Capítulo 3 - Tarea

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Estaba agotado, por alguna razón, no pudo pegar ojo en toda la noche, aquello hacía que su humor estuviera pésimo.


- Puedes cambiar tu cara si quieres – le señaló Ivanov, quien lo miraba desde su lugar – asustas a la gente.


Volkov refunfuñó, dando una respuesta inentendible, frunciendo aún más el seño.
No tenía ganas de cambiar su cara, como tampoco tenía ganas de asistir al colegio, pero allí estaban, ambos sentados donde siempre, mientras sus compañeros charlaban alegremente antes de comenzar el día.


¿Quién tenía tan buen humor a esa hora de la mañana? Él claramente no.

 
- Oye Ivanov – una voz se coló entre todo el alboroto, Volkov se volteó para observar al destinatario de ella, aún sabiendo que no lo había llamado a él.

 
- Dime – respondió el susodicho al chico de cresta.


- ¿Tú hiciste la tarea de literatura? – se acercó hacia donde estaban ambos chicos, quedando en medio de los asientos de cada uno, sus ojos observaban a Ivanov, prestando poca atención al ruso.


Tanta cercanía molestó a Volkov, sobre todo por la soltura con la que le hablaba a su amigo, ni que fueran tan cercanos. Bufó, aunque aquella acción pasó desapercibida para los presentes.


- Eh, si la hice – afirmó el castaño.


- ¿Me la dejas porfi? – pidió Horacio, sonriendo – no me dio tiempo de hacerla y seguro la profe me pregunta a mi – explicó, tratando de convencer al otro.


- Si claro – tomó su mochila, comenzando a buscar en ella hasta sacar un cuaderno – ten, es lo último que escribí – lo extendió hacia él.

 
- Gracias – la sonrisa del de cresta jamás se fue de su rostro, con una mano agarró el cuaderno – te lo devuelvo en el receso – se dio la vuelta, volviendo a su lugar.


Una vez el chico estuvo lo suficientemente apartado el ruso habló.


- No entiendo cómo le das la tarea así como así.


- ¿Qué tiene? – la vista de su amigo iba de él al de cresta, sin entender que había de malo en aquella acción.

 
- Luego va a pedirte todas las tareas porque no las hace – señaló - ¿por qué te ríes? – su amigo sonreía ante aquella explicación tan sosa.

 
- Viktor, eres demasiado estricto y desconfiado – inmediatamente el mencionado cambio su cara a una peor – suéltate un poco, no hay problema en que me copie la tarea.

 
- Como sea – dijo, colocándose nuevamente en la posición que se encontraba con anterioridad, manteniendo su vista al frente, si Ivanov quería ser usado, era su problema, él ya le había advertido, no se fiaba de que Horacio le pidiera otras cosas después. 

 El parque estaba prácticamente lleno a esa hora, no entendía en qué momento había sido convencido para estar allí, si no fuera porque Ivanov lo arrastraba a esos lugares, se encontraría en su casa simplemente solo, dibujando.


Observaba como todos sus compañeros hablaban, riendo por algunas bromas, no eran muchos, pero solo esas pocas personas le incomodaban. Al menos no estaba allí el de cresta, o su nivel de incomodidad y disgusto se elevaría.

 
Cuando Jack y Greco se despidieron solo quedaban Alexander, Emma y él.

 
Volkov era consciente de que si amigo estaba deseoso de que él se despidiera para quedarse a solas con la chica, no era secreto que le gustaba desde hace tiempo, buscaba cualquier excusa para hablarle y estar cerca de ella. Eso le provocaba cierta presión en el pecho, era un constante recordatorio de que nunca sería ella.

 
Suspiró, entendiendo lo que debía hacer, aunque era todo lo contrario de lo que quería.


- Yo me voy – dijo, observando la pequeña sonrisa que se le formó a su amigo – ya se hace tarde – se excusó.


- ¿Seguro? – la morena lo veía algo preocupada – si quieres te acompañamos.


- No, no, no es necesario – sabía que si decía que si, Alexander no se lo perdonaría - tengo que ir a otro sitio antes.


Si esperar respuesta, se retiró del lugar, le dolía de sobremanera saber que nunca podría ser Emma, que por más que lo intentara su amigo no se fijaría en él.

 
Detuvo su andar al lado de un callejón, aún con sus pensamientos en una nebulosa, sin embargo, un fuerte ruido hizo que su rostro se girara.


Pudo divisar dentro del estrecho pasillo, un par de hombres, los cuales gritaban obscenidades, mientras golpeaban a alguien en el piso. No parecía que fuesen a detenerse.
Sopeso si meterse en aquella trifulca, no estaba de ánimos para ser el héroe del día, nunca lo había sido y preferiría seguir así.

 
- No es mi problema – se resignó, apretando la correa de su mochila, echándose a andar nuevamente. Nada provechoso podría salir de que se metiera en aquella pelea, solo esperaba que la persona a la que golpeaban estuviera bien.

 
Llegó a su casa vacía, repitió la rutina de todos los días para poder, luego de observar las estrellas, quedarse dormido.

 
Dos días después, observaba asombrado como Horacio ingresaba a la clase tranquilamente, aunque su aspecto decía todo lo contrario. El labio estaba partido, tenía el ojo morado, varias costras de heridas se encontraban por el resto de su cara, el brazo izquierdo iba vendado y cojeaba ligeramente.

 
Detrás venía Gustabo, quien procuraba no separarse, al menos hasta que tomó asiento en uno de los bancos.

 
Sin perder tiempo, algunos compañeros se acercaron a preguntarle que le había sucedido, más que por preocupación, el ruso sospechaba que era por puro chisme. Volkov se mantenía en su lugar, con los oídos atentos, escuchando como el de cresta decía que aquello no era nada y que solo estuvo en el lugar equivocado.


"Nada que no se cure" le escuchó pronunciar, seguido de una pequeña risa. La mente del ruso se mantuvo desconectada, pensando en que quizás, la condición de su compañero de clase tenía que ver con los chicos que había visto el día anterior, en aquel momento optó por no intervenir ¿Debería haberlo hecho? Si lo hacía, probablemente terminaría igual de golpeado.
Un pequeño toque interrumpió sus pensamientos, haciendo que desviara la vista de la ventana.


- Hola compañero – escuchó, mientras veía como Horacio tomaba asiento en la silla que había colocado frente a su pupitre – parece que trabajaremos juntos – pronunció con una pequeña sonrisa de lado.


Viktor observó alrededor, viendo como todos se colocaban en pareja, no estaba entendiendo nada, debía prestar más atención en clase.

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