Capítulo 6 - No me agradas

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Las cosas habían estado tensas después de aquella tarde, durante la semana siguiente, Viktor se mantuvo lo más alejado posible de Horacio, se sentía frustrado y humillado, sobre todo porque había sido el de cresta quien lo descubrió. Después de procurar ocultar ante todos sus sentimientos venía Horacio y se lo decía con total naturalidad, como si aquello no fuera una tortura con la que tenía que lidiar día a día. 

Su secreto, lo que más apreciaba, fue expuesto, y no podía encontrarse más alerta. Cada carcajada, cada silencio, cada mirada, todo era producto de desconfianza, Horacio podría decirle a cualquiera, incluso a Alexander, dejándolo en evidencia. Todos esos pensamientos apenas lo dejaban dormir, provocando grandes ojeras bajo sus ojos, sin embargo, a nadie le importaba su situación, ni si se veía mal, ni siquiera al culpable de todo aquello. 

 Observó a Horacio hablando alegremente con Gustabo, como si no hubiera soltado ninguna bomba, ajeno a los fantasmas que estaban alrededor del ruso. Alexander por su parte había desaparecido de su vista junto con Emma, desde aquel día no se habían separado, sus sospechas de que estaban saliendo eran demasiadas, pero no quería confirmarlo, esos solo lo rompería más, por lo que declinaba cada una de las invitaciones que este le hacía para ir a su casa a pasar el rato o incluso salir a dar una vuelta, tenía claro que si aceptaba, su amigo le comentaría de su nueva pareja, sonaba egoísta, pero no podía evitarlo, no quería escucharlo.

 Apoyó su cabeza sobre los brazos ocultando su cara, la cabeza le dolía, apenas podía mantener los ojos abiertos. Tomó aire lentamente intentando no pensar, tratando de aislar todos los sonidos del aula, al menos hasta que el profesor ingresó al salón comenzando una nueva clase. El día estaba despejado, Volkov tomó su almuerzo mientras se sentaba en uno de los tantos árboles del instituto, estaba solo, pero así lo prefería, no toleraba ver como Emma se acercaba a Ivanov, ni como este pasaba su mano por la cintura de ella y le acariciaba el rostro, tales demostraciones hacían que su corazón se estrujaba, provocando que le faltara el aire, ya no estaba a gusto a su lado. La soledad absoluta no le preocupaba, le gustaba estar solo, o al menos era lo que se repetía como mantra para no sentirse tan miserable.


- Hola - una voz llegó a él cuando se disponía a comer, dejó su almuerzo a mitad de camino observando al destinatario de esta y frunciendo el ceño.

- ¿Qué quieres? - había sonado hostil, pero no le importaba. 

- Vengo - el de cresta se acercó, inclinando su torso para estar a la altura del ruso - a recordarte que tenemos un trabajo pendiente - los ojos bicolores lo observaban directamente, sintiendo que atravesaban su alma.

 - Estoy haciendo mi parte - desvió la mirada a la vez que se llevaba un bocado a la boca.

- En ese caso, me gustaría que compartas lo que has encontrado conmigo - se incorporó colocando sus brazos en jarra, denotando molestia o al menos eso parecía - por lo menos así sabré que hacer. 

- Bien- suspiró Viktor - hoy no lo tengo aquí, mañana lo vemos.

- Bien - Horacio sonrió, olvidando el enfado- mañana será- con esas últimas palabras dio media vuelta perdiéndose una vez dobló el edificio. 

 Volkov volvió a suspirar ¿Cómo podía estar tan feliz siempre? Una sensación amarga lo invadió, reprendiéndose internamente, esperaba terminar esa tarea lo antes posible, al terminar esa tarea, no tendría nada más que ver con el de cresta. 

Después de un nuevo día sin dormir, donde Alexander ni siquiera pasó a buscarlo alegando que tenía algo importante que hacer llegó al colegio. Estaba de muy mal humor, el sol le parecía muy brillante y las conversaciones se le hacían ruidosas, atravesó la entrada dispuesto a llegar al salón, grande fue su sorpresa cuando a lo lejos vio como su amigo tenía a una chica, que suponía era Emma en un abrazo mientras la besaba.

- Algo importante - susurro para sí - claro. 

 Ni siquiera se planteó ir a saludarlo, siguió de largo sin detenerse hasta que tomó asiento en su lugar, ignorando a todos.

 La jornada pasó demasiado lenta para su gusto, apenas entendía lo que decían los profesores, por lo que se dedicó a mirar el cielo dejando ir su mente, que vagaba entre las nubes y sus formas. 

Cuando acabaron, sabía que debía reunirse con Horacio, el de cresta se encontraba a la espera en la puerta del salón. Sin decir una palabra se dirigieron a una de las salas de estudios, donde podían mantener una conversación sin que alguien les hiciera callar. Viktor comenzó a sacar los papeles que había impreso la noche anterior mientras monótonamente le comentaba al de cresta que había conseguido. Horacio lo escuchaba atentamente, al menos eso le parecía al ruso, sin embargo en un momento notó como el de cresta lo quedó observando fijamente, logrando que se pusiera nervioso.

- ¿Q-qué miras? - detuvo su perorata. - Mmm- Horacio colocó una de sus manos sobre el mentón, como si estuviera pensando pero se mantuvo callado. La batalla de miradas se desarrolló por unos minutos hasta que el de cresta habló.

- Parece que no hayas dormido por días.

Volkov se sorprendió, creía haber tapado bien sus ojeras con un producto que utilizaba su madre.

- Te equivocas - era imposible que se diera cuenta ¿No? - duermo muy bien. 

- ¿Seguro? Dile eso a tu cara - la expresión del menor no mostraba ningún signo de burla - ¿Es porque Ivanov anda con esa chica? 

 La mención de su mejor amigo hizo que su cara se pusiera roja al instante, producto de la mezcla entre vergüenza e ira por sacar a relucir nuevamente aquel asunto.

- Eso no es de tu incumbencia- se apresuró a decir, tomó una de las hojas, intentando volver a la tarea - esto es lo que tengo hasta ahora, cuando tengas tu parte lo unimos, así podremos presentar algo decente - el ruso continuaba moviendo las hojas, intentando disipar cualquier atisbo de la conversación anterior - luego pasaremos a la presentación y...-

 ¿Por qué cambias de tema? - lo cortó - no es malo que sientas algo por él, todos tenemos derecho a querer a quien nos salga del nabo - Horacio estaba serio - si él no lo acepta hay más peces en el mar - se encogió de hombros. 

 Viktor no se esperaba que el de cresta le dijera algo así, sobre todo cuando no quería hablar del tema, tampoco le hizo gracia que se estuviera metiendo en lo que él sentía o no por su amigo, por lo que en un rápido movimiento se levantó de la silla, haciendo que esta se tambaleara, y clavó sus ojos en los bicolores del otro.

- Lo que yo sienta o no - levantó su dedo, señalándolo - no te incumbe. Alex es mi amigo y nada más, si a ti te gusta juguetear con quien se te ponga adelante no me importa- su voz era fría, calmada - no te metas donde no te llaman. No, me agradas y no somos amigos, que te quede claro. Jamás seria amigo de alguien como tú - pronunció en tono asqueado. 

 El ruso se apresuró a guardar sus cosas y salir del lugar hecho una furia dejando a un Horacio anonadado por lo que acababa de pasar

Hate & LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora