#8 - No lo sé

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Livia

No lo sé

Al salir del supermercado, Kala no me habló, ni siquiera me miró. Solo se dedicó a estar callada, todo el camino a casa. Sabía que estaba molesta conmigo por no habérselo dicho, pero no quería que armará un escándalo sobre ello... pero al parecer eso no iba a ser posible, conocía a mi amiga; iba a reprimir sus emociones hasta que ya no pueda aguantarlo más. Como sucedió respecto al tema de su relación, hace unas horas.

Llegamos a mi casa e ingresamos, quitándonos los abrigos. Kala al dejar las bolsas que ella sostenía, en la mesada, se volteó a verme durante unos segundos, con una seria expresión; para después sentarse en la punta de la mesa, ubicando sus manos cruzadas bajo su mentón.

Tragué saliva y me erguí nerviosa, estaba actuando como mi madre cuando se entera sobre cuando algo anda mal. Me acerqué con cautela a la mesa, sentándome en frente de ella.

_ ¿Qué te traes con Júpiter Mills? – preguntó sin filtros. Abrí mis ojos como platos y tragué saliva, nuevamente, en respuesta – responde.

_ Nada, solo somos amigos...

_ ¿Amigos? – cuestionó incrédula. No debía temerle, no me haría daño en lo absoluto, pero lo hacía ya que sabía que actuaba de manera extremadamente sincera, en este tipo de situaciones.

_ Sí, lo somos. Nos vemos los viernes en la plaza para fumar, es decir, yo fumo el observa y... charlamos, solo eso. Nunca me dijo nada acerca de sus desapariciones, o de sus moretones. Acabo de corroborar que realmente los tiene ahora mismo, por eso el ambiente se tornó más incómodo y - - suspiré, cansada. No podía seguir, suficiente vómito verbal.

Kala me contempló durante algunos segundos en silencio, mientras yo aparentaba estar tranquila. Aunque lo cierto, es que me sentía como si estuviera siendo interrogada por la policía.

_ Te gusta – no preguntó, sentenció.

_ No... ¿O sí? – Respiré pesadamente, hundiendo mi cara entre mis manos, frustrada – creo que no...

_ Te gusta – coincidió en tono más tranquilo, hasta pude asegurar de que estaba sonriendo.

_ No sé... - mi amiga río con mi confusa respuesta. Al parecer este asunto le parecía de lo más divertido, sinceramente; yo no le encontraba la gracia.

_ Te gusta; te comportas como cuando te gusto ese niño en primaria... - comentó riendo.

_ ¡No me comporto igual que una maldita niña de siete años, Kala! – rugí enfada.

_ Justo como ahora – siguió riendo. Me levanté de la mesa, enfada.

Júpiter no me gustaba, era un simple amigo. Nada más.

"Eso ni tú te lo crees" – me reprochó mi conciencia.

Si, lo hago. Estoy segura de que no tengo sentimiento hacia él. Y no los tendré, ni ahora, ni nunca.

Me dirigí hasta mi habitación, en donde me tiré dramáticamente en mi cama, segundos después, Kala ingresó, aun riendo. Volteé a verla, y cuando ella me observó, su sonrisa y su risa cesaron.

_ Está bien, si tú lo dices, te creo – aseguró.

_ El problema es que yo no me creo – susurré, cerrando los ojos. La rubia me observó durante algunos segundos y luego suspiró. Se tendió conmigo en mi cama, observando al techo como yo también lo hacía.

Este era nuestro lugar para pensar, generalmente cuando veníamos aquí, lo hacíamos para pensar. Era... como nuestro lugar de "reflexión", por así decirlo. No hacía falta agregar nada más, el silencio lo decía todo.

Para siempre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora