Capítulo 2

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Tomé cada cortina. Estaba dispuesta a cerrarlas, pero la presencia de una sombra escondida detrás de un poste de luz me hizo detener algunos segundos mi acto. La luz parpadeaba y lo tenue que era la iluminación solo dejaba entrever la silueta completamente negra.

Cerré las cortinas después de asegurarme que quien sea que fuera el fisgón, se fuera de ahí. No me preocupaba tanto, ya que la costumbre de los adolescentes en Lomb Ville era el invadir la privacidad. ¿Qué mejor que espiar a las personas en un sábado por la noche?

Bajé las escaleras con sumo cuidado y aterricé dejando sonar el par de tacones contra el suelo. Levanté ligeramente los brazos y lucí mi atuendo. La abuela esbozó una sonrisa.

—¿En serio no quieres ir? —volví a preguntar y la abuela volvió a negar—. Está bien. Volveré antes de lo acordado.

—No hace falta. Tienes que cumplir con tus responsabilidades.

Esbozó una tierna sonrisa y acomodó el estambre entre sus piernas.

—No me esperes despierta. ¿Entendido?

—Lo prometo.

La abuela había sido mi consejera, mi fortaleza, mi segunda madre y hasta ese entonces, el amor de mi vida. A pesar de sus enfermedades y los ciertos achaques de la edad que solían darle, había sido capaz de criarme y volverse mi mejor amiga a la vez.

Siempre me preocupaba dejarla sola en casa aun cuando Lomb Ville era un pueblo tranquilo. Y es que, no me preocupaba el exterior, me preocupaba su salud y lo que podría pasarle estando sola y con un número de emergencia que tal vez, no pudiera marcar.

—Luces como tu madre con ese vestido.

El vestido era negro, largo y sin escote. Acompañaba el conjunto con unos aretes que me regaló la abuela y una cartera gris.

Me senté y me tomé un momento antes de partir.

—¿Cómo era ella?

—Tenía un cabello castaño tan largo que podías hacer la trenza más hermosa del mundo. Sus ojos, a diferencia de los tuyos, eran verdes. Pero tu padre los tenía marrones. Ella era tan noble que no pertenecía a la maldad que podía consumir su alrededor.

—¿Y papá?

—Era un hombre realmente atractivo. Pero a tu abuelo y a mí nunca nos llegó a convencer del todo. Teníamos nuestras penosas razones. Tu madre lo amaba, y creo que esa fue su perdición.

—¿A qué te refieres?

Despegó la vista del estambre y me vio preocupada.

—No le hagas caso a una vieja como yo.

—Es la primera vez que te pregunto por ellos.

Y estaba en lo cierto. Desde que ellos murieron nunca me interesó volver a recordar sus rostros o sus formas de ser. Fue de la única manera en que pude olvidar el dolor que eso me provocaría. La psicóloga de la preparatoria me dijo que se trataba de un mecanismo de defensa, es una clase de... ¿Retener traumas para evitar un dolor más grande...? No recordaba del todo bien su explicación ya que estaba más concentrada en ver cómo se movía la cortina de su oficina conforme el aire entraba por la ventana.

La abuela sabía sus técnicas de sanación, y el tratar de olvidar ese pasado y concentrarme en el presente, siempre en el presente, me hacía despertar con una sonrisa en el rostro y acostarme con otra aún más grande.

Añoraba más cosas materiales, y tal vez un trabajo muy bien pagado, pero no cambiaría por nada la vieja casa, el viejo auto y a mi casi vieja abuela por nada del mundo.

Los chicos de Clarke✔️ [GAMEOVER 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora