acompañarme para a verte" —comentó mientras que la mirada del mayor comenzaba a dirigirse hacia puerta.

Aunque también estaba tratando de imaginar a la persona de la que Senjuro estaba hablando, porque ¿"Él"? ¿Quién era? ¿Acaso Obanai? Entre personas cercanas, era el primer nombre que llegaba a su mente si buscaba posibles visitantes del género masculino.

"—¿De quién hablas, Senjuro?" —no se resistió a preguntar apenas pudo. Un extraño escalofrío lo recorrió cuando sintió como había alguien más acercándose a la habitación, incluso escuchó los pasos y hasta sintió que los reconocía.

"—Ah, pues..." —ni siquiera terminó de hablar antes de que tanto él, como Kyōjurō desviaran la atención y sus ojos hacía la puerta, para ver como esta se abría y dejaba ver a la persona que había insistido en acompañar a Senjuro.

"Vistazos al ayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora