Capítulo 26

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Solía caminar por las noches cuando la luna se encontraba llena y Donatella se quedaba en casa preparando chocolate caliente con pan de mantequilla y nueces. Era una clase de ritual para tener el mejor descanso reparador por mes. A veces tenía la impresión de que la abuela ponía somníferos en el chocolate.

El pavimento estaba húmedo debido a la lluvia vespertina. Tobias se encontraba en casa tratando de resolver algunas incógnitas. Evan estaba tumbado en el patio trasero en una larga llamada con Jaden tratando de encontrar información.

Evan. No podía entender lo que pasaba por su mente. El día que Ernest mató a golpes a ese hombre en la sala de entrenamiento, Evan, Aaron y yo, fuimos testigos de tal acto. Ernest no permitió que me fuera de allí. Quiso que viera cómo se trataban a los traidores. Las venas en los antebrazos de papá se marcaban conforme cada golpe. Yo daba pequeños saltos encima de mi asiento por cada que escuchaba el sonido de uno o los quejidos del hombre.

Desviaba la vista y contenía el llanto. Volvía a ver por intervalos de tiempo. Evan tocó ligeramente mi mano y me enseñó las suyas. Tenía entre sus dedos una moneda la cual, cuando parecía fusionar sus manos, la desaparecía. Cerraba en forma de puños y me pedía que eligiera una para atinarle y encontrarla. De esa forma lograba distraerme de lo que sucedía frente a nosotros.

Siempre elegía la mano con su tatuaje. Cuando se dio cuenta de tal hecho, esbozó una sonrisa. Por un momento dejé de escuchar los golpes y me concentré en su método de distracción. Pero cuando papá se acercó a mí, mis ojos dejaron de ver la moneda y se plantaron en el inerte cuerpo del hombre sentado en aquella silla de madera. 

La sangre caía de su boca como una cascada. Su rostro estaba totalmente deformado. Las manos de papá seguían manchadas al igual que su camisa gris. Tenía el cabello despeinado y un brillo extraño en sus ojos. Mi padre había asesinado a alguien y tenía que verlo como una locura sumamente normal. Después de eso, le pidió a los chicos que se deshicieran del cuerpo.

Seguí caminando lentamente, estaba un poco alejada de casa. Me faltaban algunos kilómetros para llegar a casa de Walter. Necesitaba explicarle todo a lujo de detalle. Incluso decirle acerca de mis sentimientos por Evan. Resultaba estúpido. No sabía ni lo que sentía por aquel loco de los somníferos.

Siempre guardé inocencia dentro de mí. Educación también. Creo que el ver todo lo contrario en Evan, me hacía desear empaparme de toda aquella rebeldía que poseía en su ser. Quería mancharme de él. Quería, en lo más fondo de mi alma, olvidarme por completo de mi plan y ganarme a pulso el GameOver. Ganarme a pulso el apellido que tanto me ocultaron.

Genuina consciencia. Irrelevante. ¡Sarcástico!

Levanté la vista y vi un par de faros acercarse a mi dirección contraria. Estaba a punto de subirme a la banqueta cuando el auto se detuvo, pero los faros permanecieron encendidos. Escuchaba el motor andando.

Miré hacia atrás. La calle desolada me causaba cierto escalofrío proveniente de mi nuca dirigido al final de mi columna vertebral. El auto volvió a andar, despacio. Yo retrocedí paso por paso. No me daba buena espina lo que sucedía.

El auto tomó velocidad y entonces yo también lo hice. Corría con el GMC Sierra de llantas altas siguiendo mi paso con fines poco amigables. El humo a causa del frío salía por mis fosas nasales y mi boca. A esa velocidad y al clima, en pocos minutos caería al suelo con mis pulmones llenos de frialdad.

No podía ser peor, o eso era lo que pensé cuando el nudo de la agujeta de mi zapato se deshizo y me hizo tropezar. Caí, escuchando las llantas acercarse y creyendo que era mi fin. Pero el auto pasó sobre mí. Los astros se unieron para que yo quedara perfectamente en medio de las cuatro llantas.

Los chicos de Clarke✔️ [GAMEOVER 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora